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MISAL ABRIL DEL 2006
Santos: Melitón de Sardes y Hugo de Grenoble, obispos. Beato Nuño Álvarez, religioso.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 17, 5-7)
Oleaje de muerte me envolvía, torrentes detractores me aterraban; pero en mi angustia invoqué al Señor y Él escuchó mi voz desde su templo.
ORACIÓN COLECTA
Que tu amor misericordioso dirija siempre, Señor, nuestros deseos y actividades, ya que sin tu ayuda no podemos agradarte. Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Jeremías: 11, 18-20
En aquel tiempo, dijo Jeremías: "El Señor me instruyó y yo comprendí; él me explicó lo que hacían. Yo era como un manso cordero que es llevado a degollar, y no sabía lo que tramaban contra mí, diciendo: 'Talemos el árbol en su pleno vigor, arranquémoslo de la tierra de los vivos y que su nombre no se pronuncie más'. Ahora tú, Señor de los ejércitos, justo juez, que sondeas lo más íntimo del corazón, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Jeremías sufre la
hostilidad de familiares y vecinos. La palabra le acarrea contrariedades y malentendidos.
En la adversidad, este profeta abre confiadamente su corazón al Señor.
Del salmo 7 R/. En ti, Señor, me refugio.
En ti, Dios mío, me refugio: de mis perseguidores, sálvame. No
permitas que algunos, como fieras, me destrocen y nadie me rescate. R/.
Tú, que llegas, Señor, a lo más hondo del corazón
humano, tú júzgame, Señor, según mis méritos;
conforme a mi inocencia da tu fallo. Apoya al hombre recto, pon fin a la maldad
de los malvados. R/.
Tengo mi escudo en Dios, que salva a los de recto corazón. Alabaré
al Señor por su justicia y cantaré el nombre del Altísimo.
R/.
ACLAMACIÓN (cfr.
Lc 8,15) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno
y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 7, 40-53
En
aquel tiempo, algunos de los que habían escuchado a Jesús comenzaron
a decir: "Éste es verdaderamente el profeta". Otros afirmaban:
"Éste es el Mesías". Otros, en cambio, decían:
"¿Acaso el Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice
la Escritura que el Mesías vendrá de la familia de David, y de
Belén, el pueblo de David?". Así surgió entre la gente
una división por causa de Jesús. Algunos querían apoderarse
de él, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo, que habían sido enviados para apresar a Jesús,
volvieron a donde estaban los sumos sacerdotes y los fariseos, y éstos
les dijeron: "¿Por qué no lo han traído?". Ellos
respondieron: "Nadie ha hablado nunca como ese hombre". Los fariseos
les replicaron: "¿Acaso también ustedes se han dejado embaucar
por él? ¿Acaso ha creído en él alguno de los jefes
o de los fariseos? La chusma ésa, que no entiende la ley, está
maldita".
Nicodemo, aquel que había ido en otro tiempo a ver a Jesús, y
que era fariseo, les dijo: "¿Acaso nuestra ley condena a un hombre
sin oírlo primero y sin averiguar lo que ha hecho?". Ellos le replicaron:
"¿También tú eres Galileo? Estudia las Escrituras
y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta". Y después
de esto, cada uno de ellos se fue a su propia casa. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
El pueblo de Israel no se deja confundir por sus autoridades. Jesús causa controversia, como cualquier líder original. Las personas sensatas no se precipitaron a condenarlo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte y, con la fuerza de tu amor, doblega ante ti nuestras rebeldes voluntades. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Cuaresma I-V
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 P 1, 19)
Hemos sido rescatados con la Sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin defecto y sin mancha.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que tus sacramentos, Señor, nos purifiquen y nos hagan agradables a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
V DOMINGO DE CUARESMA
Santos: Francisco de Paula, fundador; María Egipciaca, penitente. Beato Mykola Carneckyj, mártir.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 42, 1-2)
Señor, hazme justicia. Defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame del hombre injusto y malvado, tú, que eres mi Dios y mi defensa.
No se dice Gloria
ORACIÓN COLECTA
Ven, Señor, en nuestra ayuda, para que podamos vivir y actuar siempre con aquel amor que impulsó a tu Hijo a entregarse por nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Jeremías: 31, 31-34
"Se acerca el tiempo,
dice el Señor, en que haré con la casa de Israel y la casa de
Judá una alianza nueva. No será como la alianza que hice con los
padres de ustedes, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto.
Ellos rompieron mi alianza y yo tuve que hacer un escarmiento con ellos.
Ésta será la alianza nueva que voy a hacer con la casa de Israel:
Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en
sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie
tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano, diciéndole:
'Conoce al Señor', porque todos me van a conocer, desde el más
pequeño hasta el mayor de todos, cuando yo les perdone sus culpas y olvide
para siempre sus pecados". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
La nueva alianza será
nueva, no tanto porque será posterior a la antigua, sino por la pedagogía
innovadora. Dios ya no usará la coacción de la ley, sino la transformación
interior.
Del salmo 50 R/. Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate
de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y
purifícame de mis pecados. R/.
Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu
nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti,
ni retires de mí tu santo espíritu. R/.
Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí
un alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán
a ti los pecadores. R/.
Lectura de la carta a los hebreos: 5, 7-9
Hermanos: Durante su vida mortal, Cristo ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Jesús asumió de forma auténtica su pasión y muerte. La suya no era una representación teatral. Como verdadero hombre, conoció la angustia y se abandonó por entero al Padre.
ACLAMACIÓN (jn 12,
26) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también
esté mi servidor. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 12, 20-33
Entre
los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta
de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el
de Betsaida de Galilea, y le pidieron: "Señor, quisiéramos
ver a Jesús".
Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo
dijeron a Jesús y él les respondió: "Ha llegado la
hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano
de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá
mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece
a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera
servirme, que me siga, para que donde yo esté también esté
mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre.
Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: 'Padre, líbrame
de esta hora'? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria
a tu nombre". Se oyó entonces una voz que decía: "Lo
he glorificado y volveré a glorificarlo".
De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella voz, unos decían
que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel.
Pero Jesús les dijo: "Esa voz no ha venido por mí, sino por
ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado
el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré
a todos hacia mí". Dijo esto, indicando de qué manera habría
de morir. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
En esta escena, Jesús revela un mensaje profundo: quien orienta su vida por un valor superior, la llena de sentido. Quien se atora en cuestiones banales, termina vacío y desencantado.
Credo
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú, que nos has iluminado con las enseñanzas de la fe, escucha, Señor, nuestra oración y purifícanos por medio de este sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Cuaresma I o II
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 12, 24-25)
Yo les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da fruto abundante.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, vivir siempre como miembros suyos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Todos acostumbramos perseguir unos fines próximos que casi siempre se relacionan con el rango, los salarios, los diplomas universitarios, el bienestar material. Cuando los conseguimos, continúa pendiente la pregunta decisiva: la del sentido de la vida, la cuestión de los fines últimos, la de la opción fundamental por y para la cual se vive y se está dispuesto a morir. En el terreno de los fines últimos está la realización, la felicidad, el servicio, la plenitud de la donación, y la entrega total. De esto último se ocupa Jesús cuando afirma que sólo el grano que muere da vida. Quien subordina el sentido de la vida a un fin último e intrínsecamente valioso y trascendente alcanza la plenitud de la vida.
Santos: Ricardo de Chichester, obispo; Sixto I, papa y mártir, y Luis Scrosoppi, fundador.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 55, 2)
Ten compasión de mí, Señor, porque me pisotean y acosan todo el día mis enemigos.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que con el don de tu amor nos colmas de bendiciones, transfórmanos en una nueva creatura, para que estemos preparados a la Pascua gloriosa de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Daniel: 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62
En aquel tiempo vivía
en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Quelcías,
mujer muy bella y temerosa de Dios. Sus padres eran virtuosos y habían
educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy
rico y tenía una huerta contigua a su casa, donde solían reunirse
los judíos, porque era estimado por todos. Aquel año habían
sido designados jueces dos ancianos del pueblo; eran de aquellos de quienes
había dicho el Señor: "En Babilonia, la iniquidad salió
de ancianos elegidos como jueces, que pasaban por guías del pueblo".
Estos frecuentaban la casa de Joaquín y los que tenían litigios
que resolver acudían ahí a ellos. Hacia el mediodía, cuando
toda la gente se había retirado ya, Susana entraba a pasear en la huerta
de su marido. Los dos viejos la veían entrar y pasearse diariamente,
y se encendieron de pasión por ella, pervirtieron su corazón y
cerraron sus ojos para no ver al cielo ni acordarse de lo que es justo.
Un día, mientras acechaban el momento oportuno, salió ella, como
de ordinario, con dos muchachas de su servicio, y como hacía calor, quiso
bañarse en la huerta. No había nadie allí, fuera de los
viejos, que la espiaban escondidos. Susana dijo a las doncellas: "Tráiganme
jabón y perfumes, y cierren las puertas de la huerta mientras me baño".
Apenas salieron las muchachas, se levantaron los dos viejos, corrieron hacia
donde estaba Susana y le dijeron: "Mira: las puertas de la huerta están
cerradas y nadie nos ve. Nosotros ardemos en deseos de ti. Consiente y entrégate
a nosotros. Si no, te vamos a acusar de que un joven estaba contigo y que por
eso despachaste a las doncellas". Susana lanzó un gemido y dijo:
"No tengo ninguna salida; si me entrego a ustedes, será la muerte
para mí; si resisto, no escaparé de sus manos. Pero es mejor para
mí ser víctima de sus calumnias, que pecar contra el Señor".
Y dicho esto, Susana comenzó a gritar. Los dos viejos se pusieron a gritar
también y uno de ellos corrió a abrir la puerta del jardín.
Al oír los gritos en el jardín, los criados se precipitaron por
la puerta lateral para ver qué sucedía. Cuando oyeron el relato
de los viejos, quedaron consternados, porque jamás se había dicho
de Susana cosa semejante.
Al día siguiente, todo el pueblo se reunió en la casa de Joaquín,
esposo de Susana, y también fueron los dos viejos, llenos de malvadas
intenciones contra ella, para hacer que la condenaran a morir. En presencia
del pueblo dijeron: "Vayan a buscar a Susana, hija de Quelcías y
mujer de Joaquín". Fueron por Susana, quien acudió con sus
padres, sus hijos y todos sus parientes. Todos los suyos y cuantos la conocían,
estaban llorando.
Se levantaron entonces los dos viejos en medio de la asamblea y pusieron sus
manos sobre la cabeza de Susana. Ella, llorando, levantó los ojos al
cielo, porque su corazón confiaba en el Señor. Los viejos dijeron:
"Mientras nosotros nos paseábamos solos por la huerta, entró
ésta con dos criadas, luego les dijo que salieran y cerró la puerta.
Entonces se acercó un joven que estaba escondido y se acostó con
ella. Nosotros estábamos en un extremo de la huerta, y al ver aquella
infamia, corrimos hacia ellos y los sorprendimos abrazados. Pero no pudimos
sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros; abrió la
puerta y se nos escapó. Entonces detuvimos a ésta y le preguntamos
quién era el joven, pero se negó a decirlo. Nosotros somos testigos
de todo esto". La asamblea creyó a los ancianos, que habían
calumniado a Susana, y la condenaron a muerte.
Entonces Susana, dando fuertes voces, exclamó: "Dios eterno, que
conoces los secretos y lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que
éstos me han levantado un falso testimonio. Y voy a morir sin haber hecho
nada de lo que su maldad ha tramado contra mí". El Señor
escuchó su voz. Cuando llevaban a Susana al sitio de la ejecución,
el Señor hizo sentir a un muchacho, llamado Daniel, un santo impulso
de ponerse a gritar: "Yo no soy responsable de la sangre de esta mujer".
Todo el pueblo se volvió a mirarlo y le preguntaron: "¿Qué
es lo que estás diciendo?". Entonces Daniel, de pie en medio de
ellos, les respondió: "Israelitas, ¿cómo pueden ser
tan ciegos? Han condenado a muerte a una hija de Israel, sin haber investigado
y puesto en claro la verdad. Vuelvan al tribunal, porque ésos le han
levantado un falso testimonio".
Todo el pueblo regresó de prisa y los ancianos dijeron a Daniel: "Ven
a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, puesto que Dios mismo
te ha dado la madurez de un anciano". Daniel les dijo entonces: "Separen
a los acusadores, lejos el uno del otro, y yo los voy a interrogar".
Una vez separados, Daniel mandó llamar a uno de ellos y le dijo: "Viejo
en años y en crímenes, ahora van a quedar al descubierto tus pecados
anteriores, cuando injustamente condenabas a los inocentes y absolvías
a los culpables, contra el mandamiento del Señor: No matarás al
que es justo e inocente. Ahora bien, si es cierto que los viste, dime debajo
de qué árbol estaban juntos". Él respondió:
"Debajo de una acacia". Daniel le dijo: "Muy bien. Tu mentira
te va a costar la vida, pues ya el ángel ha recibido de Dios tu sentencia
y te va a partir por la mitad". Daniel les dijo que se lo llevaran, mandó
traer al otro y le dijo: "Raza de Canaán y no de Judá, la
belleza te sedujo y la pasión te pervirtió el corazón.
Lo mismo hacían ustedes con las mujeres de Israel, y ellas, por miedo,
se entregaban a ustedes.
Pero una mujer de Judá no ha podido soportar la maldad de ustedes. Ahora
dime, ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?".
Él contestó: "Debajo de una encina". Replicó
Daniel: "También a ti tu mentira te costará la vida. El ángel
del Señor aguarda ya con la espada en la mano, para partirte por la mitad.
Así acabará con ustedes".
Entonces toda la asamblea levantó la voz y bendijo a Dios, que salva
a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos viejos, a quienes,
con palabras de ellos mismos, Daniel había convencido de falso testimonio,
y les aplicaron la pena que ellos mismos habían maquinado contra su prójimo.
Para cumplir con la ley de Moisés, los mataron, y aquel día se
salvó una vida inocente. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Daniel no aceptó
ser cómplice de la injusticia. Actuó con energía y decisión
en el momento preciso. La justicia, para que efectivamente lo sea, tiene que
ser pronta y oportuna.
Del salmo 22 R/. Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así,
aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás
conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R/.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges
la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días
de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin
término. R/.
ACLAMACIÓN (Ez 33,
11) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, dice el Señor.
R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 8, 1-11
En
aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer
se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba;
y Él, sentado entre ellos, les enseñaba.
Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio,
y poniéndola frente a Él, le dijeron: "Maestro, esta mujer
ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley
apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?". Le preguntaban
esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó
y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta,
se incorporó y les dijo: "Aquel de ustedes que no tenga pecado,
que le tire la primera piedra". Se volvió a agachar y siguió
escribiendo en el suelo.
Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno
tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús
y a la mujer, que estaba de pie, junto a él. Entonces Jesús se
enderezó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están
los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?". Ella le contestó:
"Nadie, Señor". Y Jesús le dijo: "Tampoco yo te
condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar". Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Cuando Jesús se inclina para garabatear algo en el suelo, no lo hace por estrategia: está comunicando un mensaje no verbal que desenmascara a los jueces implacables y los confunde.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concede, Señor, a tus hijos, reunidos para celebrar esta Eucaristía, ofrecerte como fruto de su penitencia, una conciencia limpia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR I
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en la pasión salvadora de tu Hijo diste a los hombres una nueva
comprensión de tu majestad y una nueva manera de alabarla, al poner de
manifiesto, por la eficacia inefable de la cruz, el poder del crucificado y
el juicio que del mundo has hecho.
Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles
y los santos diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Jn 8, 10-11)
Jesús le preguntó: Mujer, ¿nadie te ha condenado? Ella
respondió: Nadie, Señor. Él le dijo: Yo tampoco te condeno.
Vete y ya no vuelvas a pecar.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la fuerza de tus sacramentos nos libre, Señor, de nuestras malas
inclinaciones y nos ayude a seguir a Cristo, para acercarnos cada vez más
a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Isidoro de Sevilla, doctor de la Iglesia; Benito de Palermo, abad, y Cayetano Catanoso, fundador.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 26, 14)
Espera en el Señor, sé valiente; ten ánimo, espera en el Señor.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, la gracia de perseverar en el fiel cumplimiento de tu voluntad, para que tu pueblo santo aumente en número y crezca en santidad. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Números: 21, 4-9
En aquellos días,
los hebreos salieron del monte Hor en dirección al mar Rojo, para rodear
el territorio de Edom; pero por el camino el pueblo se impacientó y murmuró
contra Dios y contra Moisés, diciendo: "¿Para qué
nos sacaste de Egipto? ¿Para que muriéramos en el desierto? No
tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de esta miserable comida".
Entonces envió Dios contra el pueblo serpientes venenosas que los mordían,
y murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo:
"Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Ruega al
Señor que aparte de nosotros las serpientes". Moisés rogó
al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: "Haz
una serpiente como ésas y levántala en un palo. El que haya sido
mordido por las serpientes y mire la que tú hagas, vivirá".
Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y
si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado. Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
La serpiente levantada
en el desierto se convierte en un símbolo de salvación para quienes
se deciden a mirarla con fe. Jesús llenará de sentido esa antigua
figura simbólica.
Del salmo 101 R/. Señor, escucha mi plegaria.
Señor, escucha mi plegaria; que a tu presencia lleguen mis clamores.
El día de la desgracia, Señor, no me abandones. Cuando te invoque,
escúchame y enseguida respóndeme. R/.
Cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso, cuando
oiga el clamor del oprimido y no se muestre a sus plegarias sordo, entonces
al Señor temerán todos los pueblos y su gloria verán los
poderosos. R/.
Esto se escribirá para el futuro y alabará al Señor el
pueblo nuevo, porque el Señor, desde su altura santa, ha mirado a la
tierra desde el cielo, para oír los gemidos del cautivo y librar de la
muerte al prisionero. R/.
ACLAMACIÓN R/. Honor
y gloria a ti, Señor Jesús.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo
encuentra vivirá para siempre. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 8, 21-30
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo me voy y ustedes
me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes
no pueden venir". Dijeron entonces los judíos: "¿Estará
pensando en suicidarse y por eso nos dice: 'A donde yo voy, ustedes no pueden
venir'?". Pero Jesús añadió: "Ustedes son de
aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo,
yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados,
porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados". Los judíos
le preguntaron: "Entonces ¿quién eres tú?". Jesús
les respondió: "Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es
lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado
es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al mundo".
Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.
Jesús prosiguió: "Cuando hayan levantado al Hijo del hombre,
entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que
el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está
conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le
agrada". Después de decir estas palabras, muchos creyeron en Él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
El evangelista utiliza intencionalmente un lenguaje ambiguo, que propicia equívocos y malentendidos. De esta manera desafia a sus lectores a que reconozcan que erraron.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, el sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte, perdona nuestros pecados y orienta hacia ti nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de la Pasión del Señor I
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 12, 32)
Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, que la asidua participación en tus sacramentos nos acerque cada vez más a ti, que eres el único bien verdadero. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Vicente Ferrer, presbítero; Irene de Grecia, mártir, y María Crescencia Hoss, virgen.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 17, 48-49)
Tú me libras, Señor, de la ira de mis enemigos, me haces triunfar sobre mis adversarios y me salvas del hombre malvado.
ORACIÓN COLECTA
Ilumina, Señor, el corazón de tus hijos, purificado por las penitencias cuaresmales y concédenos manifestar en nuestra vida el deseo de servirte que nos has inspirado. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Daniel: 3, 14-20. 49-50. 91-92 95
En aquellos días
dijo el rey Nabucodonosor: "¿Es cierto, Sedrak, Mesak y Abednegó,
que no quieren servir a mis dioses, ni adorar la estatua de oro que he mandado
levantar? Pues bien, si no es cierto, estén dispuestos para que, al oír
sonar el cuerno, la flauta, la cítara, el salterio, la chirimía
y toda clase de instrumentos, se postren y adoren la estatua que he mandado
hacer. Pero si no la adoran, serán arrojados inmediatamente a un horno
encendido. ¿Y qué dios podrá librarlos entonces de mis
manos?".
Pero Sedrak, Mesak y Abednegó contestaron al rey Nabucodonosor: "No
es necesario responder a tu pregunta, pues el Dios a quien servimos puede librarnos
del horno encendido y nos librará de tus manos; y aunque no lo hiciera,
sábete que de ningún modo serviremos a tus dioses, ni adoraremos
la estatua de oro que has mandado levantar".
Entonces Nabucodonosor se enfureció y la expresión de su rostro
cambió para Sedrak, Mesak y Abednegó. Mandó encender el
horno y aumentar la fuerza del fuego siete veces más de lo acostumbrado.
Después ordenó que algunos de los hombres más fuertes de
su ejército ataran a Sedrak, Mesak y Abednegó y los arrojaran
al horno encendido.
Pero el ángel del Señor bajó del cielo, se puso junto a
ellos, apartó las llamas y produjo en el horno un frescor como de brisa
y de rocío, y el fuego no los atormentó, ni los hirió,
ni siquiera los tocó. El rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó
precipitadamente y dijo a sus consejeros: "¿Acaso no estaban atados
los tres hombres que arrojamos al horno?". Ellos contestaron: "Sí,
señor".
El rey replicó: "¿Por qué, entonces, estoy viendo
cuatro hombres sueltos, que se pasean entre las llamas, sin quemarse? Y el cuarto
parece un ángel".
Nabucodonosor los hizo salir del horno y exclamó: "Bendito sea el
Dios de Sedrak, Mesak y Abednegó, que ha enviado a su ángel para
librar a sus siervos, que confiando en él, desobedecieron la orden del
rey y expusieron su vida, antes que servir y adorar a un dios extraño".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Los jóvenes confían
en Dios sin vacilar. Esperan que Él responda a su confianza. Aunque saben
que la muerte puede alcanzarlos, deciden mantenerse fieles a su fe.
Daniel 3 R/. Bendito seas para siempre, Señor.
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu nombre santo
y glorioso. R/.
Bendito seas en tu templo santo y glorioso. Bendito seas en el trono de tu reino.
R/.
Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los abismos
y te sientas en un trono rodeado de querubines. Bendito seas, Señor,
en la bóveda del cielo. R/.
ACLAMACIÓN (cfr.
Lc 8,15) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno
y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 8, 31-42
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en él:
"Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos discípulos
míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres".
Ellos replicaron: "Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de
nadie. ¿Cómo dices tú: 'Serán libres'?".
Jesús les contestó: "Yo les aseguro que todo el que peca
es un esclavo y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí
se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente
libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme
porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre:
ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre".
Ellos le respondieron: "Nuestro padre es Abraham". Jesús les
dijo: "Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham.
Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí
de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre".
Le respondieron: "Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos
más padre que a Dios".
Jesús les dijo entonces: "Si Dios fuera su Padre me amarían
a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por
mi cuenta, sino enviado por él". Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Israel había sufrido opresión por vivir en la mentira. Cuando olvidaba la verdad, sucumbía. Los contemporáneos de Jesús también se resisten a dejar la mentira, que esclaviza.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, estos
dones que tú has querido que te ofrezcamos para alabanza tuya y salvación
nuestra. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de la Pasión del Señor I
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Col 1, 13-14)
Dios nos ha hecho entrar al Reino de su Hijo amado, por cuya sangre recibimos la redención y el perdón de los pecados.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Señor, que este sacramento que hemos recibido, nos purifique de todos nuestros vicios y nos confirme para siempre en tu amistad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Marcelino de Roma, mártir; Celestino I, papa. Beata Petra Morosini. Mártir.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Hb 9, 15)
Cristo es el mediador de la nueva alianza, porque mediante su muerte, aquellos que han sido llamados, reciben la herencia eterna que les había sido prometida.
ORACIÓN COLECTA
Asiste y protege siempre, Señor, a esta familia tuya, que ha puesto en ti toda su esperanza a fin de que, purificados de nuestros pecados, permanezcamos fieles a nuestro compromiso bautismal y obtengamos la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del Génesis: 17, 3-9
Cuando Dios se le apareció,
Abram se postró con el rostro en el suelo y Dios le dijo:
"Aquí estoy. Ésta es la alianza que hago contigo: Serás
padre de una multitud de pueblos. Ya no te llamarás Abram, sino Abraham,
porque te he constituido como padre de muchas naciones. Te haré fecundo
sobremanera; de ti surgirán naciones y de ti nacerán reyes. Contigo
y con tus descendientes, de generación en generación, establezco
una alianza perpetua, para ser el Dios tuyo y de tus descendientes. A ti y a
tus descendientes les daré en posesión perpetua toda la tierra
de Canaán, en la que ahora vives como extranjero; y yo seré el
Dios de ustedes".
Después le dijo Dios a Abraham: "Cumple, pues, mi alianza, tú
y tu posteridad, de generación en generación". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Dios asume un compromiso
unilateral e incondicional con Abraham. Su promesa es gratuita y desinteresada.
Dios promete y cumple sus promesas sin exigirle nada al anciano patriarca.
Del salmo 104 R/. El Señor nunca olvida sus promesas.
Recurran al Señor y a su poder, búsquenlo sin descanso. Recuerden
los prodigios que Él ha hecho, sus portentos y oráculos. R/.
Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen:
el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. R/.
Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de
sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que
un día le hiciera. R/.
ACLAMACIÓN (cfr.
Sal 94, 8) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su
corazón". R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 8, 51-59
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo les aseguro: el
que es fiel a mis palabras no morirá para siempre".
Los judíos le dijeron: "Ahora ya no nos cabe duda de que estás
endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron,
y tú dices: 'El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre'.
¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió?
Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?".
Contestó Jesús: "Si yo me glorificara a mí mismo,
mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de
quien ustedes dicen: 'Es nuestro Dios', aunque no lo conocen. Yo, en cambio,
sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso
como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre
de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró
por ello".
Los judíos le replicaron: "No tienes ni cincuenta años, ¿y
has visto a Abraham?". Les respondió Jesús: "Yo les
aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy".
Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó
y salió del templo. Palabra del Señor. Gloria a ti,
Señor Jesús.
Humanamente no existe poder que venza a la muerte. Sólo Dios puede hacerlo. Jesús se revelará auténtico enviado del Padre cuando rescate a Lázaro y Él mismo resucite.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, con agrado el sacrificio que vamos a ofrecerte y concédenos por él la conversión de nuestra vida y la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de la Pasión del Señor I
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rm 8, 32)
Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros y con Él nos ha dado todos los bienes.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por medio de este sacramento que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 30, 10. 16. 18)
Ten piedad de mí, Señor, porque estoy en peligro, líbrame de los enemigos que me persiguen; Señor, que no me decepcione yo de haberte invocado.
ORACIÓN COLECTA
Perdona, Señor, nuestras culpas y que tu amor y tu bondad nos libren del poder del pecado, al que nos ha sometido nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Jeremías: 20, 10-13
En aquel tiempo, dijo Jeremías:
"Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: 'Terror por todas
partes. Denunciemos a Jeremías, vamos a denunciarlo'. Todos los que eran
mis amigos espiaban mis pasos, esperaban que tropezara y me cayera, diciendo:
'Si se tropieza y se cae, lo venceremos y podremos vengarnos de él'.
Pero el Señor, guerrero poderoso, está a mi lado; por eso mis
perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán
avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable.
Señor de los ejércitos, que pones aprueba al justo y conoces lo
más profundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos,
porque a ti he encomendado mi causa.
Canten y alaben al Señor, porque él ha salvado la vida de su pobre
de la mano de los malvados". Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
El profeta no vacila. Una
y otra vez ha experimentado la protección divina y ha aprendido a confiar.
La confianza se gana o se pierde por entero; no se puede confiar a medias.
Del salmo 17 R/. Sálvame, Señor, en el peligro.
Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, el Dios que me protege y
me libera. R/.
Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando
invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de
mi enemigo. R/.
Olas mortales me cercaban, torrentes destructores me envolvían; me alcanzaban
las redes del abismo y me ataban los lazos de la muerte. R/.
En el peligro invoqué al Señor, en mi angustia le grité
a mi Dios; desde su templo, Él escuchó mi voz y mi grito llegó
a sus oídos. R/.
ACLAMACIÓN (cfr.
jn, 6, 63. 68) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras
de vida eterna. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 10, 31-42
En
aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos
cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: "He realizado
ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál
de ellas me quieren apedrear?".
Le contestaron los judíos: "No te queremos apedrear por ninguna
obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un
hombre, pretendes ser Dios". Jesús les replicó: "¿No
está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son dioses? Ahora bien,
si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la
Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien
el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque
he dicho: 'Soy Hijo de Dios'? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean.
Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que
puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre".
Trataron entonces de apoderarse de él, pero se les escapó de las
manos.
Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde
Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos
acudieron a Él y decían: "Juan no hizo ningún signo;
pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad". Y muchos
creyeron en Él allí. Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
El relato de las confrontaciones surgidas entre Jesús y sus oyentes revela las tensiones y oposiciones que su mensaje provocaba. Sus obras y palabras resultaban provocadoras.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que tu ayuda, Padre misericordioso, nos haga dignos de acercamos a tu altar, a fin de que la asidua participación en este sacrificio nos obtenga la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de la Pasión del Señor I
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Pe 2, 24)
En su propio Cuerpo, Cristo subió nuestros pecados a la cruz para que, muertos a nuestros pecados, empecemos una vida santa. En esta forma, por medio de sus heridas, hemos sido curados.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la fuerza de este sacramento que nos une a ti, Señor, no nos abandone nunca y aleje siempre de nosotros todo mal. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Julia de Cartago, mártir, y Dionisio de Corinto, obispo. Beato Julián de San Agustín, religioso.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 21, 20. 7)
Señor, no te quedes lejos; tú, que eres mi fuerza, ven aprisa en mi ayuda porque ya no soy un hombre, sino un gusano, despreciado por la gente y rechazado por el pueblo.
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que nunca dejas de procurar nuestra salvación y en estos días de Cuaresma nos otorgas gracias más abundantes, mira con amor a esta familia tuya y concede tu auxilio protector a quienes se preparan para el bautismo y a quienes hemos renacido ya a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Ezequiel: 37, 21-28
Esto dice el Señor
Dios: "Voy a recoger de las naciones a donde emigraron, a todos los israelitas;
de todas partes los congregaré para llevarlos a su tierra. Haré
de ellos un solo pueblo en mi tierra, en los montes de Israel; habrá
un solo rey para todos ellos y nunca más volverán a ser dos naciones,
ni a dividirse en dos reinos.
Ya no volverán a mancharse con sus ídolos, sus abominaciones y
con todas sus iniquidades; yo los salvaré de las infidelidades que cometieron
y los purificaré; ellos van a ser mi pueblo y yo voy a ser su Dios.
Mi siervo David será su rey y todos ellos no tendrán más
que un pastor; cumplirán mis mandamientos y pondrán por obra mis
preceptos. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob y en la que
habitaron los padres de ustedes, y ahí vivirán para siempre ellos,
sus hijos y sus nietos; mi siervo David será su rey para siempre.
Voy a hacer con ellos una alianza eterna de paz. Los asentaré, los haré
crecer y pondré mi santuario entre ellos para siempre. En medio de ellos
estará mi templo: yo voy a ser su Dios y ellos van a ser mi pueblo.
Las naciones sabrán que yo soy el Señor que santifica a Israel,
cuando vean mi santuario en medio de ellos para siempre". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
La salvación futura
que anuncia Ezequiel es la recuperación de los dones antiguos. Dios habitará
en medio de su pueblo, y éste vivirá en clave de alianza, bajo
la guía del nuevo David.
Jeremías 31 R/. El Señor cuidará a su pueblo como un pastor
a su rebaño.
Escuchen, pueblos, la palabra del Señor, anuncíenla aun en las
islas más remotas: "El que dispersó a Israel lo reunirá
y lo cuidará como el pastor a su rebaño". R/.
Porque el Señor redimió a Jacob y lo rescató de las manos
del poderoso. Ellos vendrán para aclamarlo al monte Sión y vendrán
a gozar de los bienes del Señor. R/.
Entonces se alegrarán las jóvenes, danzando; se sentirán
felices jóvenes y viejos, porque yo convertiré su tristeza en
alegría, los llenaré de gozo y aliviaré sus penas. R/.
ACLAMACIÓN (Ez 1
s, 31) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Purifiqúense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y su
espíritu, dice el Señor. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 11, 45-56
En
aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta
y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro,
creyeron en Él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos
y les contaron lo que había hecho Jesús.
Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y
decían: "¿Qué será bueno hacer? Ese hombre
está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos
van a creer en Él, van a venir los romanos y destruirán nuestro
templo y nuestra nación".
Pero uno de ellos, llamado Caifas, que era sumo sacerdote aquel año,
les dijo: "Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo
hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca". Sin
embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote
aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación,
y no sólo por la nación, sino también para congregar en
la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel
día tomaron la decisión de matarlo.
Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los
judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la
región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas
llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a
Jesús en el templo y se decían unos a otros: "¿Qué
pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?". Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Caifas pretende dar una lección de astucia política. El evangelista exhibe su inconsciencia. Aunque él no lo sepa, está interpretando el alcance salvífico de la muerte de Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios eterno y todopoderoso, que por medio del sacramento del bautismo haces renacer a quienes confiesan tu nombre, acepta nuestros dones y plegarias para que, cuantos en ti esperan, puedan ver realizados sus deseos y perdonadas sus culpas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de la Pasión del Señor I
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 11, 52)
Cristo fue entregado a la muerte para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que nos has hecho partícipes del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos participar también de su vida divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DOMINGO DE RAMOS "DE LA PASIÓN DEL SEÑOR"
Domingo de Ramos.
Santos: Hugo de Rouen, obispo, y Casilda de Burgos, virgen.
En este día la Iglesia
recuerda la entrada de Cristo, nuestro Señor, en Jerusalén para
consumar su misterio pascual. Por lo tanto, en todas las misas se conmemora
esta entrada del Señor por medio de una procesión (I) o de una
entrada solemne (II), antes de la misa principal, y por medio de una entrada
sencilla (III), antes de las demás misas. Pero puede repetirse la entrada
solemne (no la procesión), antes de algunas otras misas que se celebren
con gran asistencia del pueblo.
Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén
I. Primera forma: Procesión
A la hora señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor
o en algún otro lugar adecuado, fuera del templo hacia el cual va a dirigirse
la procesión. Los fieles llevan ramos en la mano.
El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos requeridos
para la misa, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado.
Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el
Rey de Israel. Hosanna en el cielo.
Enseguida el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una
breve exhortación para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente
en la celebración de este día. Pueden, nacerlo con estas o semejantes
palabras:
Queridos hermanos: Después de habernos preparado desde el principio de
la Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos
para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual de los
misterios de la pasión y resurrección de nuestro Señor
Jesucristo, misterios que empezaron con la entrada de Jesús en Jerasalén.
Acompañemos con fe y devoción a nuestro Salvador en su entrada
triunfal a la ciudad santa, para que, participando ahora de su cruz, podamos
participar un día, de su gloriosa resurrección y de su vida.
Después de esta exhortación, el sacerdote, teniendo juntas las
manos, dice una de las dos oraciones siguientes:
Oremos: Dios todopoderoso y eterno, dígnate bendecir estos Ramos y concede
a cuantos acompañamos ahora jubilosos a Cristo, nuestro rey y Señor,
reunimos con Él en la Jerusalén del cielo. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R/. Amén.
O bien
Oremos: Aumenta, Señor, la fe de los que tenemos en ti nuestra esperanza
y concede a quienes agitamos estas palmas en honor de Cristo victorioso, permanecer
unidos a Él para dar frutos de buenas obras. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R/. Amén.
Y, en silencio, rocía los ramos con agua bendita. Enseguida se dice el
Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según san
Marcos o san Juan. Lo lee el diácono o, en su defecto, el sacerdote,
de la manera acostumbrada.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Marcos: 11,1-10
Cuando Jesús y los
suyos iban de camino a Jerasalén, al llegar a Betfagé y Betania,
cerca del monte de los Olivos, les dijo a dos de sus discípulos: "Vayan
al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encontrarán amarrado
un burro que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganmelo.
Si alguien les pregunta por qué lo hacen, contéstenle: 'El Señor
lo necesita y lo devolverá pronto'".
Fueron y encontraron al burro en la calle, atado junto a una puerta, y lo desamarraron.
Algunos de los que allí estaban, les preguntaron: "¿Por qué
sueltan al burro?". Ellos les contestaron lo que había dicho Jesús
y ya nadie los molestó.
Llevaron el burro, le echaron encima los mantos y Jesús montó
en él. Muchos extendían su manto en el camino, y otros lo tapizaban
con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante de Jesús y los que
lo seguían, iban gritando vivas: "¡Hosanna! ¡Bendito
el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega,
el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en el cielo! Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
O bien
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 12,12-16
En
aquel tiempo, al enterarse la gran muchedumbre que había llegado para
la fiesta, de que Jesús se dirigía a Jerusalén, cortaron
hojas de palmera y salieron a su encuentro, gritando: "¡Hosanna!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel!".
Habiendo encontrado Jesús un burrito, lo montó, como está
escrito: No tengas temor, hija de Sión, mira que tu rey viene a ti montado
en un burrito.
Sus discípulos no entendieron estas cosas al principio, pero cuando Jesús
fue glorificado, se acordaron de que habían sido escritas acerca de Él
y que ellos las habían cumplido. Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
Después del Evangelio,
si se cree oportuno, puede tenerse una breve homilía, Al iniciar la procesión,
el celebrante u otro ministro idóneo puede hacer «na exhortación
con estas palabras u otras parecidas:
Queridos hermanos: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos
también nosotros, con júbilo, al Señor.
Y se inicia la procesión hacia el templo donde va a celebrarse la misa.
Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en el cual
habrá puesto incienso previamente; enseguida, un ministro con la cruz
adornada y, a su lado, dos acólitos con velas encendidas. Sigue luego
el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fíeles
con Ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo
entonan los siguientes cánticos u otros apropiados.
ANTÍFONA I
Los hijos de Israel, llevando
ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, clamando: "Hosanna
en el cielo".
Si se cree conveniente, puede alternarse esta antífona con los versículos
del salmo 23.
SALMO 23
Del Señor es la tierra
y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues Él
lo edificó sobre los mares, Él fue quien lo asentó sobre
los ríos.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién
podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos
puras y que no jura en falso.
Ése obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador,
le hará justicia. Ésta es la clase de hombres que te buscan y
vienen ante ti, Dios de Jacob.
¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos,
porque va a entrar el rey de la gloria!
Y ¿quién es el rey de la gloria? Es el Señor, fuerte y
poderoso, el Señor, poderoso en la batalla.
¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos,
porque va a entrar el rey de la gloria!
Y ¿quién es el rey de la gloria? El Señor, Dios de los
ejércitos, es el rey de la gloria.
ANTÍFONA
Los hijos de Israel extendían
sus mantos por el camino y clamaban: "Hosanna al Hijo de David, bendito
el que viene en nombre del Señor".
Si se cree conveniente, puede alternarse esta antífona con los versículos
del salmo 46
SALMO 46
Aplaudan, pueblos todos;
aclamen al Señor, de gozo llenos; que el Señor, el Altísimo,
es terrible y de toda la tierra, rey supremo.
Fue Él quien nos puso por encima de todas las naciones y los pueblos,
al elegirnos como herencia suya, orgullo de Jacob, su predilecto.
Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta
su trono. Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos.
Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos. Reina
Dios sobre todas las naciones desde su trono santo.
Los jefes de los pueblos se han reunido con el pueblo de Dios, Dios de Abraham,
porque de Dios son los grandes de la tierra. Por encima de todo Dios está.
HIMNO A CRISTO REY
¡Que viva mi Cristo,
que viva mi Rey, que impere doquiera triunfante su ley! (2)
¡Viva Cristo Rey, viva Cristo Rey!
Mexicanos, un Padre tenemos Demos gracias al Padre
que nos dio de la Patria la unión, que ha hecho que tengamos
a ese Padre gozosos cantemos de herencia la luz
empuñando con fe su pendón. y podamos vivir en el reino
que su Hijo nos dio por la cruz.
Dios le dio el poder, Rey eterno, Rey universal,
la victoria; pueblos todos, en quien todo ya se restauró,
venid y alabad a este Rey te rogamos que todos los
de los cielos y tierra pueblos sean unidos
en quien solo tenemos la paz. en un solo amor.
Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el siguiente responsorio
u otro cántico alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén:
RESPONSORIO
R/. Al entrar el Señor
en la ciudad santa, los hijos de Israel, anticipándose a la resurrección
del Señor de la vida, con palmas en las manos, clamaban: Hosanna en el
cielo.
V. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió
a su encuentro con palmas en las manos, clamando: Hosanna en el cielo.
El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga oportuno,
lo inciensa. Luego se dirige a la sede (se quita la capa pluvial, si la usó,
y se pone la casulla) y, omitida toda otra ceremonia, da fin a la procesión
diciendo la oración colecta y prosigue la misa de la manera acostumbrada.
II. Segunda forma: Entrada solemne
Donde no se pueda hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada
del Señor se celebra dentro del templo por medio de una entrada solemne,
antes de la misa principal.
Los fieles se reúnen ante la puerta del templo, o bien, dentro del mismo
templo, llevando los Ramos en la mano. El sacerdote, los ministros y algunos
de los fieles, van a algún sitio adecuado del templo, fuera del presbiterio,
en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia, al menos por la mayor
parte de la asamblea. Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se
canta la antífona "Hosanna al Hijo de David" o algún
otro cántico adecuado. Después se bendicen los Ramos y se lee
el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén. Después
del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio a través
del templo, acompañado por los ministros y por algunos fieles, mientras
se canta el responsorio "Al entrar el Señor", u otro cántico
apropiado.
Al llegar aL altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va a la
sede y, omitida toda otra ceremonia, dice la colecta de la misa, que prosigue
luego de la manera acostumbrada.
III. Tercera forma: Entrada sencilla
En todas las demás misas de este domingo, en las que no se hace la entrada
solemne, se recuerda la entrada del Señor en Jerusalén por medio
de una entrada sencilla.
Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada
con su salmo u otro cántico sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar
al altar, hace la debida reverencia, va a la sede y saluda al pueblo. Luego
sigue la misa de la manera acostumbrada.
En las misas sin pueblo y en las misas en que no es posible cantar la antífona
de entrada, el sacerdote, después de llegar al altar y de haber hecho
la debida reverencia, saluda a la asamblea, lee la antífona de entrada
y prosigue la misa de la manera acostumbrada.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 23, 9-10)
Seis días antes de
la Pascua, cuando el Señor entró en Jerusalén, salieron
los niños a su encuentro llevando en sus manos hojas de palmera y gritando:
Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.
Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos,
porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de
la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. Hosanna
en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.
Cuando no se puede hacer ni la procesión ni la entrada solemne, es conveniente
hacer una celebración de la palabra de Dios, acerca de la entrada mesiánica
y de la Pasión del Señor, ya sea el sábado en la tarde,
o bien el domingo, a la hora más oportuna.
LA MISA
Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la misa con la oración colecta.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno,
que has querido entregarnos como ejemplo de humildad a Cristo, nuestro salvador,
hecho hombre y clavado en una cruz, concédenos vivir según las
enseñanzas de su pasión, para participar con él, un día,
de su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo...
Dada la importancia de la Pasión del Señor, el sacerdote, en las
misas con el pueblo, y de acuerdo con las características de los fieles
de cada asamblea, puede omitir, si hay alguna razón verdaderamente importante,
una de las dos primeras lecturas, o ambas, y leer sólo la Pasión
del Señor, aun en su forma breve.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Isaías: 50, 4-7
En aquel entonces, dijo
Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que
pueda confortar al abatido con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído,
para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho
oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para
atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban
de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso
endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Este personaje misterioso
no esconde sus secretos; al contrario, los comparte. Por ello refiere su intimidad:
el Señor camina a su lado y lo fortalece para resistir y cumplir su misión.
Del salmo 21 R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado?
Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: "Confiaba
en el Señor, pues que Él lo salve; si de veras lo ama, que lo
libre". R/.
Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies
han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R/.
Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados.
Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí
tan alejado. R/.
A mis hermanos contaré tu gloria y en la asamblea alabaré tu nombre.
Que alaben al Señor los que lo temen. Que el pueblo de Israel siempre
lo adore. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 6-11
Cristo, siendo Dios, no
consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición
divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando
la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así,
hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó
incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre
que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos
doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan
públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Este antiquísimo himno cristiano confiesa el misterio del Hijo de Dios
y lo celebra. Jesús se anonadó, se despojó de su grandeza
y asumió la misión de servidor de sus hermanos.
ACLAMACIÓN (Fip
2, 8-9) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso
la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las
cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.
No se llevan velas ni incienso para la lectura de la Pasión del Señor,
ni se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hace
un diácono o, en su defecto, el sacerdote. Puede también ser hecha
por lectores, reservando al sacerdote, si es posible, la parte correspondiente
a Cristo.
Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes
del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio.
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN IVIARCOS (14, 1-15, 47)
Buscaban apresar
a Jesús a traición y darle muerte.
Faltaban dos días para la fiesta de Pascua y de los panes ázimos.
Los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando una manera de apresar a
Jesús a traición y darle muerte, pero decían: "No
durante las fiestas, porque el pueblo podría amotinarse".
Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura.
Estando Jesús sentado a la mesa, en casa de Simón el leproso,
en Betania, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo
puro; quebró el frasco y derramó el perfume en la cabeza de Jesús.
Algunos comentaron indignados: "¿A qué viene este derroche
de perfume? Podía haberse vendido por más de trescientos denarios
para dárselos a los pobres".
Y criticaban a la mujer; pero Jesús replicó: "Déjenla.
¿Por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo está bien,
porque a los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando
quieran; pero a mí no me tendrán siempre. Ella ha hecho lo que
podía. Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo
les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el Evangelio,
se recordará también en su honor lo que ella ha hecho conmigo".
Le prometieron dinero a Judas Iscariote.
Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes
para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron
dinero; y él andaba buscando una buena ocasión para entregarlo.
¿Dónde está la habitación donde voy a comer la Pascua
con mis discípulos?
El primer día de la fiesta de los panes ázimos, cuando se sacrificaba
el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: "¿Dónde
quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?". Él les dijo
a dos de ellos: "Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que
lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño
de la casa en donde entre: 'El Maestro manda preguntar: ¿Dónde
está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?'.
Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada
con divanes. Prepárennos allí la cena". Los discípulos
se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había
dicho y prepararon la cena de Pascua.
Uno de ustedes, que está comiendo conmigo, me va a entregar.
Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando a la mesa, cenando,
les dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes, uno que está comiendo
conmigo, me va a entregar". Ellos, consternados, empezaron a preguntarle
uno tras otro: "¿Soy yo?". Él respondió: "Uno
de los Doce; alguien que moja su pan en el mismo plato que yo. El Hijo del hombre
va a morir, como está; escrito: pero, ¡ay del que va a entregar
al Hijo del hombre! ¡Más le valiera no haber nacido!".
Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre, sangre de la nueva alianza.
Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición,
lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen
esto es mi cuerpo". Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció
la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: "Ésta
es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro
que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que
beba el vino nuevo en el Reino de Dios".
Antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres.
Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos y Jesús
les dijo: "Todos ustedes se van a escandalizar por mi causa, como está
escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas; pero cuando
resucite, iré por delante de ustedes a Galilea". Pedro replicó:
"Aunque todos se escandalicen, yo no". Jesús le contestó:
"Yo te aseguro que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante dos
veces, tú me negarás tres".
Pero él insistía: "Aunque tenga que morir contigo, no te
negaré". Y los demás decían lo mismo.
Empezó a sentir terror y angustia
Fueron luego a un huerto, llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus
discípulos: "Siéntense aquí mientras hago oración".
Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan; empezó a sentir terror
y angustia, y les dijo: "Tengo el alma llena de una tristeza mortal. Quédense
aquí, velando". Se adelantó un poco, se postró en
tierra y pedía que, si era posible, se alejara de Él aquella hora.
Decía: "Padre, tú lo puedes todo: aparta de mí este
cáliz. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
Volvió a donde estaban los discípulos, y al encontrarlos dormidos,
dijo a Pedro: "Simón, ¿estás dormido? ¿No has
podido velar ni una hora? Velen y oren, para que no caigan en la tentación.
El espíritu está pronto, pero la carne es débil".
De nuevo se retiró y se puso a orar, repitiendo las mismas palabras.
Volvió y otra vez los encontró dormidos, porque tenían
los ojos cargados de sueño; por eso no sabían qué contestarle.
Él les dijo: "Ya pueden dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado
la hora. Miren que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
¡Levántense! ¡Vamos! Ya está cerca el traidor".
Deténganlo y llévenlo bien sujeto.
Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los
Doce, y con él, gente con espadas y palos, enviada por los sacerdotes,
los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña,
diciéndoles: "Al que yo bese, ése es. ¡Deténganlo
y llévenselo bien sujeto". Llegó, se acercó y le dijo:
"Maestro", y lo besó. Ellos le echaron mano y lo apresaron.
Pero uno de los presentes desenvainó la espada y de un golpe le cortó
la oreja a un criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra
y les dijo: "¿Salieron ustedes a apresarme con espadas y palos,
como si se tratara de un bandido? Todos los días he estado entre ustedes,
enseñando en el templo y no me han apresado. Pero así tenía
que ser para que se cumplieran las Escrituras". Todos lo abandonaron y
huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto nada más con una sábana
y lo detuvieron; pero él soltó la sábana y se les escapó
desnudo.
¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?
Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote y se reunieron todos los
pontífices, los escribas y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos,
hasta el interior del patio del sumo sacerdote y se sentó con los criados,
cerca de la lumbre, para calentarse. Los sumos sacerdotes y el sanedrín
en pleno, buscaban una acusación contra Jesús para condenarlo
a muerte y no la encontraban. Pues, aunque muchos presentaban falsas acusaciones
contra él, los testimonios no concordaban. Hubo unos que se pusieron
de pie y dijeron: "Nosotros lo hemos oído decir: 'Yo destruiré
este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré
otro, no edificado por hombres'". Pero ni aun en esto concordaba su testimonio.
Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y le preguntó a Jesús:
"¿No tienes nada que responder a todas esas acusaciones?".
Pero Él no le respondio nada. El sumo sacerdote le volvió a preguntar:
"¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?".
Jesús contestó: "Sí lo soy. Y un día verán
cómo el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso
y cómo viene entre las nubes del cielo". El sumo sacerdote se rasgó
las vestiduras exclamando: "¿Qué falta hacen ya más
testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les
parece?". Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle,
y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían: "Adivina
quién fue", y los criados también le daban de bofetadas.
No conozco a ese hombre del que ustedes hablan
Mientras tanto, Pedro estaba abajo, en el patio. Llegó una criada del
sumo sacerdote, y al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente
y le dijo: "Tú también andabas con Jesús Nazareno".
Él lo negó, diciendo: "Ni sé ni entiendo lo que quieres
decir".
Salió afuera hacia el zaguán, y un gallo cantó. La criada,
al verlo, se puso de nuevo a decir a los presentes:
“Ése es uno de ellos". Pero él lo volvió a negar.
Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro: "Claro que
eres uno de ellos, pues eres galileo". Pero él se puso a echar
maldiciones y a jurar: "No conozco a ese hombre del que hablan". Enseguida,
cantó el gallo por segunda vez. Pedro se acordó entonces de las
palabras que le había dicho Jesús:
"Antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado
tres", y rompió a llorar.
¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?
Luego que amaneció, se reunieron los sumos sacerdotes con los ancianos,
los escribas y el sanedrín en pleno, para deliberar. Ataron a Jesús,
se lo llevaron y lo entregaron a Pilato. "Éste le preguntó:
"¿Eres tú el rey de los judíos?". Él respondió:
"Sí lo soy". Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas.
Pilato le preguntó de nuevo: "¿No contestas nada? Mira de
cuántas cosas te acusan". Jesús ya no le contestó
nada, de modo que Pilato estaba muy extrañado.
Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarles al preso que ellos
pidieran. Estaba entonces en la cárcel un tal Barrabás, con los
revoltosos que habían cometido un homicidio en un motín. Vino
la gente y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les dijo: "¿Quieren
que les suelte al rey de los judíos?". Porque sabía que los
sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes
incitaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato
les volvió a preguntar: "¿Y qué voy a hacer con el
que llaman rey de los judíos?". Ellos gritaron: "¡Crucifícalo!".
Pilato les dijo: "Pues ¿qué mal ha hecho?". Ellos gritaron
más fuerte: "¡Crucifícalo!". Pilato, queriendo
dar gusto a la multitud, les soltó a Barrabás; y a Jesús,
despues de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.
Le pusieron una corona de espinas
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunieron
a todo el batallón. Lo vistieron con un manto de color púrpura,
le pusieron una corona de espinas que habían trenzado, y comenzaron a
burlarse de Él, dirigiéndole este saludo: "¡Viva el
rey de los judíos!". Le golpeaban la cabeza con una caña,
le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante Él. Terminadas
las burlas, le quitaron aquel manto de color púrpura, le pusieron su
ropa y lo sacaron para crucificarlo.
Llevaron a Jesús al Gólgota
Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí
de regreso del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo,
y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir "lugar de
la Calavera"). Le ofrecieron vino con mirra, pero Él no lo aceptó.
Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver qué
le tocaba a cada uno.
Fue contado entre los malhechores
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación
estaba escrito: "El rey de los judíos". Crucificaron con él
a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió
la Escritura que dice: Fue contado entre los malhechores.
Ha salvado a otros, y a sí mismo no se puede salvar
Los que pasaban por ahí, lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole:
"¡Anda! Tú que destruías el templo y lo reconstruías
en tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz". Los
sumos sacerdotes se burlaban también de Él y le decían:
"Ha salvado a otros, pero a sí mismo no se puede salvar. Que el
Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y
creamos". Hasta los que estaban crucificados con Él también
lo insultaban.
Y dando un fuerte grito, Jesús expiró
Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas
hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz
potente: "Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?"
(Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado?). Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
"Miren, está llamando a Elias".
Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo
y se la acercó para que bebiera, diciendo: "Vamos a ver si viene
Elias a bajarlo". Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes.
Entonces el velo del templo se rasgo en dos, de arriba abajo. El oficial romano
que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado,
dijo: "De veras este hombre era Hijo de Dios".
Había también ahí unas mujeres que estaban mirando todo
desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María (la madre de
Santiago el menor y de José) y Salomé, que, cuando, Jesús
estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y además de ellas,
otras muchas que habían venido con Él a Jerasalén.
José tapó con una piedra la entrada del sepulcro
Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera
del sábado, vino José de Arimatea, miembro distinguido del sanedrín,
que también esperaba el Reino de Dios. Se presentó con valor ante
Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó
de que ya hubiera muerto, y llamando al oficial, le preguntó si hacía
mucho tiempo que había muerto. Informado por el oficial, concedió
el cadáver a José. Este compró una sábaña,
bajó el cadáver, lo envolvió en la sábana y lo puso
en un sepulcro excavado en una roca y tapó con una piedra la entrada
del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José,
se fijaron en dónde lo ponían. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Todos han abandonado a Jesús. En la hora más dura, Él se abandona confiadamente al Padre. No hay signos que alienten su esperanza. El vacío es total, y decide entregarse.
O bien: Forma breve
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN
MARCOS (15, 1-39)
¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?
Luego que amaneció, se reunieron los sumos sacerdotes con los ancianos,
los escribas y el sanedrín en pleno, para deliberar. Ataron a Jesús,
se lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Éste le preguntó: "¿Eres
tú el rey de los judios?". Él respondió: "Sí
lo soy". Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó
de nuevo:
"¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan".
Jesús ya no le contestó nada, de modo que Pilato estaba muy extrañado.
Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarles al preso que ellos
pidieran. Estaba entonces en la cárcel un tal Barrabás, con los
revoltosos que habían cometido un homicidio en un motín. Vino
la gente y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les dijo: "¿Quieren
que les suelte al rey de los judíos?". Porque sabía que los
sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes
incitaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato
les volvió a preguntar: "¿Y qué voy a hacer con el
que llaman rey de los judíos?". Ellos gritaron: "¡Crucifícalo!".
Pilato les dijo: "Pues ¿qué mal ha hecho?". Ellos gritaron
más fuerte: "¡Crucifícalo!". Pilato, queriendo
dar gusto a la multitud, les soltó a Barrabás; y a Jesús,
después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.
Le pusieron una corona de espinas
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunieron
a todo el batallón. Lo vistieron con un manto de color púrpura,
le pusieron una corona de espinas que habían trenzado y comenzaron a
burlarse de Él, dirigiéndole este saludo: "¡Viva el
rey de los judíos!". Le golpeaban la cabeza con una caña,
le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante Él. Terminadas
las burlas, le quitaron aquel manto de color púrpura, le pusieron su
ropa y lo sacaron para crucificarlo.
Llevaron a Jesús al Gólgota
Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí
de regreso del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo,
y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir "lugar de
la Calavera"). Le ofrecieron vino con mirra, pero Él no lo aceptó.
Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver qué
le tocaba a cada uno. Fue contado entre los malhechores
Era media mañana cuando lo crucificaron.
En el letrero de la acusación estaba escrito: "El rey de los judíos".
Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
Así se cumplió la Escritura que dice: Fue contado entre los mal
hechores.
Ha salvado a otros, y a sí mismo no se puede salvar
Los que pasaban por ahí lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole:
"¡Anda! Tú que destruías el templo y lo reconstruías
en tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz". Los
sumos sacerdotes se burlaban también de Él y le decían:
"Ha salvado a otros, pero a sí mismo no se puede salvar. Que el
Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y
creamos". Hasta los que estaban crucificados con Él también
lo insultaban.
Y dando un fuerte grito, Jesús expiró
Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas
hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz
potente: "Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?"
(Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado?). Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
"Miren, está llamando a Elias". Uno corrió a empapar
una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó
para que bebiera, diciendo: "Vamos a ver si viene Elias a bajarlo".
Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. El oficial
romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado,
dijo: "De veras este hombre era Hijo de Dios". Palabra del
Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía.
Credo
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que la pasión de tu Hijo, actualizada en este santo sacrificio que vamos a ofrecerte, nos alcance, Señor, de tu misericordia, el perdón que no podemos merecer por nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro.
El cual siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente
condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró nuestros delitos
y, resucitando, conquistó nuestra justificación.
Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de
júbilo, diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 26, 42)
Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú, que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La prueba más dolorosa para toda persona es la muerte. La experiencia de la muerte derrumba nuestras seguridades mundanas, nos arranca nuestros logros y conquistas efímeros. Nos deja sin respuestas contundentes. A la vez, abre el espacio para la fe y la esperanza. La muerte del crucificado es un desafío a la fidelidad y la veracidad de Dios. Su palabra se pone en tela de juicio. Las promesas tendrán que cumplirse. La fe abrirá paso a la comprobación y la certidumbre. Un día lo veremos cara a cara. Jesús resucitado ya no será el objeto de la fe cristiana, sino una experiencia rotunda de la plenitud de la vida divina.
LUNES DE LA SEMANA SANTA.
Santos: Macario de Gante, obispo, y Ezequiel, profeta.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 34, 1-2; Sal 139, 8)
Combate, Señor, a los que me combaten, ataca a los que me atacan; ponte la armadura, toma el escudo y ven en mi ayuda. Tú eres mi fortaleza y mi salvación.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, nueva fuerza para no sucumbir a nuestras humanas debilidades, por los méritos de la pasión de tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Isaías: 42,1-7
Miren a mi siervo, a quien
sostengo, a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto
mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No
gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas,
no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que
aún humea. Proclamará la justicia con firmeza, no titubeará
ni se doblegará, hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y
hasta que las islas escuchen su enseñanza.
Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió,
el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento
a la gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en
ella: "Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te
llamé, te tomé de la mano; te he formado y te he constituido alianza
de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques
a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
El profeta crea solemne
expectativa. Los oyentes están atentos para oír el mensaje. Dios
proclama con tono desafiante sus planes futuros, para revelarse como Señor
de la historia.
Del salmo 26 R/. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy
a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién
podrá hacerme temblar? R/.
Cuando me asaltan los malvados para devorarme, ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen. R/.
Aunque se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón;
aun cuando hagan la guerra contra mí, tendré plena confianza en
el Señor. R/.
La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor
y fortaleza y en el Señor confía. R/.
ACLAMACIÓN R/. Honor
y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión
de nuestras faltas. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 12, 1-11
Seis
días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía
Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí
le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que
estaban con él a la mesa. María tomó entonces una libra
de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús
los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se
llenó con la fragancia del perfume.
Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar
a Jesús, exclamó: "¿Por qué no se ha vendido
ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?".
Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón,
y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.
Entonces dijo Jesús: "Déjala. Esto lo tenía guardado
para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre
con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán".
Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús
estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también
para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de
entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro,
porque, a causa de él, muchos judíos se separaban y creían
en Jesús. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
Una escena de contrastes. María expresa amor intenso y profundo. Judas sólo sabe de cálculos e intereses. Sólo quien ama mucho entiende la decisión radical de Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, con bondad, este sacrificio que tú instituíste misericordiosamente para reparar el daño de nuestros pecados, y hazlo producir en nosotros abundantes frutos de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y
la gloriosa resurrección de Jesucristo, nuestro Señor, en los
que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio
de nuestra redención.
Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos
unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 101,3)
No te me ocultes, Señor, el día de mi desgracia. Escúchame con bondad y, siempre que te invoque, respóndeme enseguida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Quédate, Señor, con nosotros y protege con tu amor infatigable nuestros corazones santificados por esta Eucaristía, para que podamos conservar siempre las gracias que hemos recibido de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MARTES DE LA SEMANA SANTA.
Santos: Estanislao de Cracovia, mártir, y Antipas de Pérqamo, mártir.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 26, 12)
No me entregues, Señor, al odio de mis enemigos, pues han surgido contra mí testigos falsos, que respiran violencia.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a celebrar los misterios de la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento, que podamos merecer tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Isaías: 49, 1-6
Escúchenme, islas;
pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el
vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, él
pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano,
me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tú
eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria". Entonces yo
pensé: "En vano me he cansado, inútilmente, he gastado mis
fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa
la tenía mi Dios".
Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para
que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar
a Israel en torno suyo —tanto así me honró el Señor,
y mi Dios fue mi fuerza—. Ahora, pues, dice el Señor: "Es
poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y
reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones,
para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la
tierra". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
El profeta está
tan seguro de la misión que Dios le ha confiado, que la hace partir del
vientre materno. El siervo escogido será la luz esplendorosa que se irradiará
a todas las naciones.
Del salmo 70 R/. En ti, Señor, he puesto mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado.
Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración
y ponme a salvo. R/.
Sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y
pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados.
R/.
Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me
sostenías. R/.
Yo proclamaré siempre tu justicia, y a todas horas, tu misericordia.
Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote
es mi orgullo. R/.
ACLAMACIÓN R/. Honor
y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser
llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san 13, 21-33. 36-38
En
aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos,
se conmovió profundamente y declaró: "Yo les aseguro que
uno de ustedes me va a entregar". Los discípulos se miraron perplejos
unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos,
al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón
Pedro le hizo una seña y le preguntó: "¿De quién
lo dice?". Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús,
le preguntó: "Señor, ¿quién es?". Le contestó
Jesús: "Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy
a mojar". Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón
el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás.
Jesús le dijo entonces a Judas: "Lo que tienes que hacer, hazlo
pronto". Pero ninguno de los comensales entendió a qué se
refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la
bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la
fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió
inmediatamente. Era de noche.
Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: "Ahora ha sido glorificado
el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido
glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí
mismo y pronto lo glorificará.
Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán,
pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora:
'A donde yo voy, ustedes no pueden ir' ". Simón Pedro le dijo: "Señor,
¿adonde vas?". Jesús le respondió: "A donde yo
voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde". Pedro
replicó: "Señor, ¿por qué no puedo seguirte
ahora? Yo daré mi vida por ti". Jesús le contestó:
"¿Conque darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no
cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Judas y Pedro fracasan en su afán de mantenerse fieles a Jesús. La razón de su fracaso radica en su autosuficiencia. La fidelidad cristiana es un don, y no una hazaña humana.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, con bondad este pan y este vino que te presentamos, y concede a cuantos quieres hacernos partícipes del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, llegar a poseerlo plenamente en tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de la Pasión del Señor II
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rom 8, 32)
Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, y con él nos ha dado todos los bienes.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por medio de este sacramento, que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MIÉRCOLES DE LA SEMANA SANTA.
Santos: Julio I, papa, y Teresa de Jesús de los Andes, religiosa.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Flp 2, 10. 8. 11)
Que al nombre de Jesús, todo ser viviente, en el cielo, en la tierra y en el abismo, caiga de rodillas, porque el Señor aceptó por obediencia hasta la misma muerte, y una muerte de cruz. Por esto confesamos, para gloria de Dios Padre, que Jesucristo es el Señor.
ORACIÓN COLECTA
Padre misericordioso, que para librarnos del poder del enemigo quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Isaías: 50, 4-9
En aquel entonces, dijo
Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que
pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana,
el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo.
El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto
resistencia ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban
de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso
endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado.
Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién
luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién
me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién
se atreverá a condenarme?". Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
El profeta tiene conciencia
de sus habilidades y fortalezas. Dios ha acrecentado su capacidad para oír
y le ha dado el aguante y la paciencia para sobreponerse al fracaso.
Del salmo 68 R/. Por tu bondad, Señor, socórreme.
Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño
soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo
de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae. R/.
La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión
y no la hallo; busco quien me consuele y no lo encuentro. En mi comida me echaron
hiél, para mi sed me dieron vinagre. R/.
En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido.
Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán
más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre
ni olvida al que se encuentra encadenado. R/.
ACLAMACIÓN R/. Honor
y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser
llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Mateo: 26, 14-25
En
aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos
sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?".
Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba
buscando una oportunidad para entregárselo.
El primer día de la fiesta de los panes ázimos, los discípulos
se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Dónde quieres
que te preparemos la cena de Pascua?". Él respondió: "Vayan
a la ciudad, a casa de fulano y díganle: 'El Maestro dice: Mi hora está
ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa'".
Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la
cena de Pascua.
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les
dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme". Ellos se
pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: "¿Acaso
soy yo, Señor?". Él respondió:
“El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme.
Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él;
pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más
le valiera a ese hombre no haber nacido". Entonces preguntó Judas,
el que lo iba a entregar: "¿Acaso soy yo, Maestro?". Jesús
le respondió: "Tú lo has dicho". Palabra del
Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Los banquetes son celebraciones festivas que reafirman vínculos profundos de comunión. Cuando la comunión de Judas con Jesús se rompe, el pan compartido pierde significado.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos la gracia de traducir en una vida de amor y de obediencia a tu voluntad el misterio de la pasión de tu Hijo, que estamos celebrando. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de la Pasión del Señor II
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 20, 28)
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida para redención de todos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Señor, Dios nuestro, creer profundamente que por la muerte de tu Hijo, padecida en el Calvario y anunciada en cada Eucaristía, tú nos has dado la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
JUEVES SANTO
Santos: Martín I, papa y mártir, y Hermenegildo de Sevilla, rey.
Misa vespertina de la Cena del Señor
Según una antiquísima tradición de la Iglesia, en este día se prohiben todas las misas sin asistencia del pueblo.
En la tarde, a la hora más oportuna, se celebra la misa de la Cena del Señor, con la participación de toda la comunidad local y con la intervención, según su propio oficio, de todos los sacerdotes y ministros.
Los sacerdotes que hayan celebrado ya en la misa del santo crisma o por alguna razón pastoral, pueden concelebrar en la misa vespertina. Donde lo pida el bien de la comunidad, el ordinario del lugar puede permitir que se celebre otra misa en la tarde en templos u oratorios públicos o semipúblicos; y en caso de verdadera necesidad, aun en la mañana, pero solamente en favor de los fieles que de ninguna manera puedan asistir a la misa de la tarde. Téngase cuidado, sin embargo, de que estas celebraciones no se hagan en provecho de personas particulares y de que no sean en perjuicio de la asistencia el clero y del pueblo, hoy y mañana.
ANTÍFONA DE ENTRADA (cfr. Ga 6, 14)
Que nuestro único orgullo sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque en Él tenemos la salvación, la vida y la resurrección, y por él hemos sido salvados y redimidos.
Se dice Gloría.
Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta la Vigilia Pascual, a no ser que la Conferencia Episcopal o el Ordinario dispongan otra cosa.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que nos has reunido para celebrar aquella Cena en la cual tu Hijo único, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno, sacramento de su amor, concédenos alcanzar por la participación en este sacramento, la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del Éxodo: 12, 1-8. 11-14
En aquellos días,
el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:"Este
mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del
año. Díganle a toda la comunidad de Israel: 'El día diez
de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si
la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con
los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la
cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho,
de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad
de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre
y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan
a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán
panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura
ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda
prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los
primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados.
Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre
les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando
yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga
exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto.
Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como
fiesta en honor del Señor. De generación en generación
celebrarán esta festividad, como institución perpetua'".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Los israelitas celebran
la pascua como memorial de liberación. Mientras otros sufrían
muerte y calamidades, Dios liberó a su pueblo y se manifestó verdadero
Señor de la historia.
Del salmo 115 R/. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha
hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré
el nombre del Señor. R/.
A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte,
Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava.
R/.
Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré
mis promesas al Señor ante todo su pueblo. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 11, 23-26
Hermanos:
Yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor
Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos,
y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto
es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este
cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria
mía siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz,
proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Jesús escoge símbolos cargados de significado. Pan y vino, alimento y alegría para el hombre. La Eucaristía, como sostén y dinamismo que alienta nuestra comunión éclesial.
ACLAMACIÓN (Jn 13,
34) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los
otros, como yo los he amado. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 13, 1-15
Antes
de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la
hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban
en el mundo, los amó hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón
de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús,
consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas
y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó
de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla se la ciñó;
luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos
y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: "Señor,
¿me vas a lavar tú a mí los pies?". Jesús le
replicó: "Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora,
pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "Tú
no me lavarás los pies jamás". Jesús le contestó:
"Si no te lavo, no tendrás parte conmigo". Entonces le dijo
Simón Pedro: "En ese caso, Señor, no sólo los pies,
sino también las manos y la cabeza". Jesús le dijo: "El
que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque
todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no
todos". Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo:
'No todos están limpios'.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió
a la mesa y les dijo: "¿Comprenden lo que acábo de hacer
con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque
lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los
pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les
he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes
lo hagan". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
La humillación de
Jesús cuando lava los pies de sus discípulos es el signo de su
humillación libre y voluntaria que lo conducirá hasta la muerte
para conseguirnos la vida duradera.
En la homilía se exponen los grandes hechos que se recuerdan en esta
misa, es decir, la institución de la Sagrada Eucaristía y del
Orden Sacerdotal y el mandato del Señor sobre la caridad fraterna. Después
de la homilía, donde lo aconseje el bien pastoral, se lleva a cabo el
lavatorio de los pies.
LAVATORIO DE LOS PIES
Los varones designados para
el rito van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos preparados
para ellos en un lugar visible.
El celebrante, quitada la casulla si es necesario, se acerca a cada una de las
personas designadas y, con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se
los seca.
Mientras tanto, se canta alguna de las siguientes antífonas o algún
canto apropiado.
El Señor se levantó de la mesa, echó agua en un recipiente
y se puso a lavar los pies de sus discípulos para darles ejemplo.
Señor, ¿pretendes tú, lavarme a mí los pies?
Jesús le respondió:
Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo.
V. Fue Jesús hacia Simón Pedro y éste le dijo:
—Señor...
V. Lo que yo estoy haciendo, tú no lo entiendes ahora; lo entenderás
más tarde.
—Señor...
ANTÍFONA TERCERA (cfr. Jn 13, 14)
Si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, con cuánta mayor razón ustedes deben lavarse los pies unos a otros.
ANTÍFONA CUARTA (Jn 13, 35)
En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en que se amen los unos a los otros.
V. Jesús dice a
sus discípulos:
—En esto reconocerán todos...
ANTÍFONA QUINTA (Jn 13, 34)
Este nuevo mandamiento les doy: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado, dice el Señor.
ANTÍFONA SEXTA (1 Co 13, 13)
Que permanezcan en ustedes
la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor.
V. Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres
virtudes es el amor.
—Que permanezcan...
Inmediatamente después del lavatorio de los pies o, si éste no
tuvo lugar, después de la homilía, se hace la Oración universal.
No se dice Credo
LITURGIA EUCARÍSTICA
Al comienzo de la Liturgia
Eucarística, puede organizarse una procesión de los fieles en
la que se lleven dones para los pobres. Mientras tanto, se canta el siguiente
himno: Ubi caritas est vera (A Dios siempre lo encontramos donde hay amor) u
otro cántico apropiado.
Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor.
El amor de Jesucristo nos ha unido, ha llenado nuestras almas de alegría.
Abstengámonos, por lo tanto, de ofenderlo y aprendamos a encontrarlo
en nuestro hermano.
Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor.
Ya que estamos en Cristo congregados, que ya nada pueda nunca separarnos. Cesen
ya los rencores y las guerras, y que en Cristo nos miremos como hermanos.
Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor.
Haz que todos merezcamos en el cielo, con los ángeles y santos, ver tu
rostro. Cumpliremos así todo nuestro anhelo, y darás a nuestras
almas gozo eterno. Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
El cual, verdadero y eterno sacerdote, al instituir el sacrificio perdurable,
se ofreció a ti como víctima salvadora, y nos mandó que
lo ofreciéramos como memorial suyo.
En efecto, cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos;
y cuando bebemos su Sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros
pecados.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros
celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...
Si se usa el Canon Romano, se dicen las oraciones propias para este dia.
Si se usan las plegarias eucarísticas II o III, notese la referencia
que se hace de esta misa.
ANTIFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 11, 24. 25)
Éste es mi Cuerpo,
que se da por ustedes. Este cáliz es la nueva alianza establecida por
mi Sangre; cuantas veces lo beban, háganlo en memoria mía, dice
el Señor.
Después de distribuir la comunión, se deja sobre el altar un copón
con hostias para la comunión del día siguiente, y se termina la
misa con esta oración.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú
que nos permites disfrutar en esta vida de la Cena instituida por tu Hijo, concédenos
participar también del banquete celestial en tu Reino. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Traslación del Santísimo Sacramento
Dicha la oración después de la comunión, el sacerdote,
de pie ante el altar, pone incienso en el incensario y, arrodillado, inciensa
tres veces al Santísimo Sacramento. Enseguida recibe el paño de
hombros, toma en sus manos el copón y lo cubre con las extremidades del
paño.
Se forma entonces la procesión para llevar al Santísimo Sacramento
a través del templo, hasta el sitio donde se le va a guardar. Va adelante
un acólito con la cruz alta; otros acólitos acompañan al
Santísimo Sacramento con ciriales e incienso. El lugar de depósito
debe estar preparado en alguna capilla convenientemente adornada. Durante la
procesión, se canta el himno Pange Lingua (excepto las dos últimas
estrofas) o algún otro canto eucarístico.
Al llegar la procesión al lugar donde va a depositarse el Santísimo
Sacramento, el sacerdote deposita el copón y, poniendo de nuevo incienso
en el incensario, lo inciensa arrodillado, mientras se canta la parte final
del himno Tantum Ergo. Enseguida se cierra el tabernáculo o la urna del
depósito.
Después de unos momentos de adoración en silencio, el sacerdote
y los ministros hacen genuflexión y vuelven a la sacristía.
Enseguida se desnuda el altarl y, si es posible, se quitan del templo las cruces.
Si algunas no se pueden quitar, es conveniente que queden cubiertas con un velo.
Quienes asistieron a la misa vespertina no están obligados a rezar Vísperas.
Exhórtese a los fíeles, según las costumbres del lugar,
a dedicar alguna parte de su tiempo, en ia noche, a la adoración delante
del Santísimo Sacramento. Esta adoración, despues de la media
noche, hágase sin solemnidad.
VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR.
Santos: Máximo. Tiburcio y Valerio de Roma, mártires, y Ludivina de Shiedam, virgen.
El día de hoy y el
de mañana, por una antiquísima tradición, la Iglesia omite
por completo la celebración del sacrificio eucarístico.
El altar debe estar desnudo por completo: sin cruz, sin candelabros y sin manteles.
Después del mediodía, alrededor de las tres de la tarde, a no
ser que por razón pastoral se elija una hora más avanzada, se
celebra la Pasión del Señor, que consta de tres partes: Liturgia
de la Palabra, Adoración de la Cruz y Sagrada Comunión.
En este día la sagrada comunión se distribuye a los fíeles
únicamente dentro de la celebración de la Pasión del Señor;
pero a los enfermos que no puedan tomar parte en esta celebración, se
les puede llevar a cualquier hora del día.
El sacerdote y el diácono, revestidos de color rojo como para la misa,
se dirigen al altar, y hecha la debida reverencia, se postran rostro en tierra
o, si se juzga mejor, se arrodillan, y todos oran en silencio durante algún
tiempo.
Después el sacerdote, con los ministros, se dirige a la sede, donde,
vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice una de las siguientes oraciones:
ORACIÓN
No se dice "Oremos",
Padre nuestro misericordioso,
santifica y protege siempre a esta familia tuya, por cuya salvación derramó
su Sangre y resucitó glorioso Jesucristo, tu Hijo. El cual vive y reina
por los siglos de los siglos. R/. Amén.
Tú, que con la Pasión de Cristo, Hijo tuyo y Señor nuestro,
nos libraste de la muerte, que heredamos todos a consecuencia del primer pecado,
concédenos, Señor, a cuantos por nacimiento somos pecadores, asemejarnos
plenamente, por tu gracia, a Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos
de los siglos. R/. Amén.
Primera parte
Luego todos se sientan y se hace la primera lectura, tomada del profeta Isaías,
con su salmo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Isaías: 52,13-53, 12
He aquí que mi siervo
prosperará, será engrandecido y exaltado, será puesto en
alto. Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su semblante,
que no tenía ya aspecto de hombre; pero muchos pueblos se llenaron de
asombro. Ante Él los reyes cerrarán la boca, porque verán
lo que nunca se les había contado y comprenderán lo que nunca
se habían imaginado.
¿Quién habrá de creer lo que hemos anunciado? ¿A
quién se le revelará el poder del Señor? Creció
en su presencia como planta débil, como una raíz en el desierto.
No tenía gracia ni belleza. No vimos en Él ningún aspecto
atráyente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores,
habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado
y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por
nuestras rebeliones, triturado por núestros crímenes. Él
soportó el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados.
Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y
el Señor cargó sobre Él todos nuestros crímenes.
Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero
llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría
la boca.
Inicuamente y contra toda justicia se lo llevaron. ¿Quién se preocupó
de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muerte
por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores a la hora
de su muerte, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño
en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida
como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus
años y por medio de Él prosperarán los designios del Señor.
Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; con sus
sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes
de ellos. Por eso le daré una parte entre los grandes, y con los fuertes
repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y
fue contado entre los malhechores, cuando tomó sobre sí las culpas
de todos e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios, Te
alabamos, Señor.
El Siervo vivirá
en carne propia el escándalo del sufrimiento inocente. Desconcertó
a muchos, sufrió vejaciones y terminó liberando a su pueblo de
los pecados de éste.
Del salmo 30 R/. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado. En tus manos
encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás.
R/.
Se burlan de mí mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se
espantan, los que me ven pasar huyen de mí. Estoy en el olvido, como
un muerto, como un objeto tirado en la basura. R/.
Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios, y en tus
manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen.
R/.
Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia.
Sean fuertes y valientes de corazón, ustedes, los que esperan en el Señor.
R/.
A continuación se hace la segunda lectura, tomada de la carta a los hebreos,
con el canto antes del Evangelio.
Lectura de la carta a los hebreos: 4, 14-16; 5, 7-9
Hermanos: Jesús,
el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo. Mantengamos
firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote
que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que Él
mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado. Acerquémonos,
por tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia,
hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
Precisamente por eso, Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones
y súplicas con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía
librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el
Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección,
se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los
que lo obedecen. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Jesús no desconoció las limitaciones humanas; fue sensible al
dolor y al sufrimiento. El pecado no perturbó su relación de fidelidad
con el Padre: vivió como Hijo obediente.
ACLAMACIÓN (Flp
2, 8-9) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso
la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las
cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.
Finalmente se lee la Pasión del Señor según san Juan, del mismo modo que el domingo precedente.
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN (18, 1-19, 42)
Apresaron a Jesús
y lo ataron
En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del
torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí
Él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también
el sitio, por que Jesús se reunía a menudo allí con sus
discípulos.
Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los
sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas,
antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó
y les dijo: "¿A quién buscan?". Le contestaron: "A
Jesús, el nazareno". Les dijo Jesús: "Yo soy".
Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles 'Yo soy', retrocedieron
y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar: "¿A
quién buscan?". Ellos dijeron: "A Jesús, el nazareno".
Jesús contestó: "Les he dicho que soy yo. Si me buscan a
mí, dejen que éstos se vayan". Así se cumplió
lo que Jesús había dicho: 'No he perdido a ninguno de los que
me diste'.
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió
a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado
se llamaba Maleo. Dijo entonces Jesús a Pedro: "Mete la espada en
la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?".
Llevaron a Jesús primero ante Anás
El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron
a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era
suegro de Caifas, sumo sacerdote aquel año. Caifas era el que había
dado a los judíos este consejo: "Conviene que muera un solo hombre
por el pueblo".
Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este
discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús
en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la
puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote,
habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces
a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos
de ese hombre?". Él dijo: "No lo soy". Los criados y los
guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío,
y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos
y de su doctrina. Jesús le contestó: "Yo he hablado abiertamente
al mundo y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde
se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por
qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído,
sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho".
Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole:
"¿Así contestas al sumo sacerdote?". Jesús le
respondió: "Si he faltado al hablar, demuestra en qué he
faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?".
Entonces Anás lo envió atado a Caifas, el sumo sacerdote.
¿No eres tú también uno de sus discípulos? No lo
soy Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: "¿No
eres tú también uno de sus discípulos?". Él
lo negó diciendo: "No lo soy". Uno de los criados del sumo
sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado fe la oreja,
le dijo: "¿Qué no te vi yo con Él en el huerto?".
Pedro volvió a negarlo y en seguida cantó un gallo.
Mi Reino no es de este mundo
Llevaron a Jesús de casa de Caifas al pretorio. Era muy de mañana
y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así
comer la cena de Pascua.
Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo: "¿De
qué acusan a este hombre?". Le contestaron: "Si éste
no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído". Pilato
les dijo: "Pues llévenselo y júzguenlo según su ley".
Los judíos le respondieron: "No estamos autorizados para dar muerte
a nadie". Así se cumplió lo que había dicho Jesús,
indicando de qué muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le
dijo: "¿Eres tú el rey de los judíos?". Jesús
le contestó: "¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han
dicho otros?". Pilato le respondió: "¿Acaso soy yo judío?
Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué
es lo que has hecho?". Jesús le contestó: "Mi Reino
no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían
luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no
es de aquí". Pilato le dijo: "¿Con que tú eres
rey?". Jesús le contestó: "Tú lo has dicho. Soy
rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que
es de la verdad, escucha mi voz". Pilato le dijo: "¿Y qué
es la verdad?".
Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:
"No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que
por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey
de los judíos?". Pero todos ellos gritaron: "¡No, a ése
no! ¡A Barrabás!". (El tal Barrabás era un bandido.)
¡Viva el rey de los judíos!
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar.
Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le
echaron encima un manto color púrpura, y acercándose a Él,
le decían: "¡Viva el rey de los judíos!", y le
daban de bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo: "Aquí lo traigo
para que sepan que no encuentro en Él ninguna culpa". Salió,
pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura.
Pilato les dijo: "Aquí está el hombre".
Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron: "¡Crucifícalo,
crucifícalo!". Pilato les dijo: "Llévenselo ustedes
y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en Él".
Los judíos le contestaron: "Nosotros tenemos una ley y según
esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios". Cuando Pilato
oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando
otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: "¿De dónde
eres tú?". Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo
entonces: "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo
autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?". Jesús le
contestó: "No tendrías ninguna autoridad sobre mí,
si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene
un pecado mayor".
¡Fuera, fuera! Crucifícalo
Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
"¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque
todo el que pretende ser rey es enemigo del César". Al oír
estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal,
en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era
el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía.
Y dijo Pilato a los judíos: "Aquí tienen a su rey".
Ellos gritaron: "¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!".
Pilato les dijo: "¿A su rey voy a crucificar?". Contestaron
los sumos sacerdotes: "No tenemos más rey que el César".
Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Crucificaron a Jesús y con Él a otros dos.
Tomaron a Jesús, y Él, cargando con la cruz se dirigió
hacia el sitio llamado "la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota),
donde lo crucificaron, y con Él a otros dos, uno de cada lado, y en medio
Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la
cruz; en él estaba escrito: "Jesús el nazareno, el rey de
los judíos". Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba
cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo,
latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le
dijeron a Pilato: "No escribas: 'El rey de los judíos', sino: 'Éste
ha dicho: Soy rey de los judíos'". Pilato les contestó: "Lo
escrito, escrito esta”.
Se repartieron mi ropa
Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron
cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una
túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Por eso
se dijeron: "No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién
le toca". Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron
mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados.
Ahí está tu hijo. Ahí está tu madre
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María
la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a
ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo, a su madre:
"Mujer, ahí está tu hijo". Luego dijo al discípulo:"Ahí
está tu madre". Y desde aquella hora el discípulo se la llevó
a vivir con él.
Todo está cumplido
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado
a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: "Tengo sed".
Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una
esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a
la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: "Todo está
cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.
Inmediatamente salió sangre y agua
Entonces, los judíos, como era el día de la preparación
de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la
cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne,
pidieron a Pilato que les quebraron las piernas y los quitaran de la cruz.
Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que
habían sido crucificados con Él. Pero al llegar a Jesús,
viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno
de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente
salió sangre y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe
que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió
para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún
hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Vendaron el cuerpo de Jesús y lo perfumaron
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de
Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato
que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó.
Él fue entonces y se llevó el cuerpo.
Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche,
y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas,
según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un
huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo,
donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos
era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba
cerca, allí pusieron a Jesús. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Jesús está
preparado interiormente para la hora decisiva. Domina la escena y responde de
manera solemne diciendo: "Yo soy". Nadie impedirá que beba
el cáliz del Padre.
Después de la lectura de la Pasión, se tiene, si parece oportuno,
una breve homilía, después de la cual el sacerdote puede exhortar
a los fieles a orar durante un breve espacio de tiempo.
ORACIÓN UNIVERSAL
La Liturgia de la Palabra
se termina con la Oración universal, que se hace de esta manera: el diácono,
junto al ambón, dice el invitatorio, en el cual se expresa la intención.
Enseguida oran todos en silencio durante un breve espacio de tiempo y luego
el sacerdote, de pie junto a la sede o ante el altar, dice la oración
con las manos extendidas. Los fíeles pueden permanecer arrodillados o
de pie durante todo el tiempo de las oraciones.
Las Conferencias Episcopales pueden aprobar algunas aclamaciones del pueblo
antes de cada oración del sacerdote o disponer que se conserve la invitación
tradicional del diácono: "Arrodillémonos, Levantémonos"
y la costumbre de que los fieles se arrodillen en silencio durante la oración.
Cuando hay una grave necesidad pública, el Ordinario del lugar puede
permitir o prescribir que se añada alguna intención especial.
De las oraciones que se presentan en el misal, el sacerdote puede escoger las
que sean más apropiadas para las circunstancias del lugar, cuidando,
sin embargo, de que se conserve la serie de intenciones establecidas para la
Oración universal (Instrucción General del Misal Romano, n. 46).
I. Por la santa Iglesia.
Oremos, hermanos, por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor le
conceda la paz y la unidad, la proteja en todo el mundo y nos conceda una vida
serena, para alabar a Dios Padre todopoderoso.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a todas las naciones,
conserva la obra de tu amor, para que tu Iglesia, extendida por todo el mundo,
persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo,
nuestro Señor. R/. Amén.
II Por el Papa.
Oremos también por nuestro santo padre el Papa N., para que Dios nuestro
Señor, que lo eligió entre los obispos, lo asista y proteja para
bien de su Iglesia, como guía y pastor del pueblo santo de Dios.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote.
Dios todopoderoso y eterno, cuya providencia gobierna todas las cosas, atiende
a nuestras súplicas y protege con tu amor al Papa que nos has elegido,
para que el pueblo cristiano, confiado por ti a su guía pastoral, progrese
siempre en la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
III. Por el pueblo de Dios y sus ministros.
Sobre la forma de mencionar al obispo, cfr. Instr. Gen. n. 109.
Oremos también por nuestro obispo N., por todos los obispos, presbíteros,
diáconos, por todos los que ejercen algún ministerio en la Iglesia
y por todo el pueblo de Dios.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que con tu Espíritu santificas y gobiernas
a toda tu Iglesia, escucha nuestras súplicas y concédenos tu gracia,
para que todos, según nuestra vocación, podamos servirte con fidelidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
IV. Por los catecúmenos.
Oremos también por los (nuestros) catecúmenos, para que Dios nuestro
Señor los ilumine interiormente y les comunique su amor; y para que,
mediante el bautismo, se les perdonen todos sus pecados y queden incorporados
a Cristo nuestro Señor.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que sin cesar concedes nuevos hijos a tu Iglesia,
aumenta en los (nuestros) catecúmenos el conocimiento de su fe, para
que puedan renacer por el bautismo a la vida nueva de tus hijos de adopción.
Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
V. Por la unidad de los cristianos.
Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para que Dios
nuestro Señor les conceda vivir sinceramente lo que profesan y se digne
reunirlos para siempre en un solo rebaño, bajo un solo pastor.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, tú que reúnes a los que están
dispersos y los mantienes en la unidad, mira con amor a todos los cristianos,
a fin de que, cuantos están consagrados por un solo bautismo, formen
una sola familia, unida por el amor y la integridad de la fe. Por Jesucristo,
nuestro Señor R/. Amén.
VI. Por los judíos.
Oremos también por el pueblo judío, al que Dios se dignó
hablar por medio de los profetas, para que el Señor le conceda progresar
continuamente en el amor a su nombre y en la fidelidad a su alianza.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que prometiste llenar de bendiciones a Abraham y
a su descendencia, escucha las súplicas de tu Iglesia, y concede al pueblo
de la primitiva alianza alcanzar la plenitud de la redención. Por Jesucristo,
nuestro Señor. R/. Amén.
VII. Por los que no creen en Cristo.
Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por
el Espíritu Santo, puedan encontrar el camino de la salvación.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en Cristo buscar sinceramente
agradarte, para que encuentren la verdad; y a nosotros tus fieles, concédenos
progresar en el amor fraterno y en el deseo de conocerte más, para dar
al mundo un testimonio creíble de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
VIII. Por los que no creen en Dios.
Oremos también por los que no conocen a Dios, para que obren siempre
con bondad y rectitud y puedan llegar así a conocer a Dios.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que has hecho a los hombres en tal forma que en
todo, aun sin saberlo, te busquen y sólo al encontrarte hallen descanso,
concédenos que, en medio de las adversidades de este mundo, todos reconozcan
las señales de tu amor y, estimulados por el testimonio de nuestra vida,
tengan por fin la alegría de creer en ti, único Dios verdadero
y Padre de todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
IX. Por los gobernantes.
Oremos también por los jefes de Estado y todos los responsables de los
asuntos públicos, para que Dios nuestro Señor les inspire decisiones
que promuevan el bien común, en un ambiente de paz y libertad.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, en cuya mano está mover el corazón
de los hombres y defender los derechos de los pueblos, mira con bondad a nuestros
gobernantes, para que, con tu ayuda, promuevan una paz duradera, un auténtico
progreso social y una verdadera libertad religiosa. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R/. Amén.
X. Por los que se encuentran en alguna tribulación.
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que libre al mundo de todas
sus miserias, dé salud a los enfermos y pan a los que tienen hambre,
libere a los encarcelados y haga justicia a los oprimidos, conceda seguridad
a los que viajan, un pronto retorno a los que se encuentran lejos del hogar
y la vida eterna a los moribundos.
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los afligidos y fortaleza de los que
sufren, escucha a los que te invocan en su tribulación, para que experimenten
todos la alegría de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Terminada la Oración
universal, se hace la adoración solemne de la santa Cruz. De las dos
formas que se proponen a continuación para el descubrimiento de la cruz,
elíjase la que se juzgue más apropiada pastoralmente, de acuerdo
con las circunstancias.
Primera forma de mostrar la santa Cruz
Se lleva al altar la cruz, cubierta con un velo y acompañada por dos
acólitos con velas encendidas.
El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la cruz, descubre un poco su extremo
superior, la eleva y comienza a cantar el invitatorio "Mirad el árbol
de la Cruz", cuyo canto prosigue juntamente con los ministros sagrados
o, si es necesario, con el coro. Todos responden: "Venid y adoremos".
Terminado el canto, todos se arrodillan y adoran en silencio, durante algunos
instantes, la cruz que el sacerdote, de pie, mantiene en alto.
Enseguida el sacerdote descubre el brazo derecho de la cruz y, elevándola
de nuevo, comienza a cantar (en el mismo tono que antes) el invitatorio "Mirad
el árbol de la Cruz", y se prosigue como la primera vez.
Finalmente descubre por completo la cruz y, volviéndola a elevar, comienza
por tercera vez el invitatorio "Mirad el árbol de la Cruz",
como la primera vez.
Enseguida, acompañado por dos acólitos con velas encendidas, el
sacerdote lleva la cruz a la entrada del presbiterio o a otro sitio adecuado
y la coloca ahí, o la entrega a los ministros o acólitos para
que la sostengan, y se colocan las dos velas encendidas a los lados de la cruz.
Se hace luego la adoración de la santa Cruz.
Segunda forma de mostrar la santa Cruz.
El sacerdote, el diacono u otro ministro idóneo, va a la puerta del templo
juntamente con los acólitos.
Ahí recibe la cruz ya descubierta. Los acólitos toman los ciriales
encendidos, y todos avanzan en forma de procesión hacia el presbiterio
a través del templo
Cerca de la puerta del templo, el que lleva la curz la levanta y canta un invitatotio
"Mirad el árbol de la cruz". todos responden: "Venid y
adoremos" y se arrodillan después de la respuesta, adorando un momento
en silencio. Esto mismo se repite a la mitad de la iglesia, y a la entrada del
presbiterio. (El invitatorio se canta las tres veces en el mismo tono).
Enseguida se coloca la cruz a la entrada del presbiterio y se ponen a sus lados
los ciriales.
INVITATORIO AL PRESENTAR LA SANTA CRUZ
V. Mirad el árbol
de la Cruz donde estuvo clavado Cristo, el Salvador del mundo.
R/. Venid y adoremos.
ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ
El sacerdote, el clero y
los fieles se acercan procesionalmente y adoran la cruz, haciendo delante de
ella una genuflexión simple o algún otro signo de veneración
(como el de besarla), según la costumbre de la región.
Mientras tanto, se canta la antífona "Tu Cruz adoramos", los
Improperios, u otros cánticos apropiados. Todos, conforme van terminando
de adorar la cruz, regresan a su lugar y se sientan.
Expóngase solamente una cruz a la adoración de los fieles. Si
por el gran número de asistentes no todos pudieren acercarse, el sacerdote,
después de que una parte de los fieles haya hecho la adoración,
toma la cruz y, de pie ante el altar, invita a todo el pueblo, con breves palabras,
a adorar la santa Cruz. Luego la levanta en alto por un momento, para que los
fieles la adoren en silencio.
Terminada la adoración, la cruz es llevada al altar y puesta en su lugar.
Los ciriales encendidos son colocados a los lados del altar o junto a la cruz.
CANTOS PARA LA ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ.
Las partes que corresponden al primer coro, se indican con el número 1; las que corresponden al segundi, con el número 2; las que deben cantarse juntamente por los dos coros, con los números 1 y 2.
1 y 2. ANTÍFONA
Tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos, pues del árbol de la Cruz ha venido la alegría al mundo entero.
1. SALMO 66, 2
Que el Señor se apiade de nosotros y nos bendiga, que nos muestre su rostro radiante y misericordioso.
1 y 2. ANTÍFONA
Tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos, pues del árbol de la Cruz ha venido la alegría al mundo entero.
IMPROPERIOS I
1 y 2. Pueblo mío,
¿qué mal te he causado, o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme.
1. ¿Porque yo te saqué de Egipto, tú le has preparado una
cruz a tu Salvador?
2. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué
cosa te he ofendido? Respóndeme.
1. Sanctus Deus. 2. Santo Dios.
1. Sanctus Fortis. 2. Santo fuerte
1. Sanctus immortalis, 2. Santo inmortal,
miserere nobis. ten piedad de nosotros.
1 y 2. ¿Porque yo te guié cuarenta años por el desierto,
te alimenté con el maná y te introduje en una tierra fértil,
tú le preparaste una cruz a tu Salvador? Sanctus Deus, etcétera.
1 y 2. ¿Qué más pude hacer, o qué dejé sin
hacer por tí? Yo mismo te elegí y te planté, hermosa viña
mía, pero tú te has vuelto áspera y amarga conmigo, porque
en mi sed me diste de beber vinagre y has plantado una lanza en el costado a
tu Salvador. Sanctus Deus, etcétera.
IMPROPERIOS II.
1. Por ti yo azoté
a Egipto y a sus primogénitos y tú me has entregado para que me
azoten.
2. R/. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué
cosa te he ofendido? Respóndeme.
1. Yo te saqué de Egipto y te libré del faraón en el mar
Rojo, y tú me has entregado a los sumos sacerdotes. 2. R/.
1. Yo te abrí camino por el mar, y tú me has abierto el costado
con tu lanza. 2. R/.
1. Yo te serví de guía con una columna de nubes y tú me
has conducido al pretorio de Pilato. 2. R/.
1. Yo te di de comer maná en el desierto y tú me has dado de bofetadas
y de azotes. 2. R/.
1. Yo te di a beber el agua salvadora que brotó de la peña y tú
me has dado a beber hiél y vinagre. 2. R/.
1. Por ti yo herí a los reyes cananeos y tú, con una caña,
me has herido en la cabeza. 2. R/.
1. Yo puse en tus manos un cetro real y tú me has puesto en la cabeza
una corona de espinas. 2. R/.
1. Yo te exalté con mi omnipotencia y tú me has hecho subir a
la deshonra de la Cruz. 2. R/.
HIMNO
Después de cada estrofa
se van diciendo alternados los versos R1. y R2.
Canta, o lengua jubilosa, He allí al Dios potente,
El combate singular pobre, débil, párvalulo R.1.
En el que el Salvador Del mundo,
Inmolado en una cruz Cuando el cuerpo del Dios-Hombre
Con su sngre redentora alcanzo su plenitud,
a los hombres rescató. Al tormento, libremente,
cual cordero, se entrego,
R.1. Cruz amable y redentora, pues a ello vino al mundo
árbol noble, espléndido. a morir en una cruz. R. 2.
Ningún árbol fue tan rico,
ni en sus frutos ni en su flor. Ya se enfrenta a las injurias,
a los golpes y al rencor,
Cuando Adán, movido a engaño, ya la sangre está brotando
comió el fruto del Edén, de la fuente de salud.
el Creador, compadecido, En qué rio tan divino
desde entonces decretó se ha lavado la creación. R. 1.
que un árbol nos devolviera
lo que un árbol nos quitó. Árbol santo, cruz excelsa,
tu dureza ablanda ya,
R. 2. Dulce leño, dulces clavos, que tus ramas se dobleguen
dulce el fruto que nos dio. al morir el Redentor
y en tu tronco, suavizado,
Quiso, con sus propias armas, lo sostengas con piedad. R. 2.
vencer Dios al seductor,
la sabiduría a la astucia Feliz puerto preparaste
fiero duelo le aceptó, para el mundo náufrago
para hacer surgir la vida y el rescate presentaste
donde la muerte brotó. R. 1. para nuestra redención,
pues la Sangre del Cordero
Cuando el tiempo hubo llegado, en tus brazos se ofrendó. R. 1.
el Eterno nos envió
a su Hijo desde el cielo, Conclusión que nunca debe
Dios eterno como Él, omitirse:
que en el seno de una Virgen
carne humana revistió. R. 2. 1.2. Elevemos jubilosos
a la angusta trinidad
Hecho un niño está llorando, nuestra gratitud inmensa
de un pesebre en la estrechez. Por su amor y redención
En Belén, la Virgen madre al eterno Padre, al Hijo,
en pañales lo envolvió. Y al Espíritu de Amor. Amén.
Tercera parte
SAGRADA COMUNIÓN
Se extiende un mantel sobre
el altar y se pone sobre el un corporal y el libro. Enseguida el diácono
o, en su defecto, el mismo sacerdote, trae el Santísimo Sacramento del
lugar del depósito directamente al altar, mientras todos permanecen de
pie y en silencio. Dos acólitos, con candelabros encendidos acompañan
al Santísimo Sacramento y depositan luego los candelabros a los lados
del altar y sobre él.
Después de que el diácono ha depositado el Santísimo Sacramento
sobre el altar y ha descubierto el copón, se acerca el sacerdote y, previa
genuflexión, sube al altar. Ahí, teniendo las manos juntas, dice
con voz clara:
Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
El sacerdote, con las manos extendidas, dice junto con el pueblo:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga
a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo en voz alta:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz
en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre
libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos
la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. Junta las manos. El pueblo
concluye la oración aclamando:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo no sea para mí
un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche
para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
En seguida hace genuflexión, toma una partícula, la mantiene un
poco elevada sobre el pixis y dice en voz alta:
Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con elpueblo, añade una sola vez:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.
Luego, comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.
Después distribuye la comunión a los fieles. Durante la comunión
se pueden entonar cantos apropiados.
Acabada la comunión, un ministro idóneo lleva el pixis a algún
lugar especialmente preparado fuera de la iglesia, o bien, si lo exigen las
circunstancias, lo reserva en el sagrario.
Después el sacerdote, guardado si lo cree oportuno un breve silencio,
dice la siguiente oración:
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Oremos
Dios
todopoderoso y eterno, que nos has redimido con la gloriosa muerte y resurrección
de Jesucristo, por medio de nuestra participación en este sacramento
prosigue en nosotros por la obra de tu amor y ayúdanos a vivir entregados
siempre a tu servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Como despedida, el sacerdote, de pie y vuelto hacia el pueblo, extendiendo las
manos sobre él, dice la siguiente oración:
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Envía, Señor,
tu bendición sobre estos fieles tuyos que han conmemorado la muerte de
tu Hijo y esperan resucitar con Él; concédeles tu perdón
y tu consuelo, fortalece su fe y condúcelos a su eterna salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Y todos se retiran en silencia. A su debido tiempo se desnuda el altar.
Los que asistieron a esta solemne acción litúrgica de la tarde,
no están obligados a rezar Visperas.
SÁBADO SANTO
Vigilia Pascual
Santos: Anastasia y Basilisa de Roma, mártires. Beato Damián José de Veuster, presbítero. Todo propio
Durante el Sábado
Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando en
su pasión y muerte, y se abstiene de celebrar el sacrificio de la misa
(por lo que conserva el altar enteramente desnudo) hasta que, después
de la vigilia solemne o espera nocturna de la resurrección, se desborda
la alegría pascual, cuya exuberancia inunda los cincuenta días
subsiguientes.
Hoy no puede darse la sagrada comunión más que a modo de viático.
Según una tradición
muy antigua, ésta es una noche de vigilia en honor del Señor (Ex
12, 42). Los fieles, llevando en la mano -según la exhortación
evangélica (Lc 12, 35 ss)-lámparas encendidas, se asemejan a quienes
esperan el regreso de su Señor para que, cuando él vuelva, los
encuentre vigilantes y los haga sentar a su mesa.
La celebración de la Vigilia se desarrolla de la siguiente manera: después
de la breve liturgia de la luz o "lucernario" (primera parte de la
Vigilia), la santa Iglesia, llena de fe en las palabras y promesas del Señor,
medita los portentos que él obró desde el principio en favor de
su pueblo (segunda parte o liturgia de la palabra) y cuando el día de
la resurrección está por llegar, encontrándose ya acompañada
de sus nuevos hijos, renacidos en el bautismo (tercera parte), es invitada a
la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo, por medio de su muerte
y resurrección (cuarta parte).
Toda la celebración de la Vigilia pascual se hace en la noche, de modo
que no debe comenzar antes del principio de la noche del sábado, ni terminar
después del alba del domingo.
La misa de la Vigilia, aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la misa
pascual del Domingo de Resurrección. Los fieles que participan en la
misa de la Vigilia pueden comulgar también en la misa diurna de la Pascua.
El sacerdote que celebra o concelebra la misa de la Vigilia, puede también
celebrar o concelebrar la misa diurna de la Pascua.
El sacerdote y los ministros se revisten desde el principio con los ornamentos
blancos de la misa.
Prepárense suficientes velas para todos los fieles que participen en
la Vigilia.
Primera parte
LUCERNARIO O SOLEMNE COMIENZO DE LA VIGILIA BENDICIÓN DEL FUEGO
Se apagan todas las luces
de la iglesia.
En un lugar adecuado, fuera de la iglesia, se enciende el fuego. Congregado
allí el pueblo, llega el sacerdote con los ministros. Uno de los ministros
lleva el cirio pascual.
Si las circunstancias no permiten encender el fuego fuera de la iglesia, todo
este rito se desarrolla como se indica.
El sacerdote saluda, como de costumbre, al pueblo congregado y le hace una breve
exhortación, con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó
de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por
el mundo, a que se reúnan para velar en oración.
Conmemoremos, pues, juntos, la Pascua del Señor, escuchando su palabra
y participando en sus sacramentos, con la esperanza cierta de participar también
en su triunfo sobre la muerte y de vivir con él para siempre en Dios.
Enseguida bendice el fuego
Oremos
Dios nuestro, que por medio de tu Hijo nos has comunicado el fuego de tu vida
divina, bendice este fuego nuevo y haz que estas fiestas pascuales enciendan
en nosotros el deseo del cielo, para que podamos llegar con un espíritu
renovado a la fiesta gloriosa de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Con el fuego nuevo se enciende el cirio pascual.
Si, por razones pastorales, parece oportuno hacer resaltar con algunos símbolos
la dignidad y la significación del cirio pascual, puede hacerse de este
modo: una vez bendecido el fuego nuevo, un acólito o uno de los ministros
lleva el cirio pascual ante el celebrante. Éste, con un punzón,
graba una cruz en el cirio. Después, traza sobre él la letra griega
Alfa y, debajo, la letra Omega; entre los brazos de la cruz traza los cuatro
números del año en curso, mientras dice:
1. Cristo ayer y hoy,
traza la línea vertical;
2. principio y fin,
traza la línea horizontal;
3. Alfa,
traza la letra Alfa, arriba de la línea vertical;
4. y Omega.
traza la letra Omega, abajo de la línea vertical;
5. Suyo es el tiempo,
traza el primer número del año en curso, en el ángulo superior
izquierdo de la cruz;
6. y la eternidad.
traza el segundo número del año, en el ángulo superior
derecho;
7. A él la gloria y el poder,
traza el tercer número del año en el ángulo inferior izquierdo;
8. por los siglos de los siglos. Amén.
traza el cuarto número del año en el ángulo inferior derecho.
Después de haber trazado la cruz y los demás signos, el sacerdote
puede incrustar en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz, diciendo
al mismo tiempo:
1. Por sus santas llagas 1
2. gloriosas
3. nos proteja 4 2 5
4. y nos guarde
5. Jesucristo nuestro Señor. Amén. 3
El celebrante enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo:
Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro
corazón y de nuestro espíritu.
Lo indicado al encender el cirio pascual, puede realizarse total o parcialmente,
según las circunstancias pastorales del ambiente y del lugar. Las Conferencias
Episcopales pueden establecer también otros ritos más acomodados
a la idiosincrasia de cada pueblo en concreto.
Cuando por alguna razón no se puede encender el fuego fuera de la iglesia,
el rito se acomoda a las circunstancias. Reunido, como de costumbre el pueblo
en la iglesia, el celebrante con los ministros, uno de los cuales lleva el cirio
pascual, se dirige a la puerta de la iglesia. El pueblo, en cuanto sea posible,
se vuelve hacia el celebrante. Se hace el saludo y la exhortación; después
se bendice el ruego y, si se quiere, se prepara y enciende el cirio.
PROCESIÓN
A continuación el
diácono, o en su defecto, el sacerdote, toma el cirio pascual y, manteniéndolo
elevado canta él solo:
Todos entran en la iglesia precedidos por el diácono (o el sacerdote),
que lleva el cirio pascual.
Si se emplea el incienso, el turiferario precederá al diácono.
En la puerta de la iglesia el diácono se detiene y, elevando el cirio,
canta por segunda vez:
Cristo, luz del mundo.
Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
En este momento todos encienden sus velas en la llama del cirio y avanzan de
nuevo.
Al llegar ante el altar, el diácono, vuelto hacia el pueblo, canta por
tercera vez:
Cristo, luz del mundo.
Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
Entonces se encienden las luces del templo
PREGÓN PASCUAL
El sacerdote se dirige
a la sede. El diácono pone el cirio pascual en el candelabro, que está
preparado en medio del presbiterio o junto al ambón. Después de
poner incienso en el incensario, si éste se ha utilizado, el diácono
pide y recibe, como lo hace en la misa antes del Evangelio, la bendición
del sacerdote, el cual dice en voz baja:
El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que proclames
dignamente su pregón pascual; en el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo. R/. Amén.
Esta bendición se omite si el pregón pascual es proclamado por
otro que no sea el diácono.
Si se usa el incienso, el diácono o, en su defecto, el sacerdote, inciensa
el libro y el cirio. Luego proclama el pregón pascual desde el ambón
o desde el pulpito. Todos permanecen de pie, teniendo en sus manos las velas
encendidas.
El pregón pascual puede ser proclamado, en caso de necesidad, por un
cantor que no sea diácono. En este caso, el cantor omite desde las palabras
"Por eso, queridos hermanos", hasta el final del invitatorio "El
resplandor de su luz", así como el saludo "El Señor
esté con ustedes".
El pregón puede cantarse también en su forma breve.
Las Conferencias Episcopales pueden adaptar el pregón intercalando en
él alguna aclamación del pueblo.
PREGÓN PASCUAL
Alégrense, por fin,
los coros de los ángeles, alégrense las jerarquías del
cielo y, por la victoria de rey tan poderoso, que las trompetas anuncien la
salvación.
Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con
el fulgor del rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el
orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan
brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.
(Por eso, queridos hermanos, que asisten a la admirable claridad de esta luz
santa, invoquen conmigo la misericordia de Dios omnipotente, para que aquel
que, sin mérito mío, me agregó al número de los
diáconos, complete mi alabanza a este cirio, infundiendo el resplandor
de su luz).
V. El Señor esté con ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto
del corazón, a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su único
Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán,
y ha borrado con su sangre inmaculada la condena del antiguo pecado. Porque
éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Ésta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros
padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.
Ésta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas
del pecado.
Ésta es la noche que a todos los que creen en Cristo, por toda la tierra,
los arranca de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, los restituye
a la gracia y los agrega a los santos.
Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende
victorioso del abismo. ¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio
de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para
rescatar al esclavo entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de
Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó del abismo. Ésta es la noche de la que
estaba escrito: "Será la noche clara como el día, la noche
iluminada por mi gozo".
Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve
la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el
odio, trae la concordia, doblega a los poderosos.
En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, el sacrificio vespertino de alabanza,
que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de
las abejas.
Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, que arde en llama viva para
la gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque
se alimenta de cera fundida que elaboró la abeja fecunda para hacer esta
lámpara preciosa.
¡Qué noche tan dichosa, en que se une el cielo con la tierra, lo
humano con lo divino!
Te rogamos, Señor, que este cirio consagrado a tu nombre para destruir
la oscuridad de esta noche, arda sin apagarse y, aceptado como perfume, se asocie
a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese
lucero que no conoce ocaso, Jesucristo, tu Hijo, que volviendo del abismo, brilla
sereno para el linaje humano y vive y reina por los siglos de los siglos. R/.
Amén.
Segunda parte
LITURGIA DE LA PALABRA
En esta vigilia, "madre
de todas las vigilias" (San Agustín, Sermones 219), se proponen
nueve lecturas, siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (la Epístola
y el Evangelio).
Si las circunstancias pastorales lo piden, puede reducirse el número
de lecturas del Antiguo Testamento; pero téngase siempre en cuenta que
la lectura de la Palabra de Dios es parte fundamental de esta vigilia de Pascua.
Deben leerse, por lo menos, tres lecturas del Antiguo Testamento y, en casos
muy urgentes, por lo menos dos. Pero nunca se omita la tercera lectura, tomada
del capítulo 14 del Éxodo.
Terminado el pregón, todos apagan sus velas y se sientan. Antes de comenzar
las lecturas, el sacerdote exhorta a la asamblea con estas palabras u otras
semejantes.
Hermanos, con el pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la
noche santa de la resurrección del Señor. Escuchemos con recogimiento
la palabra de Dios. Meditemos cómo, en la antigua alianza, Dios salvó
a su pueblo y, en la plenitud de los tiempos, envió al mundo a su Hijo
para que nos redimiera.
Oremos para que Dios, nuestro Padre, conduzca a su plenitud esta obra de salvación,
iniciada con la muerte y resurrección de Jesucristo.
Siguen luego las lecturas
Un lector va al ambón y lee la primera lectura. Después el salmista
o cantor dice el salmo, alternando con las respuestas del pueblo. Enseguida
todos se levantan, el sacerdote dice "Oremos", y después de
que todos han orado en silencio durante unos momentos, dice la oración
colecta. Lo mismo se hace en cada lectura.
En lugar de decir el salmo responsorial, se puede guardar un breve espacio de
silencio para hacer oración. En este caso, se omite la pausa después
del "Oremos".
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis: 1, 1-2, 2
En el principio creó
Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían
la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie
de las aguas.
Dijo Dios: "Que exista la luz", y la luz existió. Vio Dios
que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó
a la luz "día" y a las tinieblas, "noche". Fue la
tarde y la mañana del primer día.
Dijo Dios: "Que haya una bóveda entre las aguas, que separe unas
aguas de otras". E hizo Dios una bóveda y separó con ella
las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios
a la bóveda "cielo". Fue la tarde y la mañana del, segundo
día.
Dijo Dios: "Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar
y que aparezca el suelo seco". Y así fue. Llamó Dios "tierra"
al suelo seco y "mar" a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: "Verdee la tierra con plantas que den semilla y árboles
que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra". Y así
fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según
su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según
su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer
día.
Dijo Dios: "Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen
el día de la noche, señalen las estaciones, los días y
los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra".
Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para
regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las
estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar
la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas.
Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día.
Dijo Dios: "Agítense las aguas con un hervidero de seres vivientes
y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda del cielo".
Creó Dios los grandes animales marinos y los vivientes que en el agua
se deslizan y la pueblan, según su especie. Creó también
el mundo de las aves, según sus especies. Vio Dios que era bueno y los
bendijo, diciendo: "Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas
del mar; que las aves se multipliquen en la tierra". Fue la tarde y la
mañana del quinto día.
Dijo Dios: "Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales
domésticos, reptiles y fieras, según sus especies". Y así
fue. Hizo Dios las fieras, los animales domésticos y los reptiles, cada
uno según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine
a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos
y a todo animal que se arrastra sobre la tierra".
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre
y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: "Sean fecundos y multiplíquense,
llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves
del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra".
Y dijo Dios: "He aquí que les entrego todas las plantas de semilla
que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto
y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra,
a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres
que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas".
Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró
muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.
Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos,
y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo
cuanto había hecho. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Dios ha creado un mundo
bueno y lo ha confiado al cuidado responsable de los hombres. Misión
exigente y necesaria. La tarea de cuidar y cultivar la tierra es una urgencia
grave.
O bien: Forma breve
Lectura del libro del Génesis: 1, 1. 26-31
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Y dijo Dios: "Hagamos
al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las
aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra
sobre la tierra".
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre
y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: "Sean fecundos y multiplíquense,
llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves
del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra".
Y dijo Dios: "He aquí que les entrego todas las plantas de semilla
que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto
y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra,
a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres
que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas".
Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró
muy bueno. Palabra de Dios, T. Te alabamos, Señor.
Después de la lectura se canta o recita uno de los salmos siguientes:
Del salmo 103 R/. Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa
es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un
manto. R/.
Sobre bases inconmovibles asentaste la tierra para siempre. Con un vestido de
mares la cubriste y las aguas en los montes concentraste. R/.
En los valles haces brotar las fuentes, que van corriendo entre montañas;
junto al arroyo vienen a vivir las aves, que cantan entre las ramas. R/.
Desde tu cielo riegas los montes y sacias la tierra del fruto de tus manos;
haces brotar hierba para los ganados y pasto para los que sirven al hombre.
R/.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste
con maestría! La tierra está llena de tus creaturas. Bendice al
Señor, alma mía. R/.
O bien
Del salmo 32 R/. La tierra llena está de tus bondades.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él
ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.
La palabra del Señor hizo los cielos y su aliento, los astros. Los mares
encerró como en un odre y como en una presa, los océanos. R/.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; dichoso el pueblo que escogió
por suyo. Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres.
R/.
En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra
ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que
en ti, Señor, hemos confiado. R/.
ORACIÓN
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que en todas las obras de tu amor te muestras
admirable, concédenos comprender que la redención realizada por
Cristo, nuestra Pascua, es una obra más maravillosa todavía que
la misma creación del universo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Esta oración se puede sustituir por la siguiente, si se hace la lectura
breve: creación del hombre
Oremos. Dios nuestro, que de un modo admirable nos creaste a tu imagen y semejanza
y de un modo más admirable todavía nos redimiste, concédenos
sabiduría de espíritu, para resistir los atractivos del pecado
y poder llegar así a los gozos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
SEGUNDA LECTURA
Lectura del libro del Génesis: 22,1-18
En aquel tiempo, Dios le
puso una prueba a Abraham y le dijo: "¡Abraham, Abraham!". Él
respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo: "Toma
a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de
Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré".
Abraham madrugó, aparejó su burro, tomó consigo a dos de
sus criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y
se encaminó al lugar que Dios le había indicado. Al tercer día
divisó a lo lejos el lugar. Les dijo entonces a sus criados: "Quédense
aquí con el burro; yo iré con el muchacho hasta allá, para
adorar a Dios y después regresaremos".
Abraham tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a
su hijo Isaac y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban
juntos. Isaac dijo a su padre Abraham: "¡Padre!". Él
respondió: "¿Qué quieres, hijo?". El muchacho
contestó: "Ya tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde
está el cordero para el sacrificio?". Abraham le contestó:
"Dios nos dará el cordero para el sacrificio, hijo mío".
Y siguieron caminando juntos.
Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó
un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac,
lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo
para degollarlo.
Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo:
"¡Abraham, Abraham!". Él contestó: "Aquí
estoy". El ángel le dijo: "No descargues la mano contra tu
hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado
a tu hijo único". Abraham levantó los ojos y vio un carnero,
enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció
en sacrificio, en lugar de su hijo. Abraham puso por nombre a aquel sitio "el
Señor provee", por lo que aun el día de hoy se dice: "el
monte donde el Señor provee". El ángel del Señor volvió
a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: "Juro por mí mismo,
dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo
único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como
las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán
las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los
pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras. Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Abraham se enfrenta a una decisión difícil: debe entregar lo que
más ama. La esperanza se ha colmado. Ahora Dios le reclama fe y amor
inquebrantables.
O bien: Forma breve
Lectura del libro del Génesis: 22, 1-2. 9-13. 15-18
En aquel tiempo, Dios le
puso una prueba a Abraham y le dijo: "¡Abraham, Abraham!". Él
respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo: "Toma
a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de
Moría y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré".
Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó
un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac,
lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo
para degollarlo.
Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo:
"¡Abraham, Abraham!". Él contestó: "Aquí
estoy". El ángel le dijo: "No descargues la mano contra tu
hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado
a tu hijo único".
Abraham levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en
la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar
de su hijo.
El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo
y le dijo: "Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber
hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré
y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas
del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu
descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque
obedeciste a mis palabras". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del salmo 15 R/. Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está
en sus manos. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado,
jamás tropezaré. R/.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá
tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte, ni dejarás
que sufra yo la corrupción. R/.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti. R/.
ORACIÓN
Oremos. Señor Dios, Padre de los creyentes, que por medio del sacramento
pascual del bautismo sigues cumpliendo la promesa hecha a Abraham de multiplicar
su descendencia por toda la tierra y de hacerlo el padre de todas las naciones,
concede a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamado. Por Jesucristo,
nuestro Señor. R/. Amén.
TERCERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo: 14, 15-15, 1
En aquellos días,
dijo el Señor a Moisés: "¿Por qué sigues clamando
a mí? Diles a los israelitas que se pongan en marcha.
Y tú, alza tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo,
para que los israelitas entren en el mar sin mojarse. Yo voy a endurecer el
corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de
gloria a expensas del faraón y de todo su ejército, de sus carros
y jinetes. Cuando me haya cubierto de gloria a expensas del faraón, de
sus carros y jinetes, los egipcios sabrán que yo soy el Señor".
El ángel del Señor, que iba al frente de las huestes de Israel,
se colocó tras ellas. Y la columna de nubes que iba adelante, también
se desplazó y se puso a sus espaldas, entre el campamento de los israelitas
y el campamento de los egipcios. La nube era tinieblas para unos y claridad
para otros, y así los ejércitos no trabaron contacto durante toda
la noche.
Moisés extendió la mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar
durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y dividió
las aguas. Los israelitas entraron en el mar y no se mojaban, mientras las aguas
formaban una muralla a su derecha y a su izquierda. Los egipcios se lanzaron
en su persecución y toda la caballería del faraón, sus
carros y jinetes, entraron tras ellos en el mar.
Hacia el amanecer, el Señor miró desde la columna de fuego y humo
al ejército de los egipcios y sembró entre ellos el pánico.
Trabó las ruedas de sus carros, de suerte que no avanzaban sino pesadamente.
Dijeron entonces los egipcios: "Huyamos de Israel, porque el Señor
lucha en su favor contra Egipto".
Entonces el Señor le dijo a Moisés: "Extiende tu mano sobre
el mar, para que vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes".
Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y al amanecer, las aguas
volvieron a su sitio, de suerte que al huir, los egipcios se encontraron con
ellas, y el Señor los derribó en medio del mar. Volvieron las
aguas y cubrieron los carros, a los jinetes y a todo el ejército del
faraón, que se había metido en el mar para perseguir a Israel.
Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar. Las aguas les
hacían muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el
Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios, muertos
en la orilla del mar. Israel vio la mano fuerte del Señor sobre los egipcios,
y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y
en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron
este cántico al Señor: Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
El pueblo está contra
la pared: el mar por delante, los egipcios a sus espaldas. En esta situación
límite, Moisés desfallece y clama a Dios, quien responde venciendo
al mar.
Éxodo 15 R/. Alabemos al Señor por su victoria.
Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballos y jinetes arrojó
en el mar. Mi fortaleza y mi canto es el Señor, él es mi salvación;
él es mi Dios, y yo lo alabaré, es el Dios de mis padres, y yo
le cantaré. R/.
El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Precipitó
en el mar los carros del faraón y a sus guerreros; ahogó en el
mar Rojo a sus mejores capitanes. R/.
Las olas los cubrieron, cayeron hasta el fondo, como piedras. Señor,
tu diestra brilla por su fuerza, tu diestra, Señor, tritura al enemigo.
R/.
Tú llevas a tu pueblo para plantarlo en el monte que le diste en herencia,
en el lugar que convertiste en tu morada, en el santuario que construyeron tus
manos. Tú, Señor, reinarás para siempre. R/.
ORACIÓN
Oremos.
Tus antiguos prodigios se
renuevan, Señor, también en nuestros tiempos, pues lo que tu poder
hizo con las aguas para librar a un solo pueblo de la esclavitud del faraón,
lo repites ahora, por medio del agua del bautismo, para salvar a todas las naciones.
Concede a todos los hombres del mundo entero contarse entre los hijos de Abraham
y participar de la dignidad del pueblo elegido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
O bien .
Oremos. Señor, que con el Evangelio nos has hecho comprender el sentido
profundo del Antiguo Testamento, dejándonos ver en el paso del mar Rojo
una imagen del bautismo y en el pueblo liberado de la esclavitud, un símbolo
del pueblo cristiano, haz que todos Los hombres, mediante la fe, participen
del privilegio del pueblo elegido y sean regenerados por la acción santificadora
de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/.Amén.
CUARTA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías: 54, 5-14
"El que te creó,
te tomará por esposa; su nombre es 'Señor de los ejércitos’.
Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado 'Dios de toda la tierra'.
Como a una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor. ¿Acaso
repudia uno a la esposa de la juventud?, dice tu Dios.
Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré
a tomar. En un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero
con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor.
Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que
las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no
enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer los
montes y hundirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá y
mi alianza de paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor,
el que se apiada de ti.
Tú, la afligida, la zarandeada por la tempestad, la no consolada: He
aquí que yo mismo coloco tus piedras sobre piedras finas, tus cimientos
sobre zafiros; te pondré almenas de rubí y puertas de esmeralda
y murallas de piedras preciosas.
Todos tus hijos serán discípulos del Señor, y será
grande su prosperidad. Serás consolidada en la justicia. Destierra la
angustia, pues ya nada tienes que temer; olvida tu miedo, porque ya no se acercará
a ti". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
El profeta caracteriza
a Dios como un marido que, fuego de haberse enfadado con la esposa y de haberla
abandonado, la retoma y le reafirma su amor y lealtad eternos.
Del salmo 29 R/. Te alabaré, Señor, eternamente.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí
mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de
morir, me reviviste. R/.
Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira
dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la
tarde; por la mañana, el júbilo. R/.
Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi
ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente.
R/.
ORACIÓN
Oremos. Señor Dios,
siempre fiel a tus promesas, aumenta, por medio del bautismo, el número
de tus hijos y multiplica la descendencia prometida a la fe de los patriarcas,
para que tu Iglesia vea que se va cumpliendo tu voluntad de salvar a todos los
hombres, como los patriarcas lo creyeron y esperaron. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R/. Amén.
La oración anterior puede sustituirse por alguna de las que siguen, cuando
sus lecturas correspondientes vayan a omitirse
QUINTA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías: 55, 1-11
Esto dice el Señor:
"Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen
dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por
qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta?
Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos
sustanciosos. Préstenme atención, vengan a mi, escúchenme
y vivirán.
Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas
que hice a David. Como a él lo puse por testigo ante los pueblos, como
príncipe y soberano de las naciones, así tú reunirás
a un pueblo desconocido, y las naciones que no te conocían acudirán
a ti, por amor del Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te ha
honrado.
Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras
está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal, sus planes;
que regrese al Señor, y Él tendrá piedad; a nuestro Dios,
que es rico en perdón.
Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis
caminos. Porque así como aventajan los cielos a la tierra, así
aventajan mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos a sus pensamientos.
Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después
de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar a fin de que dé
semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que
sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará
mí voluntad y cumplirá su misión". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Los proyectos humanos se
rigen por cálculos ventajosos. Los planes divinos rebosan compasión
y gratuidad. Dios es un administrador desmemoriado que condona las deudas de
su pueblo.
Isaías 12 R/. El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios y salvador: con él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza, y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime. R/.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido
grande con ustedes. R/.
ORACIÓN
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, única esperanza del mundo; tú, que anunciaste por la voz de tus profetas los misterios que estamos celebrando esta noche, infunde en nuestros corazones la gracia de tu Espíritu, para que podamos vivir una vida digna de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
SEXTA LECTURA
Lectura del libro del profeta Baruc: 3, 9-15. 32-4, 4
Escucha, Israel, los mandatos
de vida, presta oído para que adquieras prudencia. ¿A qué
se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que envejezcas
en tierra extranjera, que te hayas contaminado por el trato con los muertos,
que te veas contado entre los que descienden al abismo?
Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido los
senderos de Dios, habitarías en paz eternamente.
Aprende dónde están la prudencia, la inteligencia y la energía,
así aprenderás dónde se encuentra el secreto de vivir larga
vida, y dónde la luz de los ojos y la paz. ¿Quién es el
que halló el lugar de la sabiduría y tuvo acceso a sus tesoros?
El que todo lo sabe, la conoce; con su inteligencia la ha escudriñado.
El que cimentó la tierra para todos los tiempos, y la pobló de
animales cuadrúpedos; el que envía la luz, y ella va, la llama,
y temblorosa le obedece; llama a los astros, que brillan jubilosos en sus puestos
de guardia, y ellos le responden: "Aquí estamos", y refulgen
gozosos para aquel que los hizo, Él es nuestro Dios y no hay otro como
Él; Él ha escudriñado los caminos de la sabiduría
y se la dio a su hijo Jacob, a Israel, su predilecto. Después de esto,
ella apareció en el mundo y convivió con los hombres.
La sabiduría es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna;
los que la guardan, vivirán, los que la abandonan, morirán.
Vuélvete a ella, Jacob, y abrázala; camina hacia la claridad de
su luz; no entregues a otros tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo extranjero.
Bienaventurados nosotros, Israel, porque lo que agrada al Señor nos ha
sido revelado. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Ante los recientes descalabros
políticos, conviene aprender la lección. El sufrimiento del pueblo
es la consecuencia de haber abandonado la fuente de la sabiduría.
Del salmo 18 R/. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables
son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. R/.
En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón;
son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. R/.
La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor
son verdaderos y enteramente justos. R/.
Más deseables que el oro y las piedras preciosas las normas del Señor,
y más dulces que la miel de un panal que gotea. R/.
ORACIÓN
Oremos. Dios nuestro, que haces crecer continuamente a tu Iglesia con hijos llamados de todos los pueblos, dígnate proteger siempre con tu gracia a quienes has hecho renacer en el bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
SÉPTIMA LECTURA
Lectura del libro del profeta Ezequiel: 36,16-28
En aquel tiempo, me fue
dirigida la palabra del Señor en estos términos: "Hijo de
hombre, cuando los de la casa de Israel habitaban en su tierra, la mancharon
con su conducta y con sus obras; como inmundicia fue su proceder ante mis ojos.
Entonces descargué mi furor contra ellos, por la sangre que habían
derramado en el país y por haberlo profanado con sus idolatrías.
Los dispersé entre las naciones y anduvieron errantes por todas las tierras.
Los juzgué según su conducta, según sus acciones los sentencié.
Y en las naciones a las que se fueron, desacreditaron mi santo nombre, haciendo
que de ellos se dijera: 'Éste es el pueblo del Señor, y ha tenido
que salir de su tierra'.
Pero, por mi santo nombre, que la casa de Israel profanó entre las naciones
a donde llegó, me he compadecido. Por eso, dile a la casa de Israel:
'Esto dice el Señor: no lo hago por ustedes, casa de Israel. Yo mismo
mostraré la santidad de mi nombre excelso, que ustedes profanaron entre
las naciones. Entonces ellas reconocerán que yo soy el Señor,
cuando, por medio de ustedes les haga ver mi santidad.
Los sacaré a ustedes de entre las naciones, los reuniré de todos
los países y los llevaré a su tierra. Los rociaré con agua
pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus inmundicias
e idolatrías.
Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu
nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré
un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré
vivir según mis preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos. Habitarán
en la tierra que di a sus padres; ustedes serán mi pueblo y yo seré
su Dios'". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
El fracaso del pueblo deshonra
a Dios. Los pueblos antiguos eran muy religiosos y creían que un fracaso
militar, era antes que nada, la derrota del Dios de los vencidos.
De los salmos 41 y 42 Estoy sediento del Dios que da la vida.
Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma
te busca a ti, Dios mío. R/.
Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será
posible ver de nuevo su templo? R/.
Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando, jubilosos,
alabanzas a Dios. R/.
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en
mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú
habitas. R/.
Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría,
y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la
cítara. R/.
O bien, cuando hay bautizos:
Isaías 12 R/. El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mí Dios y salvador, con él estoy seguro y nada
temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.
Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime. R/.
Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido
grande con ustedes. R/.
O bien:
Del salmo 50 R/. Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu
nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti,
ni retires de mí tu santo espíritu. R/.
Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí
un alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán
a ti los pecadores. R/.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera
un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento,
y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.
ORACIÓN
Oremos. Señor Dios
nuestro, poder inmutable y luz sin ocaso, prosigue bondadoso a través
de tu Iglesia, sacramento de salvación, la obra que tu amor dispuso desde
la eternidad; que todo el mundo vea y reconozca que los caídos se levantan,
que se renueva lo que había envejecido y que todo se integra en aquel
que es el principio de todo, Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina
contigo por los siglos de los siglos. R/. Amén.
Ó bien. Esta oración:
Oremos. Señor Dios nuestro, que con las enseñanzas del Antiguo
y del Nuevo Testamento nos has preparado a celebrar el misterio de la Pascua,
haz que comprendamos tu amor, para que los dones que hoy recibimos confirmen
en nosotros la esperanza de los bienes futuros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Terminada la oración de la última lectura del Antiguo Testamento,
con el responsorio y la oración correspondiente, se encienden las velas
del altar.
El sacerdote entona solemnemente el Gloria, que lodos prosiguen. Se tocan las
campanas de acuerdo con las costumbres de cada lugar.
Después del Gloria, el sacerdote dice la oración colecta como
de ordinario.
Oremos. Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche santa con la gloria
del Señor resucitado, aviva en tu Iglesia el espíritu filial,
para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Enseguida un lector lee la epístola de san Pablo
EPÍSTOLA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 6, 3-11
Hermanos: ¿No saben
ustedes que todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por
medio del bautismo, hemos sido incorporados a Él en su muerte? En efecto,
por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así
como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros llevemos una vida nueva.
Porque, si hemos estado íntimamente unidos a Él por una muerte
semejante a la suya, también lo estaremos en su resurrección.
Sabemos que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo, para que el cuerpo
del pecado quedara destruido, a fin de que ya no sirvamos al pecado, pues el
que ha muerto queda libre del pecado.
Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también
viviremos con Él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre
los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre
Él, porque al morir, murió al pecado de una vez para siempre;
y al resucitar, vive ahora para Dios. Lo mismo ustedes, considérense
muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
San Pablo recuerda una
experiencia profundo misterio pascual se ha iniciado en el momento del bautismo
y se prolonga durante toda la vida como una respuesta continua.
Terminada la epístola todos se ponen de pie y el sacerdote entona solemnemente
el Aleluya, que todos repiten. Luego un salmista o un cantor dice el salmo,
al que el pueblo responde: "Aleluya". Si hace falta, el mismo salmista
canta el Aleluya.
Del salmo 117 R/. Aleluya, aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro
orgullo. No moriré, continuaré viviendo, para contar lo que el
Señor ha hecho. R/
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.
Para el Evangelio no se llevan velas. Puede emplearse el incienso
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Marcos: 16, 1-7
Transcurrido
el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago)
y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy
de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se dirigieron
al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: "¿Quién
nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?". Al llegar, vieron
que la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande.
Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica blanca,
sentado en el lado derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo:
"No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado.
No está aquí; ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían
puesto. Ahora vayan a decirles a sus discípulos y a Pedro: 'Él
irá delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán, como Él
les dijo' ". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
Las mujeres reciben un
anuncio esperanzador y una promesa. Tendrán que esperar, reemprender
el camino a Galilea para reencontrarse con Jesús resucitado.
Después del Evangelio se tiene la Homilía y luego se pasa a la
Liturgia Bautismal
Tercera parte
LITURGIA BAUTISMAL
El sacerdote con los ministros
se dirige a la fuente bautismal, si es que ésta se encuentra a la vista
de los fieles. De lo contrario, se pone un recipiente con agua en el presbiterio.
Si hay catecúmenos adultos, son llamados por su nombre y presentados
por los padrinos o, si son niños, son llevados por los padres y padrinos
frente a toda la asamblea.
Después, el sacerdote exhorta a los presentes, con éstas ti Otras
palabras semejantes.
Si están presentes los que se van a bautizan
Hermanos, acompañemos con nuestra oración a estos catecúmenos
que anhelan renacer a una nueva vida en la fuente del bautismo, para que Dios,
nuestro Padre, les otorgue su protección y su amor.
Si se bendice la fuente, pero no va a haber bautizos:
Hermanos, pidamos a Dios todopoderoso que con su poder santifique esta fuente
bautismal, para que cuantos en el bautismo van a ser regenerados en Cristo,
sean acogidos en la familia de Dios.
Dos cantores entonan las letanías, a las que todos responden estando
de pie (por razón del tiempo pascual).
Si la procesión hasta el bautisterio es larga, se cantan las letanías
durante la procesión; en este caso se llama á los catecúmenos,
antes de comenzar la procesión.
Abre la procesión el diácono, con el cirio pascual; siguen los
catecúmenos, con los padrinos; después, el sacerdote con los ministros.
En este caso, la exhortación precedente se hace antes de la bendición
del agua,
Si no hay bautizos ni bendición de la fuente, omitidas las letanías,
se procede inmediatamente a la bendición del agua.
LETANÍAS DE LOS SANTOS
En las letanías se
pueden añadir algunos nombres de santos, especialmente el del titular
de la iglesia, el de los patronos del lugar y el de los que van a ser bautizados.
Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros
Santa María, Madre de Dios ruega por nosotros
San Miguel ruega por nosotros
Santos Ángeles de Dios rueguen por nosotros
San Juan Bautista ruega por nosotros
San José ruega por nosotros
Santos Pedro y Pablo rueguen por nosotros
San Andrés ruega por nosotros
San Juan ruega por nosotros
Santa María Magdalena ruega por nosotros
San Esteban ruega por nosotros
San Ignacio de Antioquía ruega por nosotros
San Lorenzo ruega por nosotros
Santas Perpetua y Felicitas rueguen por nosotros
Santa Inés ruega por nosotros
San Gregorio ruega por nosotros
San Agustín ruega por nosotros
San Atanasio ruega por nosotros
San Basilio ruega por nosotros
San Martín ruega por nosotros
San Benito ruega por nosotros
Santos Francisco y Domingo rueguen por nosotros
San Francisco Javier ruega por nosotros
San Juan María Vianney ruega por nosotros
Santa Catalina de Siena ruega por nosotros
Santa Teresa de Jesús ruega por nosotros
Santos y Santas de Dios rueguen por nosotros
Muéstrate propicio libranos, Señor
De todo mal libranos, Señor
De todo pecado libranos, Señor
De la muerte eterna libranos, Señor
Por tu encarnación libranos, Señor
Por tu muerte y resurrección libranos, Señor
Por el don del Espíritu Santo libranos, Señor
Nosotros, que somos pecadores te rogamos oyenos.
Sí hay bautizos:
Para que te dignes comunicar tu propia vida
a quienes has llamado al bautismo te rogamos oyenos.
Sí no hay bautizos:
Para que santifiques esta agua
por la que renacerán tus nuevos hijos te rogamos oyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo te rogamos, óyenos
Si hay bautizos, el sacerdote, con las manos juntas, dice la siguiente oración:
Derrama, Señor, tu infinita bondad en este sacramento del bautismo y
envía a tu santo Espíritu, para que haga renacer de la fuente
bautismal a estos nuevos hijos tuyos, que van a ser santificados por tu gracia,
mediante la colaboración de nuestro ministerio. Por Jesucristo, nuestro
Señor. R/. Amén.
BENDICIÓN DEL AGUA BAUTISMAL
Enseguida el sacerdote bendice
el agua bautismal, diciendo con las manos juntas, la siguiente oración:
Dios nuestro, que con tu poder invisible realizas obras admirables por medio
de los signos de los sacramentos y has hecho que tu creatura, el agua, signifique
de muchas maneras la gracia del bautismo.
Dios nuestro, cuyo Espíritu aleteaba sobre la superficie de las aguas
en los mismos principios del mundo, para que ya desde entonces el agua recibiera
el poder de dar la vida.
Dios nuestro, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste
el nuevo nacimiento de los hombres, al hacer que de una manera misteriosa, un
mismo elemento diera fin al pecado y origen a la virtud.
Dios nuestro, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de
Abraham, a fin de que el pueblo liberado de la esclavitud del faraón,
prefigurara al pueblo de los bautizados.
Dios nuestro, cuyo Hijo, al ser bautizado por el precursor en el agua del Jordán,
fue ungido por el Espíritu Santo; suspendido en la cruz, quiso que brotaran
de su costado sangre y agua; y después de su resurrección mandó
a sus apóstoles: ¿"Vayan y enseñen a todas las naciones,
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo".
Mira ahora a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del bautismo.
Que por la obra del Espíritu Santo esta agua adquiera la gracia de tu
Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen, limpio de su antiguo
pecado por el sacramento del bautismo, renazca a la vida nueva por el agua y
el Espíritu Santo.
Sí lo cree oportuno, introduce el cirio pascual en el agua una o tres
veces, diciendo:
Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo,
descienda sobre el agua de esta fuente,
Manteniendo el cirio dentro del agua, prosigue: para que todos los que en ella
reciban el bautismo, sepultados con Cristo en su muerte, resuciten también
con él a la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Enseguida saca el cirio del agua y el pueblo dice la siguiente aclamación
o alguna otra adecuada:
Fuentes del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y glorifíquenlo
por los siglos.
Cada catecúmeno hace la renuncia a Satanás y la profesión
de fe, y recibe el bautismo.
Si está presente el obispo, los catecúmenos adultos reciben inmediatamente
la confirmación; en caso contrario, el presbítero que ha administrado
el bautismo puede también confirmar a los catecúmenos adultos
(cfr. Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, nn. 228 y 362).
BENDICIÓN DEL AGUA
Si no hay bautizos ni bendición
de la fuente bautismal, el sacerdote invita al pueblo a orar diciendo:
Pidamos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, que bendiga esta agua,
con la cual seremos rociados en memoria de nuestro bautismo, y que nos renueve
interiormente, para que permanezcamos fíeles al Espíritu que hemos
recibido.
Y después de una breve oración en silencio, prosigue con las juntas:
Señor, Dios nuestro, mira con bondad a este pueblo tuyo, que vela en
oración en esta noche santísima, recordando la obra admirable
de nuestra creación y la obra más admirable, todavía, de
nuestra redención.
Dígnate bendecir esta agua, que tú creaste para dar fertilidad
a la tierra, frescura y limpieza a nuestros cuerpos.
Tú, además, has convertido el agua en un instrumento de tu misericordia:
a través de las aguas del mar Rojo liberaste a tu pueblo de la esclavitud;
en el desierto hiciste brotar un manantial para saciar su sed; con la imagen
del agua viva los profetas anunciaron la nueva alianza que deseabas establecer
con los hombres; finalmente, en el agua del Jordán, santificada por Cristo,
inauguraste el sacramento de una vida nueva, que nos libra de la corrupción
del pecado.
Que esta agua nos recuerde ahora nuestro bautismo y nos haga participar en la
alegría de nuestros hermanos, que han sido bautizados en esta Pascua
del Señor, el cual vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén.
RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO
Terminada la ceremonia del
bautismo (y de la confirmación) o, si no hubo bautizos, después
de la bendición del agua, todos, de pie y teniendo en sus manos las velas
encendidas hacen la renovación de las promesas del bautismo.
El sacerdote se dirige a la comunidad con estas palabras u otras parecidas:
Hermanos, por medio del bautismo, hemos sido hechos partícipes del misterio
pascual de Cristo; es decir, por medio del bautismo hemos sido sepultados con
él en su muerte para resucitar con él a una vida nueva. Por eso,
después de haber terminado el tiempo de Cuaresma, que nos preparó
a la Pascua, es muy conveniente que renovemos las promesas de nuestro bautismo,
con las cuales un día renunciamos a Satanás y a sus obras y nos
comprometimos a servir a Dios, en la santa Iglesia católica.
Para hacerla renuncia, se puede tomar una de las dos fórmulas que se
proponen a continuación
Primera fórmula
Sacerdote: ¿Renuncian ustedes a Satanás?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus obras?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus seducciones?
Todos: Sí, renuncio.
Segunda fórmula
Sacerdote: ¿Renuncian ustedes al pecado para vivir en la libertad de
los hijos de Dios?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas las seducciones del mal para que el pecado
no los esclavice?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a Satanás, padre y autor de todo pecado?
Todos: Sí, renuncio.
Prosigue el sacerdote: ¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador
del cielo y de la tierra?
Todos: Sí, creo.
Sacerdote: ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor
nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió
por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?
Todos: Sí, creo.
Sacerdote: ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica,
en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en
la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Todos: Sí, creo.
Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos liberó
del pecado y nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos
conserve con su gracia unidos a Jesucristo ; nuestro Señor, hasta la
vida eterna. R/. Amén.
El sacerdote rocía al pueblo con el agua bendita, mientras todos cantan
la siguiente antífona o algún otro canto bautismal:
Vi brotar agua del lado derecho del templo, aleluya. Vi que en todos aquellos
que recibían el agua surgía una vida nueva y cantaban con gozo:
Aleluya, aleluya.
Mientras tanto los neófitos son conducidos a su lugar entre los fieles.
Si la bendición del agua bautismal se hizo en el presbiterio, los ministros
llevan a la fuente, con toda reverencia, el recipiente del agua. Si no hubo
bendición de la fuente, el agua bendita se coloca en un lugar apropiado.
Hecha la aspersión, el sacerdote vuelve a la sede, en donde dirige Oración
universal, en la cual toman parte los neófitos por primera vez.
No se dice Credo
Cuarta parte
LITURGIA EUCARÍSTICA
El sacerdote va al altar
y comienza la Liturgia Eucarística, en la forma acostumbrada.
Es conveniente que el pan y el vino sean presentados por los neófitos,
si los hay.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concedenos que el memorial de la muerte y resurrección de Jesucristo, que estamos celebrando, nos obtenga la fuerza para llegar a la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE PASCUA I
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en esta noche en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado.
Porque El es el Cordero
de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra
muerte, y resucitando, restauró la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda
de alegría y también los coros celestiales, los ángeles
y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo,
Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 5, 7-8)
Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido inmolado. Celebremos, pues, la Pascua, con una vida de rectitud y santidad. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Infundenos, Señor,
tu espíritu de caridad, para que vivamos siempre unidos en tu amor los
que hemos participado en este sacramento de la muerte y resurrección
de Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Para la despedida,
el diácono o el mismo sacerdote dice:
Pueden ir en paz. Aleluya, aleluya.
R/. Demos gracias a Dios. Aleluya, aleluya.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
Santos: Bernardita Soubirous, religiosa, y Benito José de Labre, laico.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Lc 24, 34; cfr. Ap 1, 6)
El Señor ha resucitado. Aleluya. A Él la gloria y el poder por toda la eternidad.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos hoy la Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 10,34.37-43
En aquellos días,
Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya saben ustedes lo sucedido en toda
Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado
por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo
a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el
bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él.
Nosotros somos testigos de cuanto Él hizo en Judea y en Jerusalén.
Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer
día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente
a los testigos que Él, de antemano, había escogido: a nosotros,
que hemos comido y bebido con Él después de que resucitó
de entre los muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo
ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime:
que cuantos creen en Él reciben, por su medio, el perdón de los
pecados". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Este discurso es la prueba
de que los predicadores cristianos releyeron las Escrituras para extraer de
ellas la clave que les ayudara a entender el escándalo de la cruz.
Del salmo 117 R/. Éste es el día del triunfo del Señor.
Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro
orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el
Señor ha hecho. R/.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses: 3,1-4
Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con Él. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Las transformaciones profundas
no se realizan de un día para otro. La configuración del bautizado
con Cristo ha comenzado, y se va consolidando de forma progresiva.
O bien
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 5, 6-8
Hermanos: ¿No saben ustedes que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Tiren la antigua levadura, para que sean ustedes una masa nueva, ya que son pan sin levadura, pues Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido inmolado. Celebremos, pues, la fiesta de la Pascua, no con la antigua levadura, que es de vicio y maldad, sino con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SECUENCIA
(Sólo el día
de hoy es obligatoria; durante la octava es opcional)
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado,
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muete
en singular batalla, y,
muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.
"¿Qué
has visto de camino,
María, en la mañana?".
"A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de
veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua".
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
ACLAMACIÓN (cfr.
1 Co 5, 7-8) R/. Aleluya, aleluya.
Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua.
R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 20,1-9
El
primer día después del sábado, estando todavía oscuro,
fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba.
Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro
y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se
han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán
puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban
corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa
que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró
los lienzos puestos en el suelo, pero no entró,En eso llegó también
Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro.
Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había
estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo,
sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo,
el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque
hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales
Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra del
Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Juan y Pedro. Dos testigos del resucitado. Dos maneras distintas de alcanzar la fe. Los signos están ahí. La tumba vacía, el sudario y los lienzos descubren el misterio de la resurrección.
O bien
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Marcos: 16, 1-7
Transcurrido
el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago)
y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy
de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se dirigieron
al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: "¿Quién
nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?". Al llegar, vieron
que la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande.
Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica blanca,
sentado en el lado derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo:
"No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado.
No está aquí; ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían
puesto. Ahora vayan a decirles a sus discípulos y a Pedro: 'Él
irá delante de ustedes a Galilea, Allá lo verán, como Él
les dijo' ". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor
Jesús.
O bien, en las misas vespertinas del domingo:
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 24, 13-35
El
mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos
hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilometros de Jerusalén,
y comentaban todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían,
Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero
los ojos de los dos discípu los estaban velados y no lo reconocieron.
Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando,
tan llenos de tristeza?".
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres
tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días
en Jerusalén?". Él les preguntó: "¿Qué
cosa?". Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que
era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo.
Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo
condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él
sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días
desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo
nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron
el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles,
que les dijeron que estaba vivo.
Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como
habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes
y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas!
¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así
entrara en su gloria?". Y comenzando por Moisés y siguiendo con
todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que
se referían a Él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba
más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate
con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró
para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció
la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron
los ojos y lo reconocieron, pero El se les desapareció. Y ellos se decían
el uno al otro: "¡Corazón nuestro corazón ardía,
mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!".
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De
veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón".
Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo
lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Regocijados con la alegría de la Pascua, te ofrecemos, Señor, esta Eucaristía, mediante la cual Iglesia se renueva y alimenta de un modo admirable. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE PASCUA I
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero
más que nunca en este día, en que Cristo, nuestra Pascua, fue
inmolado.
Porque él es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo:
muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la
vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda
de alegría y también los coros celestiales, los ángeles
y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo,
Santo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 5, 7-8)
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Celebremos, pues, la Pascua, con una vida de rectitud y santidad. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, protege siempre
a tu Iglesia con amor paterno, para que, renovada ya por los sacramentos de
Pascua, pueda llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Para despedir al pueblo, durante toda la octava, se dice:
Pueden ir en paz. Aleluya, aleluya.
R/. Demos gracias a Dios. Aleluya, aleluya.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La fe es una opción personal e intransferible. Nadie obliga a nadie a creer. Las certezas más profundas no se pueden comprobar: a lo sumo se comparten. Los discípulos de Jesús experimentaron la presencia del resucitado. Su certeza era algo inquebrantable. Nunca más seguirían viendo la realidad con la mira humana. La dimensión nueva de la resurrección transformaba su vida. La historia humana camina a la plenitud. Esa plenitud ha suscitado la vida nueva de la Iglesia. De esa vida somos testigos. La resurrección no es una doctrina, sino una experiencia que los testigos.de Jesús.comparten, con decisión y valentía.
LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA.
Santos: Aniceto, papa y mártir. Beato Bautista Spagnoli, presbítero.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Ex 13, 5. 9)
Que la alabanza del Señor esté siempre en nuestros labios, porque el Señor nos ha introducido en la tierra prometida, tierra que mana leche y miel. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por medio del bautismo das nuevos hijos a tu Iglesia y la haces crecer continuamente, concédenos vivir siempre de acuerdo con la fe que recibimos en el bautismo. Pornuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 14. 22-33
El día de Pentecostés
se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando
la voz, dijo: "Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue
un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios
y señales que Dios realizó por medio de Él y que ustedes
bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús
fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz.
Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no
era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice,
refiriéndose a Él: Yo veía constantemente al Señor
delante de mí, puesto que Él está a mi lado para que yo
no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza; por
eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú,
Señor, no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu
santo sufra la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida
y me saciarás de gozo en tu presencia.
Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad; el patriarca David
murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta
el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había
prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con
visión profética habló de la resurrección de Cristo,
el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción.
Pues bien, a este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros
somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del
Padre el Espíritu Santo prometido a Él y lo ha comunicado, como
ustedes lo están viendo y oyendo". Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
El Pentecostés cristiano
sorprende a los habitantes de Jerusalén. El signo es ambiguo. Será
necesaria la palabra profética de Pedro, quien leerá el suceso
a la luz de los profetas.
Del salmo 15 R/. Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho
que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado
en herencia; mi vida está en sus manos. R/.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye
internamente. Tengo siempre presente al Señor y con Él a mi lado,
jamas tropezaré. R/.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá
tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás
que sufra yo la corrupción. R/.
Enséñame el camino de la vida, sacíame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti. R/.
Secuencia opcional
ACLAMACIÓN (Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Marcos: 6,1-6 Mateo: 28, 8-15
Después
de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa
del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la
noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió
al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies
y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan
a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán".
Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a
la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Éstos
se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero
a los soldados, con estas instrucciones: "Digan: 'Durante la noche, estando
nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo'. Y
si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él
y les evitaremos cualquier complicación".
Ellos tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta
versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos
hasta el día de hoy. Palabra del Señor. Gloria a ti,
Señor Jesús.
El camino pascual no está exento de pruebas y dificultades. Los testigos de Jesús serán objeto de calumnias y persecuciones. La flaqueza humana sigue provocando confusión.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, con bondad, nuestras ofrendas, y tú, que nos llamaste a la fe y nos has hecho renacer por el bautismo, guíanos a la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Pascua I (pág. 145)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rrn 6, 9)
Cristo resucitado ya no puede morir; la muerte ya no tiene dominio sobre Él. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la gracia de este sacramento, memorial de la Pascua de tu Hijo, fructifique, Señor, en nuestros corazones para que podamos corresponder a los dones de tu amor, que nos abrió el camino de la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA.
Santos: Perfecto de Córdoba, mártir. Beato Andrés Hibernen, religioso.
ANTÍFONA DE ENTRADA (cfr. Ecío 15, 3-4)
El Señor les dará a beber el agua de la sabiduría; se apoyarán en él y no vacilarán. Él los llenará de gloria eternamente.
Aleluya.
Se dice Gloría
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que nos has librado del pecado por medio de la muerte y resurrección de tu Hijo, prosigue en nosotros la obra liberadora de tu gracia y concédenos el gozo de celebrar la Pascua eterna, que ya desde ahora nos llena de esperanza y alegría. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 36-41
El día de Pentecostés,
dijo Pedro a los judíos: "Sepa todo Israel, con absoluta certeza,
que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús,
a quien ustedes han crucificado".
Estas palabras les llegaron al corazón y preguntaron a Pedro y a los
demás apóstoles: "¿Qué tenemos que hacer, hermanos?".
Pedro les contestó: "Arrepiéntanse y bautícense en
el nombre de Jesucristo, para el perdón de sus pecados, y recibirán
el Espíritu Santo. Porque las promesas de Dios valen para ustedes y para
sus hijos y también para todos los paganos que el Señor, Dios
nuestro, quiera llamar, aunque estén lejos".
Con éstas y otras muchas razones los instaba y exhortaba, diciéndoles:
"Pónganse a salvo de este mundo corrompido". Los que aceptaron
sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil
personas. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
La proclamación
cristiana es directa y clara: Jesús es Señor y Mesías,
y se ofrece como salvación para judíos y gentiles. Quien confiese
y viva esta certeza alcanzará la salvación.
Del salmo 32 R/. En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él
ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían;
los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. R/.
En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra
ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que
en ti, Señor, hemos confiado. R/. Secuencia opcional
ACLAMACIÓN (Sal
117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 20, 11-18
El
día de la resurrección. María se había quedado llorando
junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro
y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había
estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabece y el otro junto a los pies.
Los ángeles le preguntaron: "¿Porqué estás
llorando, mujer?". Ella les contestó: "Porque se han llevado
a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto".
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero
no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: "Mujer,
¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?".
Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: "Señor,
si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto". Jesús
le dijo: "¡María!". Ella se volvió y exclamó:
' "¡Rabuní!", que en hebreo significa 'maestro'. Jesús
le dijo:
"Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir
a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios'".
María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que
había visto al Señor y para darles su mensaje. Palabra
del Señor. Gloría a tí, Señor Jesús.
María reconoce a Jesús resucitadoy lo confiesa Señor. Con esta fe y certidumbre se convertirá en la primera procla-madora del anuncio pascual: "He visto al Señor".
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, en tu bondad, los dones que te presentamos, y concédenos tu protección para conservar tu gracia y conseguir la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Pascua I (pág. 145)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Col 3, 1-2)
Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aficiónense a los bienes del cielo, no a los de la tierra. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú que nos has concedido la gracia inmerecida del bautismo, purifica, Señor, y fortalece nuestros corazones, para que podamos alcanzar un día la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA.
Santos: Emma de Bremen, viuda, y Vicente de Colioure, mártir.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Mt 25, 34)
Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Aleluya.
Se dice Gloría
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en la liturgia pascual nos concedes cada año la alegría de revivir la resurrección del Señor, haz que el júbilo de estos días alcance su plenitud en la Pascua del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 3, 1-10
En aquel tiempo, Pedro y
Juan subieron al templo para la oración vespertina, a eso de las tres
de la tarde. Había allí un hombre lisiado de nacimiento, a quien
diariamente llevaban y ponían ante la puerta llamada la "Hermosa",
para que pidiera limosna a los que entraban en el templo.
Aquel hombre, al ver a Pedro y a Juan cuando iban a entrar, les pidió
limosna. Pedro y Juan fijaron en él los ojos, y Pedro le dijo: "Míranos".
El hombre se quedó mirándolos en espera de que le dieran algo.
Entonces Pedro le dijo: "No tengo ni oro ni plata, pero te voy a dar lo
que tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y camina".
Y, tomándolo de la mano, lo incorporó.
Al instante sus pies y sus tobillos adquirieron firmeza. De un salto se puso
de píe, empezó a andar y entró con ellos al templo caminando,
saltando y alabando a Dios.
Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, y al darse cuenta de que era
el mismo que pedía limosna sentado junto a la puerta "Hermosa"
del templo, quedaron llenos de miedo y no salían de su asombro por lo
que había sucedido. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Los apóstoles saben
bien dónde está su fortaleza. No cuentan con riquezas ni saberes
secretos. Su única fuerza proviene de invocar eí nombre de Jesús,
Señor de vivos y muertos.
Del salmo 104 R/. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a los pueblos.
Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos. R/.
Del nombre del Señor enorgullézcanse, y siéntase feliz
el que lo busca. Recurran al Señor y a su poder, y a su presencia acudan.
R/.
Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen;
el Señor es nuestro Dios, y gobiernan la tierra sus decretos. R/.
Ni aunque transcurran mil generaciones se olvidará el Señor de
sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que
un día le hiciera. R/.
Secuencia opcional
ACLAMACIÓN (Sai
117,24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 24,13-35
El
mismo día de la resurrección iban dos de los discípulos
hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros
de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y
comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos
estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De
qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?".
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres
tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días
en Jerusalén?". Él les preguntó: "¿Qué
cosa?". Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que
era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo.
Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo
condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él
sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días
desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo
nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron
el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles,
que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron
al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él
no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes
y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas!
¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así
entrara en su gloria?". Y comenzando por Moisés y siguiendo con
todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que
se referían a él.
Ya cerca del pueblo adonde se dirigían, él hizo como que iba más
lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros,
porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse
con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la
bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los
ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se
decían el uno al otro: "¡Con razon nuestro corazón
ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!".
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De
veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón".
Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo
lo habían reconocido al partir el pan. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
Los discípulos caminan pesadamente, sumidos en el desaliento. Jesús los alcanza, los anima, los auxilia con señales y les descubre el misterio de su vida, pasióa.y muerte.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, este sacrificio con el que has redimido a todos los hombres, y concédenos, por medio de él, la salvación del cuerpo y del espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Pascua I (pág. 145)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 24, 35)
Al atardecer del día de la resurrección, los discípulos reconocieron al Señor cuando partió el pan. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Señor, que, purificados ya de nuestras pasadas culpas, la participación en este sacramento de tu Hijo nos transforme en hombres nuevos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA.
Santos: Inés de Montepulciano, abadesa, y Marcelino de Embrun, obispo.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sb 10, 20-21)
Todos alabamos, Señor, tu poder y tu sabiduría, porque has abierto la boca de los mudos y has hecho elocuentes las lenguas de los niños. Aleluya.
Se dice Gloría
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has reunido pueblos de toda la tierra para alabar tu nombre, concede a todos tus hijos, nacidos a una vida nueva por medio del bautismo, tener una misma fe y manifestarla en la vida con un mismo amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 3,11-26
Como el paralítico
curado por Pedro y Juan no se les despegaba, todo el pueblo, asombrado, corrió
hacia ellos al pórtico de Salomón. Al ver a la muchedumbre, Pedro
les dirigió la palabra:
"Israelitas: ¿Por qué les causa admiración esto y
por qué nos miran de ese modo, como si por nuestro poder o nuestra virtud
hubiéramos hecho andar a este hombre? El Dios de Abraham, de Isaac y
de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús,
a quien ustedes entregaron a Pilato y a quien rechazaron en su presencia, cuando
él ya había decidido ponerlo en libertad.
Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado
muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos,
y de ello nosotros somos testigos. El nombre de Jesús y la fe en él
es lo que ha robustecido los miembros de este hombre al que están viendo
y todos conocen. Esta fe es la que le ha restituido completamente la salud,
como pueden observar.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de
la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había
predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen
sus pecados y el Señor les mande el tiempo de la consolación y
les envíe de nuevo a Jesús, el Mesías que les estaba destinado;
aunque él tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración
universal, de la que habló Dios por boca de su profeta desde muy antiguo.
En efecto, Moisés dijo: El Señor Dios hará surgir de entre
sus hermanos un profeta como yo. Escuchen todo cuanto les diga; quien no escuche
al profeta, será expulsado del pueblo. Y todos los profetas, a partir
de Samuel, anunciaron igualmente estos días.
Ustedes son herederos de los profetas y beneficiarios de la alianza que Dios
hizo con sus padres, cuando le dijo a Abraham: Tu descendencia será fuente
de bendición para toda la humanidad. Para ustedes, en primer lugar, ha
resucitado Dios a su siervo y lo ha enviado para bendecirlos y ayudarlos a que
cada uno se aparte de sus iniquidades". Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
La curación del
paralítico en el templo de Jerusalén genera asombro entre la multitud.
Los apóstoles sólo fueron mediadores que sirvieron jara suscitar
la.fe y la curación del enfermo.
Del salmo 8 R/. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda
la tierra! ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes;
ese pobre ser humano, para que de él te preocupes? R/.
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste
de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo
lo sometiste bajo sus pies. R/.
Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes,
las aves del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las aguas.
R/.
Secuencia opcional
ACLAMACIÓN (Sal 117, 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo, R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 24,35-48
Cuando
los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde
estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había
pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al
partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de
ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados
y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: "No
teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen
dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme
y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que
tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no
acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les
dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?". Le ofrecieron un
trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de
ellos.
Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba
yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo
lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas
y en los salmos".
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras
y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que
padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día,
y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando
por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón
de los pecados. Ustedes son testigos de esto". Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Las dudas de los discípulos no desaparecen ante las señales del resucitado. La resurrección no es una demostración aparato Jesús resucitado los auxilia con su palabra oportuna.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, con bondad, el sacrificio que vamos a ofrecerte, para darte gracias por los nuevos bautizados y pedirte para ellos tu constante ayuda. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Pascua I (pág, 145)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Pe 2, 9)
Nosotros somos el pueblo redimido por Dios; anunciemos las maravillas del Señor, que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, precio de nuestra redención, nos ayuden, Señor, a cumplir tus mandamientos y a obtener, así, nuestra felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
VIERNES DE LA OCTAVA DE PASCUA.
Santos: Anselmo de Canterbury, doctor de la Iglesia, y Anastasio el Sinaíta, abad.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 77, 53)
El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de esperanza, y a sus enemigos los sumergió en el mar. Aleluya.
Se dice Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que en el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo ofreces a los hombres el pacto de la reconciliación y de la paz, concédenos realizar en nuestra vida este misterio que proclamamos con la fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 1-12
En aquellos días,
mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, se presentaron los sacerdotes, el
jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados porque los apóstoles
enseñaban al pueblo y anunciaban la resurrección de los muertos
por el poder de Jesús. Los aprehendieron, y como ya era tarde, los encerraron
en la cárcel hasta el día siguiente. Pero ya muchos de los que
habían escuchado sus palabras, unos cinco mil hombres, habían
abrazado la fe.
AI día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo,
los ancianos y los escribas, el sumo sacerdote Anas, Caifas, Juan, Alejandro
y cuantos pertenecían a las familias de los sumos sacerdotes. Hicieron
comparecer ante ellos a Pedro y a Juan y les preguntaron: "¿Con
qué poder en nombre de quién han hecho todo esto?".
Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos:
Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo,
para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo
el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús
de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre
los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores,
han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos,
porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros
debamos salvarnos. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
En Jesús está
la salvación. Su señorío es universal. Todo el que escuche
la buena nueva del Evangelio y la acojan fe se salvará. Por obra de Jesús
se propaga la vida nueva.
Del salmo 117 R/. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra
angular. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Digan
los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R/.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Éste es el
día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.
R/.
Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en
nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor,
nuestro Dios, nos ilumine. R/.
Secuencia opcional
ACLAMACIÓN (Sat
1 1 T. 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo.
Lectura Aclamación dél santo Evangelio según san Juan: 21, 1-14
En
aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos
junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera. Estaban
juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de
Cana de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón
Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "También
nosotros vamos contigo". Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no
pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orillá
pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: "Muchachos,
¿han pescado algo?", Ellos contestaron: "No". Entonces
Él les dijo: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán
peces". Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red
por tantos pescados.
Entonces el discípulo le dijo a Pedro: "Es el Señor".
Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor,
se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado
y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca,
arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de
cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado
y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos pescados de los que acaban
de pescar". Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró
hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y
tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo
Jesús: "Vengan a almorzar". Y ninguno de los discípulos
se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres?", porque
ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó
el pan y se lo dio y también el pescado.
Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos
después de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Este relato reafirma la vocación y la misión originarias. Los discípulos servirán a Jesús como pescadores. Cada vez que confien en su Palabra conseguirán resultados fecundos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, estos dones que te presentamos, para que nos los conviertas en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo resucitado, y transfórmanos a nosotros, para que, de las alegrías y trabajos de la tierra, podamos elevarnos al deseo de ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (cfr. Jn 21, 12-13)
Dijo Jesús a sus discípulos: Vengan y coman. Y tomó un pan y lo repartió entre ellos. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que tu amor paterno proteja siempre a quienes has salvado por medio de la pasión de tu Hijo, y que Cristo resucitado sea la fuente de todas nuestras alegrías. Por Jesucristo, nuestro Señor. .
SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA.
Santos: Agapito I, papa, y Cayo y Sotero de Roma, mártires.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 104, 43)
Eí Señor liberó a su pueblo y lo llenó de alegría; al pueblo elegido lo colmó de júbilo. Aleluya.
Se dice Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en tu bondad sin límites aumentas cada día el número de los que creen en tí, mira con amor a tus elegidos, que han nacido a una nueva vida por medio del bautismo y concédeles alcanzar la resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 13-21
En
aquellos días, los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas se quedaron
sorprendidos al ver el aplomo con que Pedro y Juan hablaban, pues sabían
que eran hombres del pueblo sin ninguna instrucción. Ya los habían
reconocido como pertenecientes al grupo que andaba con Jesús, pero no
se atrevían a refutarlos, porque ahí estaba de pie, entre ellos,
el hombre paralítico que había sido curado.
Por consiguiente, les mandaron que salieran del sanedrín, y ellos comenzaron
a deliberar entre sí: "¿Qué vamos a hacer con estos
hombres? Han hecho un milagro evidente, que todo Jerusalén conoce y que
no podemos negar; pero a fin de que todo esto no se divulgue más entre
el pueblo, hay que prohibirles con amenazas hablar en nombre de Jesús".
Entonces mandaron llamar a Pedro y a Juan y les ordenaron que por ningún
motivo hablaran ni enseñaran en nombre de Jesús. Ellos replicaron:
"Digan ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes
antes que a Dios. Nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído".
Los miembros del sanedrín repitieron las amenazas y los soltaron, porque
no encontraron la manera de castigarlos, ya que el pueblo entero glorificaba
a Dios por lo sucedido Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Los apóstoles han
aprendido a se acobardan ante los miembros del consejo judio y descubren que
los representantes religiosos pueden mal interpretar la voluntad divina.
Del salmo 117 R/. La diestra del Señor ha hecho maravillas. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. El Señor es mi fuerza y mi alegría; en el Señor
está mi salvación. Escuchemos el canto de victoria que sale de
la casa de los justos: R/.
"La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es
nuestro orgullo". No moriré, continuaré viviendo para contar
lo que el Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me abandonó a la muerte. R/.
Ábranme las puertas del templo, que quiero entrar a dar gracias a Dios.
Ésta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que
le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para
mí la salvación.
ACLAMACIÓN (Sal
1 1 7. 24) R/. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo
y de gozo.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Marcos: 16, 9-15
Habiendo
resucitado a amanecer del primer día de la semana, Jesús se apareció
primero a María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios.
Ella fue a llevar la noticia a los discípulos, los cuales estaban llorando,
agobiados por la tristeza; pero cuando la oyeron decir que estaba vivo y que
lo había visto, no le creyeron.
Después de esto, se apareció en otra forma a dos discípulos,
que iban de camino hacia una aldea. También ellos fueron a anunciarlo
a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban
a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón,
porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado.
Jesús les dijo entonces: "Vaya por el mundo y prediquen el Evangelio
a toda creatura". Palabra del Señor. Gloría a
ti, Señor Jesús.
Las señales del resucitado apuntalan la fe incipiente de los discípulos. Paulatinamente irán superando sus dudas y aprenderán a descubrir la novedad de la resurrección.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, que este sacrificio pascual que v; a ofrecerte nos llene siempre de alegría, prosiga en nosotros tu obra redentora y nos obtenga de ti la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Pascua 1
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Gá 3 27)
Todos los que han sido bautizados en Cristo se han revertido de Cristo. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Mira, Señor, con bondad, a estos hijos tuyos que has renovado por medio de los sacramentos y condúcelos al gozo eterno de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
II DOMINGO DE PASCUA O DE LA DIVINA MISERICORDIA.
Santos: Jorge y Adalberto, mártires.
ANTÍFONA DE ENTRADA (4 Esd 2, 36-37)
Abran su corazón con alegría y den gracias a Dios, que los ha llamado al Reino de los cielos. Aleluyas
ORACIÓN COLECTA
Dios de eterna misericordia, que reavivas la fe de tu pueblo con la celebración anual de las fiestas pascuales, aumenta en nosotros tu gracia, para que comprendamos a fondo la inestimable riqueza del bautismo que nos ha purificado, del Espíritu que nos ha dado una vida nueva y de la Sangre que nos haredimido. Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 32-35
La multitud de los que habían
creído tenia un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían
en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.
Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección
del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre
el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o
casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición
de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba
cada uno. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
La salvación cristiana
produce humari evangelio del Reino reacomoda las relaciones personales y cristiana
tiene
De Salmo R/. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Diga la casa
de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen
al Señor: "Su misericordia es eterna". R/.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro
orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el
Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor;
pero no me abandonó a la muerte.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Éste es el
día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan: 5, 1-6
Queridos hermanos: Todo
el que cree que Jesús es el Mesías, ha nacido de Dios; todo el
que ama a un padre, ama también a los hijos de éste. Conocemos
que amamos a los hijos de Dios en que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos,
pues el amor de Dios consiste en que cumplamos sus preceptos. Y sus mandamientos
no son pesados, porque todo eí que ha nacido de Dios vence al mundo.
Y nuestra fe es la que nos ha dado la victoria sobre el mundo. Porque, ¿quién
es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo
de Dios.
Jesucristo es el que vino por medio del agua y de la sangre; él vino,
no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es
el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Quien ha conocido a Jesús se complace en cumplir sus mandamientos. Sin duda, son valores exigentes. Quien los aprehende, aprende a dejarse conducir por la fuerza del Espíritu.
ACLAMACIÓN (jn 20,
29) R/. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees porque me has visto. Dichosos los que creen sin
haberme visto, dice el Señor. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan; 20, 19-31
Al
anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas
de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos,
se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos
y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron
de alegría. De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté
con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío
yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo:
"Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados,
les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán
sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos
cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos
visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no
veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros
de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta
cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de
nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes".
Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca
tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando,
sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor
mío y Dios mío!". Jesús añadió: "Tú
crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto".
Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos,
pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para
que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para
que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra del Señor. Gloria
a ti, Señor Jesús.
El poder de perdonar pecados implica la caps cernir. Los ulos readmiten y excluyen, de vida con el Padre
Credo
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las ofrendas que (junto con los recién bautizados) te presentamos; tú, que nos llamaste a la fe y nos has hecho renacer por el bautismo, guíanos a la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Pascua I (pdg. 145)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Jesús dijo a Tomás:
acerca tu mano, toca las cicatrices dejadas por los clavosey no war incrédulo,
sino creyente.
Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, que la gracia recibida en este sacramento nos impulse siempre a servirte mejor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
El relato de la aparición de Jesús a los discípulos es un aliento para las generaciones cristianas de hoy. Nosotros estamos en condiciones semejantes al apóstol Tomás. Vivimos entre la duda y la fe. La suspicacia nos hace vacilar, y entonces reclamamos demostraciones y argumentos contun Dios no se incomoda por nuestra fragilidad; antes bien, encuentro de nuestra debilidad, nos auxilia y nos sostiene en los períodos sombríos. Cuando Dios nos regala las señales que nos hacen falta para creer, conseguimos la paz y confesamos rendidos la grandeza y el señorío de Dios.
I ANIVERSARIO DE LA INAUGURACIÓN DEL SUPREMO PONTIFICADO DEL PAPA BENEDICTO XVI (2005).
Santos: Fidel de Sigmaringen, mártir; Gregorio de Elvira, obispo. Beato Benito Menni, fundador.
ANTÍFONIA DE ENTRADA (Mt 16, 18-19)
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del Reino de los cielos. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en tu providencia quisiste fundar tu Iglesia sobre la roca de Pedro, el jefe de los apóstoles, mira con bondad a nuestro Santo Padre, el Papa Benedicto XVI y ya que lo has constituido sucesor de Pedro, concédele que sea para tu pueblo principio y fundamento visible de la unidad en la fe y de la comunión en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4,23-31
En aquellos días,
tan pronto como Pedro y Juan quedaron en libertad, volvieron a donde estaban
sus compañeros y les contaron lo que les habían dicho los sumos
sacerdotes y los ancianos. Al oír esto, todos juntos clamaron a Dios,
diciendo: "Señor, tú has creado el cielo y la tierra, el
mar y todo cuanto contiene; por medio del Espíritu Santo y por boca de
tu siervo David, nuestro padre, dijiste: ¿Por qué se amotinan
las naciones y los pueblos hacen planes torpes? Se sublevaron los reyes de la
tierra y los príncipes se aliaron contra el Señor y contra su
Mesías.
Esto fue lo que sucedió, cuando en esta ciudad se aliaron Heredes y Poncio
Pilato con los paganos y el pueblo de Israel, contra tu santo siervo Jesús,
tu ungido, para que así se cumpliera lo que tu poder y tu providencia
habían determinado que sucediera.
Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos anunciar tu
palabra con toda valentía. Extiende tu mano para realizar curaciones,
señales y prodigios en el nombre de tu santo siervo, Jesús".
Al terminar la oración tembló el lugar donde estaban reunidos,
los llenó a todos el Espíritu Santo y comenzaron a anunciar la
palabra de Dios con valentía. Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
Los apóstoles sufren
persecución, pero no se atemorizan. La adversidad por causa de la fidelidad
a Cristo no los desanima; al contrario, le piden a Dios que los llene de valentía.
Del salmo 2 R/. Dichosos los que esperan en el Señor. Aleluya.
¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes?
Se sublevan los reyes de la tierra y los príncipes se alian contra el
Señor y contra su Mesías, diciendo: "Rompamos sus cadenas,
sacudamos sus ataduras". R/.
El que vive en el cielo sonríe; desde lo alto, el Señor se ríe
de ellos. Después les habla con ira y los espanta con su cólera:
"Yo mismo lo he constituido como rey en Sión, mi monte Santo",
Anunciaré el decreto del Señor. He aquí lo que me dijo:
"Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy. Te daré
en herencia las naciones y como propiedad toda la tierra. Podrás gobernarlas
con cetro de hierro, y despedazarlas como jarros". R/.
ACLAMACIÓN (Col
3, 1) R/. Aleluya, aleluya.
Si han resucitado con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde está
Cristo, sentado a la derecha de Dios. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 3, 1-8.
Había
un fariseo llamado Nicodemo, hombre principal entre los judíos, que fue
de noche a ver a Jesús y le dijo: "Maestro, sabemos que has venido
de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú
haces, si Dios no está con él".
Jesús le contestó: "Yo te aseguro que quien no renace de
lo alto, no puede ver el Reino de Dios". Nicodemo le preguntó: "¿Cómo
puede nacer un hombre siendo ya viejo? ¿Acaso puede, por segunda vez,
entrar en el vientre de su madre y volver a nacer?".
Le respondió Jesús: "Yo te aseguro que el que no nace del
agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace
de la carne, es carne; lo que nace del Espíritu, es espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho: 'Tienen que renacer de lo alto'.
El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde
viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Nicodemó tiene que comprender la dimensión sobrénatural del nuevo nacimiento. El Espíritu nos hace nacer de nuevo y nos permite vivir como personas libres y fieles a Dios.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDA
Acepta, Señor, las ofrendas que te presentamos para el sacrificio eucarístico; protege y dirige a tu santa Iglesia en unión con nuestro Papa Benedicto XVI, a quien constituíste su pastor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 21,15.17)
Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?, le dijo el Señor a Pedro. Éste le respondió: Señor, tú lo conoces todo, tú sabes que te amo. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por esta Eucaristía, en la que nos has permitido participar, confirma, Señor, en la unidad y en el amor a la santa Iglesia y a tu siervo, el Papa Benedicto XVI, para que juntos, rebaño y pastor, recorran con seguridad el camino de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SAN MARCOS, EVANGELISTA.
Santos: Marcos, evangelista, y Pedro de San José de Betancur fundador. Beata Gabriela Saghedu, virgen.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Me 16, 15)
Vayan por todo el mundo, dice el Señor, y proclamen el Evangelio a todos los hombres. Aleluya.
Se dice Gloria
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que confiaste a san Marcos la misión de proclamar el Evangelio, concédenos aprovechar sus enseñanzas para seguir fielmente el ejemplo de Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro: 5, 5-14
Queridos hermanos: Que en
su trato mutuo la humildad esté siempre presente, pues Dios es enemigo
de los soberbios, y en cambio, a los humildes les concede su gracia. Humíllense,
pues, ante la mano poderosa de Dios, para que Él los levante y encumbre
en el momento oportuno. Dejen en sus manos todas sus preocupaciones, pues Él
cuida de ustedes.
Estén alerta y no se dejen sorprender, porque su enemigo, el diablo,
como un león rugiente, anda buscando a quien devorar. Resístanle
con la firmeza de la fe, sabiendo que sus hermanos, dispersos por el mundo,
soportan los mismos sufrimientos que ustedes. Dios, que es la fuente de todos
los bienes, nos ha llamado a participar de su gloria eterna en unión
con Cristo, y después de estos sufrimientos tan breves, los restaurará
a ustedes, los afianzará, fortalecerá y hará inconmovibles.
Suyos son la gloria y el poder para siempre. Amén.
Por medio de Silvano, a quien considero hermano digno de toda confianza, les
he escrito esta breve carta para que sepan cuál es la verdadera gracia
de Dios y animarlos a permanecer firmes en ella.
Los saluda la comunidad de Babilonia, a la que Dios ha elegido, lo mismo que
a ustedes. También los saluda mi hijo Marcos. Salúdense los unos
a los otros con el beso fraterno. Les deseo la paz a todos ustedes, los que
son de Cristo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
El apóstol Pedro
exhorta a los cristianos a sobreponerse a la prueba y al sufrimiento. Los cristianos
fieles no están desprotegidos, pues Jesús los sostiene y fortalece
en la debilidad.
Del salmo 88 R7. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Aleluya.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a
conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: "Mi
amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos". R/.
El cielo, Señor, proclama tus maravillas, y tu lealtad, la asamblea de
los santos. ¿Quién se compara a Dios sobre las nubes? ¿Quién
es como el Señor entre los dioses? R/.
Señor, feliz el pueblo que te alaba y que a tu luz camina, que en tu
nombre se alegra a todas horas y al que llena de orgullo tu justicia. R/.
ACLAMACIÓN R/. Aleluya,
aleluya.
Nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es la fuerza la sabiduría
de Dios. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según Marcos: 16, 15-20
En
aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Vayan
por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se
bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado.
Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan
creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas
nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal,
no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y
éstos quedarán sanos".
El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo
y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio
por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación
con los milagros que hacían. Palabra del Señor. Gloría
a ti, Señor Jesús.
La buena nueva de Jesucristo no es una prédica inverosímil. Antes bien, es un anuncio sostenido por señales creíbles que Dios obra por medio de sus testigos y enviados.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, el sacrificio de alabanza que vamos a ofrecerte y, por intercesión del evangelista san Marcos, concede a tu Iglesia permanecer siempre fiel a la misión de anunciar el Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de los apóstoles II
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 28, 20)
Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo, dice el Señor. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, que la comunión que hemos recibido nos santifique y nos dé fortaleza para vivir, .cjoníprjne al Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Cleto y Marcelino, mártires, y Franca Vidalta, abadesa. Beato Rafael Arnaiz, monje.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 17, 50; 21, 23)
Te alabaré, Señor, ante los hombres y hablaré a mis hermanos de tu poder y tu misericordia. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que con la Pascua de tu Hijo has devuelto al hombre su dignidad perdida y le has dado la esperanza de la resurrección, concédenos agradecerte siempre, con amor, este misterio de fe que estamos celebrando. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 5, 17-26
En aquellos días,
el sumo sacerdote y los de su partido, que eran los saduceos, llenos de ira
contra los apóstoles, los mandaron aprehender y los metieron en la cárcel.
Pero durante la noche, un ángel del Señor les abrió las
puertas, los sacó de ahí y les dijo: "Vayan al templo y pónganse
a enseñar al pueblo todo lo referente a esta nueva vida". Para obedecer
la orden, se fueron de madrugada al templo y ahí se pusieron a enseñar.
Cuando llegó el sumo sacerdote con los de su partido convocaron al sanedrín,
es decir, a todo el senado de los hijos de Israel, y mandaron traer de la cárcel
a los presos. Al llegar los guardias a la cárcel, no los hallaron y regresaron
a informar: "Encontramos la cárcel bien cerrada y a los centinelas
en sus puestos, pero al abrir no encontramos a nadie adentro".
Al oír estas palabras, el jefe de la guardia del templo y los sumos sacerdotes
se quedaron sin saber qué pensar; pero en ese momento llegó uno
y les dijo: "Los hombres que habían metido en la cárcel están
en el templo, enseñando al pueblo".
Entonces el jefe de la guardia, con sus hombres, trajo a los apóstoles,
pero sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
El cristianismo no es una
simple doctrina; es un nuevo camino y una nueva manera de vivir. Los primeros
cristianos han recuperado su libertad y viven como israelitas libres y fieles
a Dios.
Del salmo 33 R/. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Aleluya.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de
alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al
escucharlo. R/.
Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando
acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
R/.
Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te
sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los
pobres y los libra de todas sus angustias. R/.
Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor
acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Dichoso el hombre que se refugia en él. R/.
ACLAMACIÓN (Jn 3,16)
R/. Aleluya, aleluya.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único,
para que todo el que crea en él, tenga vida eterna. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 3, 16-21
"Tanto
amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para
que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que
el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado;
pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en
el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al
mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran
malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para
que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la
verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas
según Dios". Palabra del Señor. Gloria a ti,
Señor Jesús.
Dios ama a la humanidad sin medida. Por eso mismo, no vacila en entregar a su Hijo único. Los humanos, en cambio, nos empeñamos en seguir atrapados en el delito y la tiniebla.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, que por medio de estos dones que vas a convertir en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo nos haces participar de tu misma vida divina, concédenos que nuestra conducta ponga de manifiesto las verdades que nos has revelado. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Pascua I-V
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (cfr. Jn 15, 16. 19)
Soy yo quien los ha elegido del mundo, dice el Señor, y tos ha destinado para que vayan y produzcan fruto, y su fruto perdure. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que nos has concedido participar en esta Eucaristía, míranos con bondad y ayúdanos a vencer nuestra fragilidad humana, para poder vivir como hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santos: Zita de Lúea, laica, y Pedro Armengol, religioso. Nuestra Señora de Montserrat.
ANTÍFONA DE ENTRADA (cfr Sal 67, 8-9 20)
Cuando saliste, Señor, al frente de tu pueblo y le abriste camino a través del desierto, la tierra se estremeció y hasta los cielos se fundieron. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Padre misericordioso, que veamos fructificar en nuestra vida las gracias recibidas durante esta Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 5, 27-33
En aquellos días,
los guardias condujeron a los apóstoles ante el sanedrín, y el
sumo sacerdote los reprendió, diciéndoles: "Les hemos prohibido
enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han llenado
a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables
de la sangre de ese hombre".
Pedro y los otros apóstoles replicaron: "Primero hay que obedecer
a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús,
a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios
lo exaltó y lo ha hecho jefe y salvador, para dar a Israel la gracia
de la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos
de todo esto y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado
a los que lo obedecen".
Esta respuesta los exasperó y decidieron matarlos. Palabra de
Dios. Te alabamos, Señor.
El conflicto entre los
apóstoles y el consejo judío se agudiza. Ambos pretenden conocer
la voluntad de Dios, pero su respectiva interpretación de Jesús
se opone a la otra.
Del salmo 33 R/. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Aleluya.
Bendeciré al Señor a todas horas; no cesará mi boca de
alabarlo. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Dichoso el hombre que se refugia en él. R/.
En contra del malvado está el Señor para borrar de la tierra su
recuerdo; escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas.
R/.
El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas.
Muchas tribulaciones pasa el justo, pero de todas ellas Dios lo libra. R/.
ACLAMACIÓN (un 2O,
29) R/. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees, porque me has visto. Dichosos los que creen sin
haberme visto, dice el Señor. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 3, 31-36
"El
que viene de lo alto está por encima de todos; pero el que viene de la
tierra pertenece a la tierra y habla de las cosas de la tierra. El que viene
del cielo está por encima de todos. Da testimonio de lo que ha visto
y oído, pero nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio
certifica que Dios es veraz. Aquel a quien Dios envió habla las palabras
de Dios, porque Dios le ha concedido sin medida su Espíritu.
El Padre ama a su Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El que cree en el Hijo
tiene vida eterna. Pero el que es rebelde al Hijo no verá la vida, porque
la cólera divina perdura en contra de él". Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
La vida divina comienza desde ahora. Cualquier persona que se decida a creer en el Hijo de Dios recibe el Espíritu y empieza a saborear la comunión amorosa de Dios.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, las ofrendas que te presentamos y purifica nuestros corazones para que podamos participar dignamente en este sacramento de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Pascua I-V
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 2
Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que, en Cristo resucitado nos has hecho renacer a la vida eterna, haz que este misterio pascual en el que acabamos de participar por medio de la Eucaristía, dé en nosotros abundantes frutos de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Ap 5, 9-10)
Señor, con tu sangre has rescatado a hombres de todas las razas, lenguas, pueblos y naciones y has hecho de nosotros un reino de sacerdotes para Dios. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Padre misericordioso, que para librarnos del poder del enemigo quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos llegar con él a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 5,34-42
En aquellos días,
un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, respetado por todo el pueblo,
se levantó en el sanedrín, mandó que hicieran salir por
un momento a los apóstoles y dijo a la asamblea:
"Israelitas, piensen bien lo que van a hacer con esos hombres. No hace
mucho surgió un tal Teudas, que pretendía ser un caudillo, y reunió
unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, dispersaron a sus secuaces y todo
quedó en nada. Más tarde, en la época del censo, se levantó
Judas el Galileo y muchos lo siguieron. Pero también Judas pereció
y se desbandaron todos sus seguidores. En el caso presente, yo les aconsejo
que no se metan con esos hombres; suéltenlos. Porque si lo que se proponen
y están haciendo es de origen humano, se acabará por sí
mismo. Pero si es cosa de Dios, no podrán ustedes deshacerlo. No se expongan
a luchar contra Dios".
Los demás siguieron su consejo: mandaron traer a los apóstoles,
los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron.
Ellos se retiraron del sanedrín, felices de haber padecido aquellos ultrajes
por el nombre de Jesús. Y todos los días enseñaban sin
cesar y anunciaban el Evangelio de Cristo Jesús, tanto en el templo como
en las casas. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Gamaliel es un anciano
sensato. Las experiencias vividas lo han enseñado a pensar dos veces
antes de actuar. Ha descubierto que los falsos mesías terminan en el
fracaso.
Del salmo 26 R/. El Señor es mi luz y mi salvación. Aleluya.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy
a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién
podrá hacerrme temblar? R/.
Lo único que pido, lo único que busco, es vivir en la casa del
Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar
continuamente en su presencia. R/.
La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor
y fortaleza y en el Señor confía. R/.
ACLAMACIÓN (Mt 4,
4) R/. Aleluya, aleluya.
No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que
sale de la boca de Dios. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 6,1-15
En
aquel tiempo. Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago
de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto
los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió
al monte y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús
que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: "¿Cómo
compraremos pan para que coman éstos?". Le hizo esta pregunta para
ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe
le respondió: "Ni doscientos denarios de pan bastarían para
que a cada uno le tocara un pedazo de pan". Otro de sus discípulos,
Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: "Aquí
hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué
es eso para tanta gente?". Jesús le respondió: "Díganle
a la gente que se siente". En aquel lugar había mucha hierba. Todos,
pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco
mil.
Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias
a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente
les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos
se saciaron, dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos sobrantes,
para que no se desperdicien". Los recogieron y con los pedazos que sobraron
de los cinco panes llenaron doce canastos.
Entonces la gente, al ver el signo que Jesús había hecho, decía:
"Éste es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo".
Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey,
se retiró de nuevo a la montaña, él solo. Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Jesús toma la iniciativa, encara la necesidad del pueblo hambriento y alimenta a éste con hartura. En cambio, los discípulos reaccionan de manera pragmática, calculando.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, con bondad, las ofrendas que te presentamos, y ayúdanos a conservar tu gracia para alcanzar un día la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Pascua I-V
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rm 4, 25)
Cristo fué condenado a muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que tu amor paterno proteja siempre a quienes has salvado por medio de la pasión de tu Hijo, y que Cristo resucitado sea la fuente de todas nuestras alegrías. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Celebremos con alegría la fiesta de santa Catalina de Síena, virgen sabia y prudente que conservó su lámpara encendida para salir al encuentro del Señor. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que otorgaste a santa Catalina de Siena un amor profundo a Cristo crucificado y una filial solicitud por la unificación de la Iglesia, concédenos, por su intercesión, vivir siempre unidos por el amor a tu Hijo y la obediencia a su Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 6,1-7
En aquellos días,
como aumentaba mucho el número de los discípulos, hubo ciertas
quejas de los judíos griegos contra los hebreos, de que no se atendía
bien a sus viudas en el servicio de caridad de todos los días.
Los Doce convocaron entonces a la multitud de los discipulos y les dijeron:
"No es justo que, dejando el ministerio de la palabra de Dios, nos dediquemos
a administrar los bienes. Escojan entre ustedes a siete hombres de buena reputación,
llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a los cuales encargaremos
este servicio. Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de
la palabra".
Todos estuvieron de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del
Espíritu Santo, a Felipe, Prócero, Nicanor, Timón, Pármenas
y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a
los apóstoles, y éstos, después de haber orado, les impusieron
las manos.
Mientras tanto, la palabra de Dios iba cundiendo. En Jerusalén se multiplicaba
grandemente el número de los discípulos. Incluso un grupo numeroso
de sacerdotes había aceptado la fe. Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
Los diáconos atenderán
los desafios y las necesidades pastorales de la comunidad. Toda comunidad eclesial
necesita vivir en su interior la dimensión del servicio y la caridad.
Del salmo 32 R/. El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
Que los justos aclamen al Señor; es propio de los justos alabarlo. Demos
gracias a Dios al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos.
R/.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él
ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían;
los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.
ACLAMACIÓN R/. Aleluya,
aleluya.
Ha resucitado Cristo, el Señor, que creó el mundo, y que ha salvado
a los hombres por su misericordia. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 6,16-21
Al
atardecer del día de la multiplicación de los panes, los discípulos
de Jesús bajaron al lago, se embarcaron y empezaron a atravesar hacia
Cafaraaúm. Ya había caído la noche y Jesús todavía
no los había alcanzado. Soplaba un viento fuerte y las aguas del lago
se iban encrespando.
Cuando habían avanzado unos cinco o seis kilómétréfs,
vie-ron a Jesús caminando sobre las aguas, acercándose a la barca,
y se asustaron. Pero él les dijo: "Soy yo, no tengan miedo".
Ellos quisieron recogerlo a bordo y rápidamente la barca tocó
tierra en el lugar adonde se dirigían. Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Jesús se acerca a unos discípulos asustados. La noche aumenta sus temores. La respuesta solemne de Jesús equivale a una autorrevelacíón: "Yo soy". No hay razones para el desaliento.
ORÁCIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, el sacrificio de salvación que fe ofrecemos en esta festividad de santa Catalina, y ayúdanos a imitar sus ejemplos, a fin de que toda nuestra vida sea una continua alabanza a ti, fuente de todo bien. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Dios es luz; si caminamos en la luz, estaremos unidos unos con otros, y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos purificará de todo pecado. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que este sacramento, en el que santa Catalina encontró un alimento capaz de sostener la vida de su cuerpo, nos comunique la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
III DOMINGO DE PASCUA.
Santos: Pío V. papa; Donato de Epiro, obispo, y José Benito Cottolengo, fundadora.
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 65, 1-2)
Aclamen al Señor, habitantes todos de la tierra, canten un himno a su nombre, denle gracias y alábenlo. Aleluya.
Se dice Gloria
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que nos has renovado en el espíritu al devolvernos la dignidad de hijos tuyos, concédenos aguardar, llenos de júbilo y esperanza, el día glorioso de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 3, 13-15. 17-19
En aquellos días,
Pedro tornó la palabra y dijo: Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,
el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien
ustedes entregaron a Pilato y a quien rechazaron en su presencia, cuando él
ya había decidido ponerlo en libertad. Rechazaron al santo, al justo,
y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida; pero
Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de
la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había
predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse para que se les perdonen
sus pecados". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
El apóstol Pedro
había experimentado sus propios fallos; por ello logra entender los errores
de su pueblo. La ignorancia condujo a los israelitas a rechazar al autor de
la vida.
Del salmo 4 R/. En ti, Señor, confío. Aleluya.
Tú, que conoces lo justo de mi causa, Señor, responde a mi clamor.
Tú, que me has sacado con bien de mis angustias, apiádate y escucha
mi oración. R/.
Admirable en bondad ha sido el Señor para conmigo, y siempre que lo invoco
me ha escuchado; por eso en él confío. R/.
En paz, Señor, me acuesto y duermo en paz, pues sólo tú,
Señor, eres mi tranquilidad. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan: 2,1-5
Hijitos míos: Les
escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor
ante el Padre a Jesucristo, el justo. Porque él se ofreció como
víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por
los nuestros, sino por los del mundo entero.
En esto tenemos una prueba de que conocemos a Dios: en que cumplimos sus mandamientos.
El que dice: "Yo lo conozco", pero no cumple sus mandamientos, es
un mentiroso y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple
su palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud, y precisamente en esto
conocemos que estamos unidos a él. Palabra de Dios. Te alabamos,
Señor.
La disyuntiva no admite términos medios: el que conoce a Dios vive en el amor; el que no lo conoce, continúa vivieaáe en el odio y desamor. Cada cual sabe dónde se encuentra.
ACLAMACIÓN (cfr.
Lc 232) R/. Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, haz que comprendamos las Escrituras. Enciende nuestro
corazón mientras nos hablas. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 24,35-48
Cuando
los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde
estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había
pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al
partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de
ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados
y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: "No
teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen
dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme
y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que
tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no
acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les
dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?". Le ofrecieron un
trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de
ellos.
Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba
yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo
lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas
y en los salmos".
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras
y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que
padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día,
y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando
por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón
de los pecados. Ustedes son testigos de esto". Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
La obra misionera no será el resultado de heroísmos o esfuerzos sobrehumanos. El Espíritu será quien Uamáde ¿traza a los testigos para realizar la misión.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que te presentamos llenos de júbilo por la resurrección de tu Hijo, y concédenos participar con él, un día, de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Pascua I-V
ANTÍFONA DE LA COMUNION
Era necesario que Cristo padeciera y resucitara dé entre los muertos al tercer día y que, en su nombre, se exhortara a todos los pueblos al arrepentimiento para el perdón de los pecados. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Mira, Señor, con bondad a estos hijos tuyos que has renovado por medio de los sacramentos, y condúcelos al gozo eterno de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
UNA
REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Cuando la Iglesia ha conseguido
poderes y riquezas en diferentes períodos de su historia, ha encontrado
mayores dificultades para mantenerse fiel a su misión. Cuando ha vivido
en Condiciones adversas, viviendo como Iglesia, conducida por la fuerza del
Espíritu, lo ha hecho como servidora y misionera. Ella vive de la fuerza
de la Palabra. Cuando sentimos la tentación de confiar excesivamente
en los recursos humanos, sean económicos, técnicos o políticos,
equivocamos el camino. La Iglesia tiene que permanecer en Jerusalén,
esperando la fuerza de lo alto, sabiendo que en su misión se paulino
"Pues cuando soy débil, entonces soy.