Folleto EVC No. 462

ARQUIDIOCESIS PRIMADA DE MÉXICO

"EL NUEVO TESTAMENTO de los Hechos al Apocalipsis"

Autor : R.P. Pedro Herrasti

 

NIHIL OBSTAT

6 de julio de 1999 Pbro. José Luis

Guerrero Rosado Censor

IMPRIMATUR

13 de julio de 1999 Pbro. Guillermo Moreno Bravo vicario General

 

EL NUEVO TESTAMENTO

"De los Hechos al Apocalipsis"

 

INTRODUCCION

 

LA SOCIEDAD EVC en su empeño de poner al alcance de todos los Católicos literatura religiosas sencilla y comprensible, ha editado una introducción al Antiguo Testamento Folleto 460: LA BIBLIA; a los Evangelios Folleto 461:¿QUE SON LOS EVANGELIOS? y en el presente Folleto 462 aborda el resto del Nuevo Testamento, Hechos de los Apóstoles, Cartas y Apocalipsis, haciendo de los tres una colección sumamente útil para acercarnos a la Palabra de Dios.

La Biblia es un libro difícil de interpretar, porque aunque su mensaje resultaba fácil y sencillo para sus primeros destinatarios, actualmente vivimos en otras culturas y a siglos de distancia. Siendo el Libro de los Libros, es muy complejo y necesitamos de la mano de la Iglesia Católica, Madre y Maestra, para no caer en el error como ha sucedido con los protestantes, que por el principio luterano de la libre interpretación de la Biblia, cada quien ha querido leer en ella lo que le conviene. Por algo ya San Pedro nos advierte que: La Biblia "no es de interpretación privada" (2 Pe-1,20).

Al leer y estudiar la Biblia guiados por la Iglesia Católica, tenemos la garantía de encontrar la verdad. Nadie como ella (tiene veinte siglos de experiencia) nos puede aclarar qué nos dice Dios en este maravilloso libro.

El Nuevo Testamento, además de los cuatro Evangelios, contiene los Hechos de los Apóstoles, las cartas de San Pedro, San Pablo, San Juan, Santiago, San Judas Tadeo, la carta a los Hebreos y el Apocalipsis, 27 en total.

Como en el Folleto 460, nuestra inspiración principal es la BIBLIA LATINOAMERICANA que por estar editada especialmente para los fieles de habla hispana de nuestro continente, no solamente adopta un lenguaje sencillo sino que tiene al alcance de sus páginas, notas explicativas tan útiles, como comprensibles.

 

HECHOS DE LOS APOSTOLES

Al mismo tiempo que Jesucristo predicó en Palestina la Buena Nueva, durante tres años instruyó a los Apóstoles que El eligió para continuar su obra, ordenándoles antes de ascender al Cielo, evangelizar a todas las naciones.

¿Cómo empezó la evangelización? ¿Qué hicieron los Apóstoles para cumplir su vocación? ¿Cómo nació la Iglesia?

El relato de los principios de la Iglesia Católica es apasionante y es necesario conocerlo, como debemos también conocer su historia hasta nuestros días. No importa en realidad la mediocridad de la mayoría de los cristianos sino conocer las experiencias y hazañas de los verdaderos creyentes, apóstoles y mártires.(Ver los folletos EVC 647:"Nace la Iglesia, de Cristo a Constantino" y el 649: "La verdadera Historia de la Iglesia")

El autor de los Hechos de los Apóstoles, San Lucas, no fue discípulo de Jesucristo, al que tal vez no conoció ya que era pagano y vivía fuera de Palestina, en Antioquía; pero cuando se convirtió, por su formación greco-latina, se interesó no tan solo en investigar los acontecimientos "desde el principio" sino en consignarlos por escrito.

San Lucas es una bendición para la Iglesia: con una mentalidad más cercana a la nuestra, es el cronista privilegiado que nos transmite, sólo él, por ejemplo, la infancia de Nuestro Señor, que oyó seguramente de los labios de su Madre: la Santísima Virgen María.

San Lucas en los Hechos de los Apóstoles lleva una perfecta continuidad de su Evangelio y nos relata los primeros pasos de la Iglesia en Jerusalén, después de la Ascensión de Jesús. A San Lucas debemos la noticia de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés y presenta la figura de San Pedro como el jefe indiscutible, el primer Papa de la historia.

Tuvo la suerte San Lucas de haber conocido a San Pablo y a partir del año 50 acompañarlo en sus correrías apostólicas habiendo terminado su libro en el año 62.

Hubiéramos querido que un cronista como San Lucas hubiera sido el acompañante de San Pedro y de cada uno de los demás Apóstoles. De algunos de ellos no sabemos prácticamente nada, ni de sus trabajos evangelizadores ni de su martirio. Pero Dios tiene sus planes y debemos agradecerle el haber suscitado la vocación de San Lucas.

Termina el libro cuando San Pablo está en Roma en una casa alquilada, en arresto domiciliario, esperando dos años enteros el juicio del César al cual ha apelado y "recibiendo sin trabas a todos los que lo venían a ver. Proclamaba el Reino de Dios con mucha seguridad y enseñaba lo referente a Jesús" (Hech.28,30-31).

 

CARTA A LOS ROMANOS.

Si tenemos la suerte de que San Lucas haya escrito su Evangelio y los Hechos de los Apóstoles, también debemos alegrarnos de que San Pablo haya tenido la idea de escribir hermosísimas cartas a las diversas Iglesias fundadas por él durante sus correrías Apostólicas.

Sin embargo, la más extensa y tal vez la más importante, la Carta a los Romanos está dirigida a una Iglesia que él no fundó. En tiempos de Jesús, los judíos eran numerosos en Roma y se les daba el nombre de "libertos" porque procedían en su mayor parte de los prisioneros de guerra llevados a Roma por Pompeyo.

El día de Pentecostés, San Lucas nos lo menciona, había libertos en Jerusalén y los que se convirtieron y fueron bautizados, al regresar a Roma difundieron la Fe en Jesucristo. Además es admitido que San Pedro se encaminó a Roma en el año 44.

En todo caso, cuando San Pablo en el año 57 escribe esta carta desde Corinto, (Grecia), tenía en Roma muchos conocidos entre los convertidos tanto del judaísmo como de la gentilidad y juzga necesario instruirlos cuidadosamente en su doctrina.

Como escribe a una iglesia con la que no tenía relaciones, la epístola a los Romanos es menos familiar, menos cordial y más doctrinal que las otras. Tiene claramente dos partes principales: la dogmática de los primeros once capítulos y la moral del capítulo 12 al 15. Termina con un largo epílogo de dos capítulos.

Temas importantísimos son por ejemplo: que la justificación no nos viene sino por la Fe; que estamos liberados del pecado, que somos hijos de Dios y otros.

En el aspecto moral, expone nuestros deberes para con Dios, para con el prójimo y para con nosotros mismos.

 

PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS.

Como vemos en esta Carta, no todas las comunidades cristianas eran un modelo de virtudes. En la ciudad muy activa y corrompida de Corinto, judíos y paganos convertidos al cristianismo formaban una iglesia dinámica pero poco ordenada. Los responsables de la comunidad no son capaces de hacer frente a diversos problemas: divisiones internas, dudas de fe, escándalos. Entonces recurren a San Pablo, que desde Efeso les envía instrucciones sobre el celibato y el matrimonio, la convivencia con los paganos, la manera de realizar sus asambleas, la celebración de la Eucaristía, el uso de los dones espirituales y la resurrección de los muertos.

 

SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS.

Tenía San Pablo la intención de ir a Corinto personalmente, pero no pudo hacerlo y aquella comunidad, siempre conflictiva, mótiva esta segunda carta, que tal vez no fue escrita de corrido ya que revela diversos estados de ánimo del autor. Han surgido enemigos de San Pablo como los "judaizantes", empeñados en mermar la autoridad del Apóstol. Por eso fue escrita "entre lágrimas" y San Pablo debe defenderse apasionadamente haciendo un auto-elogio del cual también se excusa.

En su autodefensa, este hombre lleno de Cristo, nos deja bellísimas páginas de lo que significa la evangelización y el hecho de ser Apóstol de Jesucristo.

 

CARTA A LOS GALATAS.

Galacia estaba ubicada en el centro del Asia Menor y los gálatas habían sido evangelizados por San Pablo y San Bernabé en una misión apostólica detalladamente narrada por San Lucas (Hech.1-14.)

Pero judíos mal convertidos, predicaban que los gentiles, para salvarse, primero habían de someterse a la circuncisión, poniendo más énfasis en ello que en la fe en Jesucristo como único Salvador. Por eso San Pablo escribe dolido a los gálatas, que se han alejado de la pureza del Evangelio. Este tema fue la causa del Concilio de Jerusalén en donde San Pablo defendió con éxito total su posición.

San Pablo escribió esta carta tal vez desde Antioquía o Macedonia y seguramente antes del citado Concilio entre 56 y 57, ya que no hace mención del decreto conciliar.

El tema de la carta es la suficiencia de la sola fe en Jesucristo y la inutilidad de la Ley Judaica y de la circuncisión para alcanzar la salvación.

 

EFESIOS

El hombre siempre se ha cuestionado acerca del origen y sentido del mundo, del hombre mismo y también del destino final de la humanidad.

San Pablo, preso en Roma ha escuchado las doctrinas venidas de todas partes del mundo y tanto en esta carta como en la escrita a los Colosenses contesta a dichas interrogantes. El cosmos ha sido creado para nosotros, para que "seamos santos e inmaculados por el amor en su presencia" y la meta es la realización del Hombre Nuevo, el Cristo Total, donde nos reuniremos, cada cual en el lugar que nos corresponda, en la unidad con Cristo capaz de abrazarnos a todos en su amor desbordante.

Al mismo tiempo que San Pablo es capaz de revelarnos los más altos misterios del plan de Dios, sabe descender a los asuntos de la vida cotidiana como el matrimonio, las virtudes cristianas y la santidad de vida.

 

FILIPENSES

Filipos era una ciudad de Macedonia (Balcanes), en donde San Pablo había fundado una comunidad que le era muy querida. Por eso el tono de esta carta es tan distinto de las anteriores: familiar, tierno.

En contra de su costumbre de no aceptar ayuda para no provocar maledicencias, de los filipenses sí la acepta, demostrando la gran confianza que les tenía. El capítulo 2 contiene la hermosa página: "Tengan ustedes los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús".

Escribió esta carta estando preso, no sabemos si en Efeso en 56 o en Roma en 62.

 

COLOSENSES

Cuando San Pablo predicó en Efeso, uno de los que oyeron el Evangelio con más fruto, fue Epafras, natural de Colosas, que al volver a su ciudad les comunicó la Fe, fundando una iglesia muy adicta a San Pablo.

Pero con el tiempo los colosenses ya no se sentían tan seguros de Jesucristo y agregaban prácticas del Antiguo Testamento y rendían culto a fuerzas ocultas que llamaban "ángeles" que según ellos determinaban el destino de los hombres. Se parecían a los que actualmente confían más en devociones como las ánimas o creen en astrología y consultan horóscopos.

En la presente carta, San Pablo aclara la supremacía absoluta de Jesucristo. Problemas actuales como la violencia, la guerra o las drogas, nos deben llevar a profundizar el mensaje de Cristo.

 

TESALONICENSES 1 Y 11

En el año 50 San Pablo llegó a Tesalónica y como era su costumbre, predicó el Evangelio en la sinagoga, convirtiendo a no pocos, pero despertando la enemistad de la mayoría. Por eso tuvo que huir de ahí hacia Berea. También llegaron sus enemigos y partió para Atenas. Preocupado por la Iglesia de Tesalónica, desde Corinto les manda con Timoteo una primera carta y al saber buenas noticias, les escribe una segunda.

Estos escritos son los primeros del Nuevo Testamento, datando del año 51 d.C.. Una preocupación de San Pablo es orientar a los tesalonicenses acerca de la segunda venida de Jesucristo, que ellos creían tan inminente que algunos habían dejado de trabajar, viviendo a costa de los demás.

 

TIMOTEO 1

Era Timoteo natural de Listra, hijo de padre griego y madre judía. Cuando San Pablo pasó por Listra, toda la familia abrazó la fe que San Pablo predicaba y éste lo tomó consigo y fue su fiel servidor en el apostolado. Cuando San Pablo, libre de su primer proceso se dirigió a Oriente, lo dejó al frente del gobierno de la Iglesia de Efeso y le dirige desde Macedonia esta primera carta.

Preocupa a San Pablo la aparición de falsas doctrinas que corrompen la verdad del Evangelio y advierte de ello a Timoteo. Vemos como desde los inicios de la Iglesia Católica, aparece la organización jerárquica consistente en Obispos, Sacerdotes y Diáconos. Termina la carta exhortándolo a "cuidar el Depósito de la fe" (6,20), que viene siendo uno de los principales cometidos de los Obispos.

 

TIMOTEO II

La segunda carta a Timoteo fue escrita ya en la prisión en Roma, cuando San Pablo presiente que su fin está cerca y lo han abandonado todos excepto San Lucas y la familia de Onesíforo. Le pide que venga con San Marcos trayéndole su capa, libros y pergaminos que dejó en Tróade. Aún próximo a morir ("Mi libación está derramada y el tiempo de mi partida se acerca" 4-6) San Pablo predica, organiza, da órdenes, recuerda a sus fieles amigos y está lleno de confianza en Dios a pesar de las traiciones sufridas.

 

TITO

Sabemos que Tito era pagano de origen y aparece por primera vez en la historia de la Iglesia durante el Concilio de Jerusalén cuando los partidarios de la Ley intentaban obligarle a que se circuncidara.

Acompañó a San Pablo en Efeso y fue enviado por dos veces a Corinto. Fue Obispo de las Iglesias de Creta y estuvo también en Dalmacia. La presente carta fue redactada desde Nicópolis, dándole instrucciones de cómo gobernar su iglesia.

 

FILEMON

Onésimo era esclavo de Filemón y huye hacia Roma para refugiarse con San Pablo. La solución que éste da al problema es sensacional: una vez convertido y bautizado Onésimo, ya no es esclavo de nadie sino hermano en Cristo de todos los cristianos, incluido su antiguo amo, Filemón y se lo devuelve en calidad de tal.

No es el cambio de estructuras sociales lo que dará justicia al mundo, sino la conversión de los corazones. En Cristo el Señor somos libres, iguales ante el Padre Celestial y hermanos en Cristo el Señor. Mientras no comprendamos y vivamos esta sublime verdad, no cesarán ni las guerras ni las injusticias.

 

CARTA A LOS HEBREOS

Desde el primer momento el lector puede darse cuenta de que el redactor de la presente carta no es San Pablo, aunque la doctrina sustentada sí lo es: ningún saludo, ninguna amonestación personal, un final distinto. Desde los primeros siglos del cristianismo los estudiosos se preguntaban acerca de su procedencia y de si era digna de ser considerada canónica o no.

Al final se puede decir que el autor es San Pablo, pero el redactor fue alguno de sus discípulos, por ejemplo Apolo, Timoteo o Erasto.

El tema abordado es sumamente importante para el pueblo judío en especial para la clase sacerdotal cuya vida no tenía otro sentido que el servicio del Templo de Jerusalén, con suntuosas ceremonias y numerosos sacrificios. Desprenderse de una tradición milenaria no era tan fácil.

San Pablo tiene que argumentar denodadamente demostrando cómo Moisés, la Ley, los sacrificios, el Templo, etc. No eran sino figura del único sacerdocio, del único sacrificio, de la única víctima que es Cristo.

Seguramente la carta fue redactada por el año 67 d.C., antes de que el Templo fuera destruido en 7O y el culto de la Antigua Alianza desapareciera prácticamente.

 

CARTA DE SANTIAGO.

En el Evangelio de San Marcos se menciona a un Santiago "hermano del Señor" (Me-6,3) según la acepción amplia del término "hermano" en los escritos bíblicos, que quiere decir en realidad pariente aún lejano.

En todo caso aparece después de Pentecostés como el jefe de la iglesia de Jerusalén y reconocido como responsable de las comunidades cristianas de Siria y Cilicia.

El autor, a diferencia de San Pablo es muy apegado y respetuoso de las tradiciones judías sin perjuicio de la fe en Jesucristo, lo que no impidió al pontífice judío Anano prenderlo y mandarlo matar en el año 62 d.C.

La carta en sí, contiene normas morales inspiradas en los Libros Sapienciales pero desarrolladas en la espiritualidad propia del Sermón de la Montaña

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CARTAS DE SAN PEDRO, I Y II.

Realmente, por desgracia, no sabemos casi nada de la actividad del Apóstol San Pedro desde el Concilio de Jerusalén. Como mencionamos arriba, hizo falta un cronista como San Lucas para saber más de lo que hizo el primer Papa de la Iglesia Católica.

En todo caso, sabemos que estuvo en Antioquía (Turquía) y que muy sabiamente, como jefe de toda la Iglesia, se dirigió a Roma, centro del Imperio Romano, donde coincidió con San Pablo, aunque por motivos muy diferentes.

Una muy antigua tradición asegura que fue martirizado en la persecución de Nerón en el año 67 y que fue sepultado en la loma Vaticana. Investigaciones recientes llevadas a cabo permitieron descubrir una tumba y huesos señalados corno los de San Pedro, exactamente bajo la inmensa cúpula de la Basílica que lleva su nombre.

Poco antes de su muerte, escribió dos cartas con palabras sencillas a los cristianos de Asia, donde empezaban ya las persecuciones. No son un tratado teológico como las cartas de San Pablo, sino más bien una exhortación dando ánimo a los que sufren, presentándoles el ejemplo de Jesucristo y explicándoles las consecuencias del Bautismo.

Encargó su redacción a Silvano, que había sido también discípulo de San Pablo y de ahí puede provenir que en varios lugares se encuentren los mismos temas de las cartas de San Pablo.

 

CARTAS DE SAN JUAN.

El Apóstol San Juan, adolescente cuando conoció a Cristo, vivió hasta fines del siglo primero a pesar de que según una tradición fue martirizado en un caldero de aceite hirviendo del cual salió rejuvenecido.

Le debemos no tan sólo su Evangelio sino tres cartas y el Apocalipsis. Y también por supuesto, el haber cuidado de la Santísima Virgen María hasta su muerte y asunción a los cielos.

La primera carta tiene gran parecido a su Evangelio. Al tener al Hijo de Dios, andamos en la verdad, en el amor verdadero y estamos en comunión con Dios mismo.

Pero también precisa los criterios y las condiciones para vivir en la luz y en el amor.

La segunda carta, va dirigida a una dama llamada Electa y a sus hijos, que tal vez simbolizan a una iglesia, para alabar su fe y prevenirla contra los falsos doctores. La tercera la dirige a Gayo, al cual aprecia mucho a la vez que censura a un cierto Diotrefes por su falta de respeto para el Apóstol.

 

SAN JUDAS TADEO.

Tadeo era hermano de Santiago el menor y tanto en los Evangelios como en los otros escritos pasa sin ser notado. Solo lo conocemos por las listas de los Apóstoles. El historiador Hegesipo, judío convertido del siglo II, nos cuenta que algunos nietos de Tadeo fueron denunciados al emperador Domiciano como "peligrosos", pero al verlos pobres y con las manos encallecidas por el trabajo los dejó libres.

Esta breve carta debió ser escrita para aquellos entre quienes su hermano era conocido, para judíos convertidos. Denuncia a los falsos doctores con acentos parecidos a los de San Pedro. Curiosamente cita a dos libros apócrifos, la Asunción de Moisés y el de Henoc, pero no por considerarlos canónicos sino como obras conocidas en su tiempo. No sabemos de sus destinatarios ni del tiempo en que fue escrita.

APOCALIPSIS.

Terminaba el siglo primero, por los años 96 al 98 d.C. cuando San Juan Evangelista, ya casi también centenario, se encontraba desterrado por Domiciano en la isla de Patmos cuando recibió la inspiración divina de escribir a las siete iglesias de la provincia proconsular de Asia. Lo hizo en el estilo "apocalíptico" ya empleado por algunos profetas del Antiguo Testamento y por el mismo Jesús cuando los Apóstoles le preguntaron acerca del fin del templo y del fin del mundo.

Este género profético es distinto del género común en el Antiguo Testamento: quiere desligarse del presente para trasladarse a edades futuras, al fin de las cosas. Es algo artificioso ya que al mismo tiempo desea escribir para el tiempo presente en el cual quiere ejercer su influencia. Es un estilo alegórico, con visiones imaginarias, describiendo escenas teatrales, con elementos de la naturaleza en acción y los ángeles como directores del movimiento escénico.

con apariencias de precisión cronológica, usa cifras aritméticas y comparaciones constantes ("como zafiro", "parecido a piedra de jaspe", "semejante a una esmeralda", etc.) que no son sino simples aproximaciones como si quisiera decir que las realidades superan toda comparación. Se repite constantemente, el número siete: 7 iglesias, 7 sellos, 7 trompetas, 7 copas, etc. y el número 144 mil, evidentemente simbólico, que no puede tomarse en sentido literal so pena de no entender nada del mensaje profundo del Apóstol.

En esta forma literaria hay que distinguir por tanto, dos cosas: la doctrina y el estilo. Con un estilo muy rebuscado lo importante es la revelación de Jesucristo y su Resurrección; de los peligros, esperanzas y triunfos de los cristianos. Conviene que el lector no olvide esto para que no se deje llevar por la ilusión de muchos visionarios, como los Testigos de Jehová, que pretenden sacar del Apocalipsis cosas y fechas que ni el mismo Jesús quiso decirnos.

Podemos distinguir en este libro cuatro tiempos: el pasado, que abarca la historia antigua del pueblo de Israel; el presente, o sea la aparición del Mesías; el milenio, o sea la paz después de las luchas que amenazan; el fin lejano con la victoria final de Cristo sobre el dragón y la restauración de todas las cosas en Dios.

Si San Juan quiso exponer su comprensión profética de la historia en forma de Apocalipsis, entenderemos su mensaje con tal de no tomar todo al pie de la letra; más bien debemos interpretar sus visiones, cifras, símbolos, según las reglas propias de la literatura apocalíptica. Entonces veremos que el Apocalipsis de Jesucristo, no es ni difícil ni terrorífico, sino lleno de esperanza.

Cristo resucitado es el centro de la historia; el mundo es el escenario de la lucha entre la Iglesia Católica, encabezada por Cristo y las fuerzas del demonio; los cristianos son llamados a dar valientemente su testimonio hasta la victoria final. Por eso la Iglesia exclama confiada: "¡Maran atha!", ¡Ven Señor Jesús!

"No hay más que una Iglesía de Jesucristo, la cual es como un gran árbol en el que estamos injertados. Se trata de una Unidad profunda, vital, que es don de Dios. No es solamente ni sobre todo unidad exterior, es un misterio y un don"

Juan Pablo II


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