Santoral Junio 2003

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LA ASCENSÓN DEL SEÑOR, del latín: «subir», «ascender» (s. I). El libro de los Hechos de los Apóstoles (1, 1, 11) narra el acontecimiento trascendental e histórico que nos revela la transición entre la gloria de Cristo resucitado y la de Cristo exaltado a la derecha del Padre; asimismo, posibilita a la humanidad el ingreso a la Patria Celestial. Esta solemnidad, profetizada ya en el Salmo 47: «Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono...», se conmemora a partir del s. IV. En sus imágenes (iconografía), su representación es múltiple, por ejemplo: aparece Jesucristo en su Ascensión hacia el cielo, con una túnica blanca; en sus manos, pies y costado se contemplan las heridas de su martirio. Esta fiesta se celebra el jueves, 10 días antes de Pentecostés. Ésta es una de las celebraciones religiosas movibles, es decir, no tiene fecha fija, pues se ciñe al calendario lunar judío.

Santos: María Ana de Jesús Paredes, Marcelino, Pedro, Eugenio y Erasmo o Elmo.

SANTA MARÍA ANA DE JESÚS PAREDES, del arameo: «señora» y del hebreo: «la benéfica» (1618-1645). Religiosa. Originaria de Quito, entonces parte del virreinato del Perú, a los seis años quedó huérfana, bajo la tutela de su hermana. Mostró especial devoción a la Pasión de Cristo. A la edad de 15 años, se reservó un sitio apartado de su casa para dedicarse a la oración bajo la dirección espiritual de un padre. Desempeñó funciones de catequista, visitó encarcelados y tuvo el don de consejo, el cual proporcionaba a quienes a ella acudían. Experimentó éxtasis frecuentes, presenciados por testigos. Su espíritu de servicio y amor al prójimo se manifestó en la atención a los afectados por el terremoto acaecido en Ríobamba (actual Ecuador) en 1645, En su vida siempre trató de apegarse a los lineamientos trazados por Teresa de Ávila e Ignacio de Loyola, Dejó fama de santidad a su muerte, ocurrida en su tierra natal. Por sus múltiples milagros se le conoce también como «la azucena de Quito». Canonizada por Pío XII en 1950.

SANTA CLOTILDE DE FRANCIA, del germánico: «la que lucha con gloria» (¿?-545). Reina y viuda. Por su biografía, escrita por san Gregorio de Tours, se sabe que fue hija del rey de Borgoña, quien fue asesinado. Después de esta muerte Clotilde fue encarcelada. Durante su cautiverio se dedicó a orar y meditar. Aun en prisión, se las ingeniaba para auxiliar a los pobres, gracias a lo cual conquistó el cariño de su pueblo. Su libertad la consiguió Clodoveo, rey pagano de los francos, quien la pidió en matrimonio. Posteriormente éste se convertirá al cristianismo e invocando «al Dios de mi esposa», logra vencer a sus enemigos; a partir de entonces, la nación francesa se mantendrá fiel a Cristo. Al morir este rey, la santa se retiró aun monasterio en Tours, para continuar su vida de oración y auxilio a enfermos y necesitados; desde ahí vio con dolor cómo sus hijos se disputaban el trono. Pasa mucho tiempo en oración y ayuno para pedir a Dios que se reconcilien, lo que le fue concedido. En dicho monasterio murió. Según narra san Gregorio, la santa era admirada por su gran generosidad, la pureza de su vida y sus largas y fervorosas oraciones. Iconografía: con atuendos de reina, con una iglesia en sus manos, en actitud orante.

NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ del latín: lux, «luminoso». Esta imagen de Nuestra Señora es originaria de Sicilia (Italia), donde se manifiesta a una religiosa quien, obedeciendo a la divina Señora, mientras contempla la visión «dicta» a un pintor las características de ésta. Este pequeño lienzo confirma 1a de autenticidad al reverso y previo sorteo realizado por jesuitas, en 1732 fue colocado en el altar mayor de la catedral de León, Guanajuato (México). En sus imágenes, Nuestra Señora de la Luz es representada con vestido blanco y manto azul, rodeada por tres ángeles: dos la coronan y el tercero, a su izquierda, le presenta un cesto con corazones; el Niño Jesús -a quien lleva en su brazo izquierdo- toma uno de ellos en sus manos. A su lado derecho, un dragón abre sus fauces para tragar a un pecador, a quien la Virgen levanta, para salvarlo. Patrona de la Diócesis de León; es muy venerada en Puebla y también por los jesuitas. Protectora de las mujeres que darán a luz y de los enfermos de la vista.

SAN BONIFACIO, Obispo, del latín: «bienhechor> o «afortunado» (673-754). Mártir. De origen inglés, nació en Crediton, Inglaterra; su nombre era Winfrido. Ingresó a la orden benedictina, en Exeter, Alemania. Una vez ordenado sacerdote, misionó en Europa central, donde combatió el paganismo y la superstición. Urbano II lo consagró obispo con el nombre de Bonifacio. Durante diez años de arduo trabajo fundó una escuela -para la que escribió la primera gramática latina en Inglaterra- y varios monasterios, entre los que sobresale el de los Fuldantinos. Organizó las comunidades de Maguncia, Baviera y Turingia. Hacia 754, cuando se disponía a partir el sacramento de la Confirmación a una comunidad de Frisia (Holanda), fue masacrado por un grupo de paganos. Patrón de Alemania. Iconografía: aparece con atavío episcopal, hacha clavada en un tronco (paganismo vencido) y un evangeliario atravesado por una espada, alusiva a su muerte.

Santos: Marcelino Champagnat, Norberto, Artemio, Cándida, Paulina y Alejandro.

SAN MARCELINO CHAMPAGNAT, del latín: patronímico de Marcelo. «Marcos», «Marte» (1789-1840). Presbítero y fundador. Nació en Rosey, una aldea del ayuntamiento de Marhes, Francia. Fueron sus padres María Teresa Chirat y Juan Bautista Champagnat, quienes lo educaron en la rectitud, entrega al servicio de los demás y en la piedad hacia Cristo y María. Su infancia transcurrió en la difícil época de la Revolución Francesa, por lo que recibió elemental instrucción escolar. Ingresó al seminario menor de Verrieres (1805-13), y más tarde pasó al Seminario Mayor de San Ireneo de Lyon, donde fue ordenado sacerdote en 1816. De este periodo data la idea de formar una sociedad bajo la protección de la Virgen, que cristalizó en la que fue Sociedad de María (padres Maristas). Mostró especial devoción a María Santísima, a quien con afecto llamaba «nuestra buena Madre». Desarrolló ardua labor pastoral en la parroquia de La Valla. Sentía afecto por los niños (afirmaba con frecuencia: «necesitamos Hermanos para educar a los niños»); por su gran iniciativa atrajo así a varios jóvenes con quienes fundó el 2 de enero de 1817 el Instituto de los Hermanos Maristas, en el que la niñez desamparada recibía educación y formación en los valores cristianos. Su aspiración fue «formar buenos cristianos y virtuosos ciudadanos». En ocasiones, el esfuerzo y la tenacidad le hicieron caer enfermo; sin embargo, la oración y el espíritu de servicio le hacían continuar con su admirable misión. Sus instituciones se multiplicaron en varias partes del mundo. Falleció el 6 de junio de 1840, en el Hermitage, dejando una herencia de amor al prójimo y veneración a Jesús y María. La historia universal ha reconocido en San Marcelino Champagnat su encomiable labor pedagógica en favor de la infancia, la cual ha trascendido por todo el mundo. Fue canonizado por Juan Pablo el 18 de abril de 1999. En la actualidad, la Congregación de los Hermanos Maristas de la Enseñanza cumple con fidelidad y esmero las enseñanzas de su Fundador y hace realidad sus palabras: «Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús». En su iconografía es representado con hábito y rodeado por niños.

SAN ROBERTO DE NEWMINSTER, del germánico: «el que brilla po1 su fama» (ll00?-1159?). Abad. Nació en Gargrave, Yorkshire, Inglaterra. Cursó estudios en París. Los detalles de su vida se conocen a partir de su ingreso con los monjes benedictinos. Se ordenó en la abadía de Santa María, Whitby, Inglaterra; pronto se adhirió a las estrictas reformas de su orden, de donde derivarán los Cistercienses. Roberto destacó como uno de sus más celosos miembros. Fue rector de Gargrave y primer abad de Newminster, Northumberland, donde murió. Se dice que tuvo grandes dones supranaturales, así como numerosos combates contra el Maligno. Fundó varias abadías. El pueblo y sus compañeros monjes destacan su buen juicio y misericordia. Escribió un tratado acerca del libro de los Salmos.

DOMINGO, DE PENTECOSTES, del griego penteekostée, «cincuenta». Se cree que el pueblo judío conmemoraba en esta fecha el día en que Dios entregó a Moisés las Tablas de la Ley, en el monte Sinaí (cfr. Éx 3, 1-12; 19, 18; 24, 17). Según el Antiguo Testamento, en este día se celebraba la fiesta de la recolección de las cosechas, o también el «quincuagésimo» día después de los «ázimos» (= fin de la Pascua). En el N.T., en este día ocurre el «bautismo de fuego», anunciado por Juan el Bautista (cfr. Lc 3, 16). Este libro refiere que, este acontecimiento ocurre nueve días después de la Ascensión del Señor (de aquí el origen de las «novenas» o «novenarios»). La Iglesia ha dado a esta conmemoración la categoría de solemnidad y en ella recordamos la venida del Espíritu Santo, narrada en el capítulo II de los Hechos de los Apóstoles (1-13). Después de este hecho, llenos de sabiduría y fortaleza fueron los Apóstoles por el mundo a predicar la Buena Nueva. Iconografía: se representa a los Apóstoles con la Virgen María en el centro y, sobre sus cabezas, aparecen lenguas de fuego.

SAN COLUMBO o COLUMBANO DE BOBBIO. Del latín: columbus, «pichón» (543-615). Abad. Nativo de Irlanda, según datos biográficos, se conoce su vida a partir de su estancia en el monasterio de Bangor, fundado por san Congall, donde -gracias a sus dones y virtudes- destacó entre sus compañeros por su vida, plena de espiritualidad, oración, silencio, penitencia, estudio y dedicación al trabajo manual.
Hacia 590 inició, junto con otros monjes, su misión en la Europa continental. En Francia fundó varios monasterios Columbanos, cuyo principal objetivo era acoger vocaciones sacerdotales. La caridad y el estilo de vida de los monjes atrajeron a necesitados, feligreses y nuevos religiosos. Fue desterrado por el rey Teodorico (610); sin embargo, regresó y se estableció en Bobbio, Italia; ahí fundó su último monasterio, lugar donde muere. Se le reconoce por ser pionero en materia de exención de las órdenes religiosas del control de los obispos locales y por su influencia bienhechora en el auxilio de los pecadores por la Confesión. Iconografía: aparece representado con hábito y el libro de la Regla de su Orden.

BEATA ANA MARIA TAIGI del hebreo: «la benéfica» y del arameo: «Señora» (1769-1837). Ama de casa. Nació en Siena (Italia). Trabajó en el servicio doméstico. Contrajo nupcias con Domingo Taigi, tuvieron siete hijos, quienes fueron educados en la fe católica. Su esposo, a quien Ana María toleró con oración y la ayuda espiritual del padre Ferdinando, fue un «hombre bueno, pero con carácter impulsivo». Se cuenta que Dios, mediante una revelación, le indicó «unir su voluntad a la de Él». Se distinguió como mujer piadosa, cuidaba enfermos. Tuvo el don de profecía, de discernimiento y de servicio. Al iniciar sus labores hogareñas expresaba: «Alabada sea la Santísima Trinidad». En su hogar siempre había diariamente tiempo y espacios para rezar el rosario, en familia, y leer la vida del santo de cada día. Murió en Roma en olor de santidad. Beatificada por Benedicto XV en 1920. Sus restos reposan en la iglesia de San Crisógono (Italia).

SAN BERNABÉ, Apóstol, del arameo: «esforzado» (s. I.). Mártir. Nació en Chipre, Grecia. Vivió en Jerusalén perteneció al grupo de los Doce. Su nombre era José, los discípulos lo llamaron Bernabé, que significa «Hijo de la Exhortación». San Pablo lo invitó a seguirle. Destacó como gran evangelizador (Hch 11, 22). Su labor misionera en Antioquía convirtió este lugar en un gran centro de evangelización, ahí se les dio por primera vez el nombre de «cristianos» a los seguidores iniciales del Redentor (Hch 11, 26). Dio ejemplo de generosidad al colaborar con la comunidad apostólica con el producto de la venta de sus tierras (Hch 4, 36-37). Según la tradición murió lapidado, mártir de la persecución pagana. Iconografía: se lo representa ataviado con túnica de época evangelizando, libro y piedras en alusión a su martirio.

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SUMO y ETERNO SACERDOTE, del griego: presbíteros: «anciano» y del latín: sacerdos, sacerdotis. Esta festividad tuvo su origen en España, en la Congregación de las Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote, y recibió aprobación de la Santa Sede en 1971. En 1974, por primera vez, se incluye en el calendario (el jueves posterior a Pentecostés). En 1996 son utilizados los textos de las vísperas de la Liturgia de las Horas, enviados desde Madrid por Juan Pablo II con motivo del 50 aniversario de su ordenación sacerdotal. El profeta Isaías escribió (52, 13): «ocupará un alto puesto, será grande.», al referirse a que, después de las humillaciones sufridas en su Pasión: «.recibirá en herencia muchedumbres.» (ib. 53, 12). En el Evangelio, san Lucas escribe sobre la figura de Jesucristo, Sumo Sacerdote en la institución de la Eucaristía (22, 14-20): «. tomó el pan y, dando gracias, lo partió y se los dio, diciendo: 'Esto es mi Cuerpo, el que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía'». San Pablo (Heb 4, 14) considera a Cristo como el verdadero y eterno Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza. La Iglesia, a la luz del Espíritu Santo, celebra en esta fecha a nuestro Redentor, quien intercede ante el Padre para salvar a los hombres.

SAN ANTONIO DE PADUA, del latín: «de la familia Antonia» (¿1191 -1231). Doctor de la Iglesia. Nació en Lisboa, Portugal, en el seno de una familia de nobles, entre 1188 y 1191. Recibió una esmerada educación, tanto académica como en la Sagrada Escritura. Superó el vacío de la vida cortesana e ingresó en la orden agustiniana, en 1219; ya ordenado sacerdote, ingresó a la orden de los franciscanos. Su vida, dedicada a la predicación, amor al prójimo, caridad hacia los pobres, hicieron de él un hombre de Dios, amado por quienes lo conocieron. Misionó por un tiempo en Marruecos, donde contrajo la fiebre malaria, por lo que regresó a Portugal. Para ayuda de los predicadores, escribió Sermones in solemnitatibus (Sermones para las fiesta) y otros en honor, de la Virgen y en Padua los Sermones dominicales. Una frase expresaba su pensamiento: «.la vida del prelado debe resplandecer por su pureza. llena de generosidad con los necesitados.». A su muerte -acaecida en Padua, Italia- dejó una estela de santidad. Canonizado por Gregorio IX (1232), un año después de su muerte. Pío XII lo declaró Doctor de la Iglesia, en enero de 1946; también es conocido como «Doctor evangélico», por su profundo conocimiento de la Escritura, y como el «santo de todo el mundo», por la amplísima devoción popular de que siempre ha gozado. Intercesor para localizar objetos perdidos y lograr buenos matrimonios. Iconografía: aparece representado con hábito, el Niño Jesús en sus brazos (a quien recibió durante un éxtasis) y una azucena, símbolo de pureza.

SAN ELISEO, del hebreo: «Dios es mi salvación» (s. IX a. C.). Profeta. Su misión es preparar la venida del Mesías (2 Re 2, 10 y ss.). Fue discípulo y sucesor de Elías. Se dice que dirigió una comunidad. Por tradición, se ha incluido en el santoral, para dar fe a su testimonio de haberse cumplido sus profecías en acontecimientos del Antiguo Testamento. Iconografía: aparece con una túnica burda, un oso, alusivo a su vida de retiro y contemplación, y un águila bicéfala, símbolo del espíritu de su antecesor y maestro.

LA SANTÍSIMA TRINIDAD, del latín: «reunión de tres». El primer Concilio de Nicea (325), da carácter de dogma (Verdad a la luz de la fe) a este misterio fundamental de nuestra fe católica, al definir que Dios es Uno en esencia; sin embargo, existen en El tres Personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Según este dogma, la Persona del Hijo es consustancial al Padre y comparte la divinidad del Espíritu Santo. Mateo (16-20. 28. 19) revela en su evangelio la fórmula trinitaria más común: «...Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Iconografía: aparecen representadas las Tres Divinas Personas: el Padre como un anciano de edad avanzada; el Hijo, con túnica y estigmatizado, y el Espíritu Santo en forma de paloma, quien, en medio de ambos, es el Amor que une al Padre y al Hijo.

SAN JUAN FRANCISCO DE REGIS, del hebreo: «Dios hace misericordia» y del italiano antiguo: «franco, francés» (1597-1640). Presbítero. Nace en la población francesa de Francouverte, en el seno de una familia de amplios recursos. De niño gustaba compartir sus bienes con los pobres. Ingresó en la Compañía de Jesús, donde destacó por su gran obediencia. Estudió Letras clásicas y la Sagrada Escritura. Una vez ordenado sacerdote se dedicó a la evangelización. Su vida religiosa se apegó en forma estricta a la oración, la penitencia y al ayuno. Predicó en gran parte de Europa, sin importarle las inclemencias del tiempo; gracias a su brillante predicación logró múltiples conversiones. Fundó varias casas para oración y retiro de pecadoras arrepentidas. Predicó el Evangelio en regiones donde las guerras antirreligiosas sembraban la desolación y la muerte. Después de una vida ejemplar de amor y ayuda al prójimo murió en Lalouvesq, Francia.

SANTA EMILIA DE VIALAR, del latín: aemilius, gens romana (¿1797?-¿1856?). Fundadora. Nació en Gaillac, Francia. Ingresó con las religiosas de la Congregación de Nuestra Señora. Sufrió en silencio la incomprensión de su padre y su oposición a las obras de caridad de Emilia hacia los pobres. En 1832 abandonó la casa paterna para, junto con otras jóvenes, vivir en comunidad. Se dirigió a Argel (capital de Argelia), donde atendió con ejemplar caridad a las víctimas del cólera. En dos años su ejemplo logró numerosas conversiones y que algunas jóvenes se unieran a su congregación. Emprendió algunos viajes y construyó un noviciado, un hospital, una enfermería-farmacia, una escuela y un asilo. Obtuvo la aprobación de las Constituciones de las Hermanas de San José de la Aparición, cuya ayuda caritativa es pronto requerida en Africa Creta, Grecia, Tierra Santa, Asia y Oceanía. Su decisión inquebrantable de atender a los necesitados es expresada cuando escribe: «Dios me ha dado un corazón fuerte, ninguna prueba me ha podido abatir en el pasado... Si debo pelear hasta la muerte, pelearé...». Murió el 24 de agosto, víctima de una antigua hernia. Fue canonizada en 1951. En su sepulcro fue grabada la siguiente inscripción: "Gobernó con suavidad y celo admirable".

SANTOS CIRIACO y PAULA, del griego: «Señorial» y del latín: «pequeña» (s. IV?). Mártires cristianos de origen español. Cuentan sus biografías que sufrieron, en defensa de su fe, el martirio y murieron lapidados en Málaga (España). Son reconocidos por el Martirologio Romano. Los Reyes Católicos (s. XV) se encomendaron a estos santos para recuperar la península Ibérica, por ello les conceden el título de Protectores de Málaga

EL CUERPO y LA SANGRE DE CRISTO, del latín: Corpus Christi: «Cuerpo de Cristo» (s. XIII). La presencia real del Cuerpo y la Sangre de Cristo en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se celebra hoy con carácter de solemnidad. Su origen se remonta a 1264, cuando Urbano IV publica la bula Transiturus, donde señala que esta solemnidad debe celebrarse 60 días después de la Pascua. Los pontífices Martín V (1417-1431) y Eugenio IV (1431-1447), concedieron indulgencias a los asistentes a la Asamblea Eucarística y adoración al Santísimo en esta fecha. Según una tradición, la religiosa Juliana de Mont afirmó haberle sido revelado, mediante una visión, el mensaje divino de conmemorar la institución de1a Eucaristía. En México se han realizado varias procesiones con el Santísimo desde 1524. En la ciudad de México, la religiosidad popular presenta a niños vestidos de «inditos» para acompañar la procesión en la Catedral Metropolitana y participar así en la Asamblea Eucarística. La tradición de la venta de mulitas de barro o palma surgió inspirada en los indígenas que, en otra época, traían sus mercaderías a vender al centro de la ciudad. A partir de 1994, este jueves es declarado por la Arquidiócesis de México día de fiesta de precepto en nuestro país.

SAN SILVERIO, Papa, del latín: «selvático» (s. VI). Mártir. Nació en Campania, Italia. Electo papa en durante un período agitado de la Iglesia, donde imperaban la fuerza de los bárbaros y las intrigas de los bizantinos, quienes intentaron imponerse sobre la autoridad eclesiástica. Su pontificado duró un año (536-537). La emperatriz Teodora y varios herejes condenados por el Concilio de Calcedonia lo aprehendieron, lo sometieron a torturas y vejaciones y lo desterraron a la isla de Patara, Turquía, donde murió debido a los maltratos recibidos. La Iglesia lo venera como papa mártir.

SAN LUIS GONZAGA, del germánico antiguo: «guerrero ilustre» (1568-1591). Religioso. Nació en Castiglione (Italia), en una familia noble y fue formado como tal. Recibió esmerada educación para sustituir a su padre en el ducado; sin embargo, fiel al 1lamado divino, abdicó a favor su hermano e ingresó en la Compañía de Jesús, en 1585; allí recibió las órdenes menores. Se distinguió por su entrega a la oración, sus constantes disciplinas y su especial devoción a María Santísima. Atendió enfermos en una epidemia de peste en Roma, donde, víctima del contagio, enfermó y murió. Benedicto XIII lo canonizó en 1726, nombrándolo Patrono de Mantua y de los estudiantes jesuitas. En 1926, Pío XI lo proclamó Patrono de la juventud. Iconografía: se lo representa con sotana, libro, crucifijo, calavera, cilicio, alusivo a sus penitencias, y un lirio, por su pureza.

SAN PAULINO DE NOLA, del latín: paulus. «pequeño» (353?-431). Obispo. Nació en Burdeos, Francia. Fue hijo del Prefecto romano en Las Galias y, por ello, educado como noble. Estudió letras, entre sus maestros se encontraban los más renombrados literatos de la región. Ocupó altos cargos en el gobierno; viajó frecuentemente por Francia, Italia y España. Fue bautizado por el obispo Delphinus, a partir de este bautismo se convierte y progresivamente renuncia a sus bienes materiales. Mas tarde contrae matrimonio con la española Tarasia, quien le propuso vivir en castidad y seguir de forma estricta las enseñanzas de Jesús, para tal efecto vendieron y; repartieron sus riquezas entre los necesitados, hasta quedar en la miseria. Conoció y frecuentó a los personajes cultos de su época (santos Agustín, Ambrosio y, por carta, con san Jerónimo). En el año 392 fue ordenado sacerdote en Barcelona, pese a estar casado. Ya sacerdote fue nombrado obispo de Nola (Italia) -al parecer, por aclamación popular-, donde fue enterrado junto a la tumba de san Félix, al que Paulino había levantado una basílica; más tarde fue trasladado a la iglesia de San Bartolomé en Roma. En 1908, san Pío X lo devolvió a Nola. La tradición lo considera Patrón de las ciudades de Burdeos y de Nola, e inventor de las campanas, pues el nombre en latín «nola» significa campana. Murió en su sede arzobispal. Iconografía: es representado con atuendo de obispo y a sus pies la viuda, su hijo prisionero y el rey de los vándalos.

SANTA ALICIA O ALEYDA O ADELAIDA, del germánico: «de estirpe noble» (931-999) Emperatriz. Nació en Borgoña, Italia. Se unió en matrimonio con el rey Lotario. Al enviudar, contrajo nuevas nupcias con Otón I de Alemania, así adquirió el título de emperatriz. Procrearon dos hijos. Al morir el rey se dedicó al estudio y oración. Proveía de lo necesario a los monasterios más pobres. Realizó obras de beneficencia para el pueblo Con fama de santidad murió en Seltz, Alemania. Iconografía: es representada con atuendo real y una barca por atributo.

LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA, del hebreo: «Dios hace misericordia» (s. I). Profeta y mártir. El evangelio de san Lucas (1,76), en relación con Juan el Bautista, señala: «..Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos.», por ello la Iglesia lo ha nombrado el profeta precursor que anuncia la venida de Jesús. Por la gracia de Dios, nació hijo de Zacarías -sacerdote del Templo-, e Isabel, hasta entonces considerada estéril (Lc 1, 5-25). Desde joven, san Juan Bautista dedicó su vida a la oración y a la vida eremítica en el desierto. Iconografía: en sus representaciones más conocidas aparece bautizando a Jesús en el río Jordán (Lc 3,21) o al ser decapitado por mandato de Herodes (Mc 6, 17-29). Es el único santo a quien se le conmemora en su nacimiento, al igual que la Virgen María, y también, el 29 de agosto, en su martirio.

SANTO DOMINGO HENARES, del latín: «consagrado al Señor» (1765-1838). Obispo y mártir. Nació en Baena (España), en el seno de una familia de escasos recursos; sin embargo, sus padres le procuraron estudios universitarios en Granada. En 1783 ingresó en el seminario dominico, fue enviado en misión a Filipinas, donde recibió la ordenación sacerdotal. En 1790 llegó a Tonkin (Vietnam) Nombrado Vicario apostólico con el título de obispo de Fez, por Pío VII (1800). Por su ejemplar vida de piedad, prudencia y singular paciencia, era, en apariencia, respetado por las autoridades civiles; sin embargo, fue aprehendido por realizar su labor de evangelización y, con su fiel catequista Francisco do Van, fue decapitado y su cabeza arrojada al río, donde tres días después fue rescatada por un cristiano. De santo Domingo sus biógrafos, y quienes vivieron cerca de él, destacan: «(su vida) .era de un celo incansable por la salvación de las almas, oración perpetua, pobreza evangélica y generosidad con los necesitados». Fue canonizado por Juan Pablo II en 1988.

Santos: Pelayo, Antelmo o Antelco, Salvio y Beato Josemaría Escrivá de Balaguer.

SAN PELAYO, del latín: Pelagius «marino» (912925). Mártir. Nació en Pontevedra (España). Sus primeras letras y educación en las virtudes cristianas las recibió de sus padres y su tío, obispo de Tuy. En esa época, los musulmanes mantenían en cautiverio a cristianos. A la edad de 10 años su tío fue encarcelado en Córdoba, por lo que viajó con su padre a ese lugar para concertar el pago del rescate. No se sabe de quién partió la idea, pero el santo quedó como rehén mientras se entregaba el rescate. Sólo se explica que la Providencia resguardó al niño durante tres años de prisión. Sin embargo, al darse cuenta de la juventud y lozanía del menor, el rey Abderramán le hizo propuestas lascivas a cambio de darle riquezas y su libertad. Según cuentan, el niño contestó airadamente al monarca: «¡Quita allá, perro! ¿Crees que soy como esos afeminados jóvenes que rodean tu harén?». Este rechazo encolerizó al rey, quien lo mandó torturar, hasta morir descuartizado. Afirman que sus últimas palabras fueron: «Líbrame, Señor, de las manos de mis enemigos». Las partes de su cuerpo descuartizado fueron arrojadas al río, de donde fueron recuperadas por fieles cristianos, testigos del asesinato.

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, (s. XVII). «Mirarán al que traspasaron» (Jn 19; 37), Estas palabras del Evangelio nos recuerdan el origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y son su fundamento bíblico. En forma particular, esta veneración la practicó san Juan de Eudes (s. XVII) en su Instituto (eudistas). Después de 1647, este culto se hizo público a partir de las revelaciones que Jesús hizo a la religiosa santa Margarita María de Alacoque, a quien prometió la salvación para sus devotos. Los papas Clemente XIII (1765), Pío IX (1856) y Pío XI (1928) ratificaron esta celebración, que en nuestra época adquirió rango de solemnidad. Iconografía: Aparece representado nuestro Señor con túnica blanca y manto rojo, muestra heridas en pies, manos y en el pecho; su corazón, rodeado por llamas, es símbolo de amor, y está coronado de espinas de dolor; sus brazos permanecen abiertos en señal de recibir a la humanidad.

EL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA. En este día se conmemora al Corazón Inmaculado de María, como símbolo del amor de la Virgen a Cristo; en forma especial, por los dolores que Ella sufrió en la Pasión y en reparación de las heridas causadas por los pecados de la humanidad. En su segunda aparición en Fátima (Portugal), el 13 de junio de 1917, la Santísima Virgen reveló a los videntes en un mensaje su deseo de establecer en el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón, así como la promesa de salvación a quien así lo hiciere. Celebración instituida por Pío XII (1942). Iconografía: es representada con túnica rosa y manto azul, coronada de estrellas. Muestra, sobre el pecho, su corazón con llamas de amor por el género humano, rodeado con rosas, símbolo de su pureza, y atravesado con una daga, por los dolores de nuestras faltas, mientras que con su mano izquierda lo señala y con la derecha nos da su bendición.

SAN PEDRO y SAN PABLO, Apóstoles, del arameo: «piedra» y del latín: «pequeño» (s. I). San Pedro. Originario de Betsaida, Palestina, compartía el trabajo de pescador con su padre y su hermano, Andrés. El y Andrés fueron los primeros discípulos llamados por el Mesías. En Mateo (16, 13-19) se encuentra este diálogo de Jesús con los apóstoles: « ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?', y entonces Pedro toma la palabra, en nombre de sus compañeros, y responde: 'Tú eres el Hijo de Dios vivo', a continuación Jesús le nombra: y yo te digo, tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.' ». Los Evangelios y el libro de los Hechos de los Apóstoles narran su obra y milagros. Murió crucificado en Roma; por humildad, pidió que su cabeza fuese colocada cerca del suelo, para no quedar igual que Jesucristo. Fue sepultado en la colina Vaticana. Iconografía: aparece representado con vestimenta azul y dorado, con las llaves del Reino y portando tiara papal. Intercesor de cerrajeros y asuntos eclesiásticos del Vaticano.
San Pablo fue originario de Tarso, Turquía. Apasionado seguidor de la ley mosaica y perseguidor implacable de cristianos. Convertido en Damasco, al escuchar la voz de Cristo (Hech 9, 4), realiza cuatro viajes para difundir la fe cristiana en Asia Menor, Grecia, Roma, Antioquía y, tal vez, España. Se le atribuyen trece Cartas o Epístolas, donde destaca su amor por Cristo. Murió decapitado en Roma. Iconografía: aparece su imagen con túnica, libro y espada. Protector contra mordeduras de serpiente

LOS PRIMEROS SANTOS MARTIRES DE ROMA, del griego y del latín: «testigo» (s I). El historiador romano Tácito (120), en su obra Anales (compuesta de 18 libros), señala que los mártires, «eran una inmensa multitud», quienes, en defensa de su fe, murieron en los primeros siglos. Este día se conmemora a todos los cristianos anónimos que ofrendan sus vidas en defensa de la fe por tanto, dan ejemplo de fidelidad y verdadero amor a Dios.