folleto E.V.C. 353

¿PORQUÉ DEBES SER CATÓLICO?

Pedro Sembrador

Curia del Arzobispado de México

Secretaría de Cámara y Gobierno México, D. F.

Nihil Obstat, Pbro.Lic. José Luis G. Guerrero, censor oficial

IMPRIMATUR.- Lo decretó S. E. R Doy Fe Luis Reynoso, Secretario.

Mexico D.F., 14 de mayo de 1968.

 

Preámbulo.

Del mismo modo que hay personas que afirman que para nada sirve la religión, hay otras que afirman por el contrario, que todas las religiones son buenas.

No vamos a ocuparnos en este folleto en refutar a quienes dicen que para nada sirve la religión, pues ya hemos dedicado a eso otros folletos.

A este respecto nos limitaremos a decir aquí, que solo puede decir que para nada sirve la religión, quien no tenga absolutamente idea de lo que es la religión, o que tenga de ella el concepto más equivocado pues la religión, cuando de la religión Católica se trata, no solamente sirve para algo, sino para todo, pues sirve para hacernos conocer a Dios, para darnos a conocer los deberes que tenemos con El, con nuestros semejantes y con nosotros mismos; para hacernos buenos proporcionándonos al efecto reglas de conducta y auxilios espirituales que inútilmente buscaríamos fuera de la religión.

La religión sirve para buscar la felicidad donde verdaderamente se encuentra, para consolarnos en las penas y guiar nuestra vida de modo de alcanzar después de ésta, una felicidad eterna.

La religión sirve para elevarnos sobre los animales y llevarnos hasta a ser semejantes a Dios. La religión sirve en fin para hacernos felices en esta vida y en la otra.

Dicho lo anterior pasemos a considerar si son buenas todas las religiones.

 

¿SON BUENAS TODAS LAS RELIGIONES?

Siendo la religión el culto que debe rendir el hombre a Dios, trae como consecuencia necesaria hacer lo bueno, pues este culto requiere que cumpla no solamente con los deberes que tiene con El, sino también con los que tiene con el prójimo y consigo mismo.

Y además de hacerlo bueno debe hacerlo feliz y no solamente en la otra vida sino en ésta, tanto como podemos serlo en ella.

Establecido lo anterior no podemos calificar de buenas aquellas religiones como las hay, que causan la desgracia del hombre; ni las que en vez de mejorarlo dan pábulo a sus malas pasiones y tendencias.

Como ejemplo de las primeras mencionaremos la religión de los aztecas que llevaban, con todos los horrores de la guerra, la desgracia a todas las tribus circunvecinas, para hacerse de las 40,000 víctimas que, en medio de los más atroces tormentos, sacrificaban anualmente a su dios Huitzilopoxtli.

Y como ejemplo de las segundas mencionemos algunas sectas pentecostales, que pretenden que debemos pecar para que abunde así más la gracia en nosotros y como la que dirige el pastor Leonard S. Hingram, que se jacta de haber publicado 1.400,000 folletos contra nuestra Santa Religión y enseña que no debemos evitar el pecado, pues es como decir a Cristo: "Tu sangre no fue bastante preciosa para lavarme de mis pecados", y que tampoco debemos hacer buenas obras para salvarnos, pues es como decirle. "Tus Méritos no fueron bastante valiosos cuando tengo que añadir a ellos mis obras para salvarme".

Pero descontando estas religiones que contienen verdaderas monstruosidades y refiriéndonos a los que reconocen que tenemos deberes qué cumplir con Dios y con nuestros semejantes, bien puede decirse que son buenas, porque procuran moralizar al hombre, hacerlo bueno, hacerlo feliz, pero de esto a pretender que todas SON IGUALMENTE BUENAS es tan torpe, como lo sería, permítasenos la comparación, decir que todas las monedas buenas son igualmente buenas, pues es indudable que las de plata son mejores que las de cobre y que las de oro son las mejores de todas ellas.

Pero volviendo a las religiones hay algo mas que eso, mucho más, pues como más adelante veremos entre todas ellas y la Católica, hay una diferencia inconmensurable, un abismo insondable, que hace de ella una religión infinitamente superior a cualquiera otra y así si quieres ser bueno, debes ser católico, porque:

1) Ninguna otra Religión como la Católica NOS ENSEÑA a ser no solamente buenos sino santos.

2) Porque ninguna otra como ella NOS AYUDA a serlo y estos son los dos puntos que vamos a tratar en este folleto.

3) Ninguna otra Religión como la Católica nos enseña a ser buenos.

La moral Católica, es decir, el conjunto de reglas que para ser buenos nos da la religión Católica, no guarda comparación con la de ninguna otra religión, ella nos enseña a ser buenos no solamente llevando los PRECEPTOS del Decálogo a una altura insospechada por el hombre, sino que nos presenta todos los CONSEJOS que Nuestro Señor Jesucristo nos dió para ser perfectos, para ser santos.

Los PRECEPTOS de la religión Católica se encuentran resumidos en el sermón de la montaña. En él, mandamiento por mandamiento, nuestro Señor Jesucristo nos va diciendo cómo debemos observarlos. Todo lo que El nos enseña en este sermón está expuesto, con la amplitud necesaria, en el folleto E.V.C. 462, mas adelante damos una breve información sobre él, aquí nos limitaremos a llamar la atención acerca del 6o. Mandamiento pues Nuestro Señor nos dice que peca contra este mandamiento no solamente quien comete adulterio, pues simplemente quien quiera que mirare alguna mujer con mal deseo hacia ella, ya adulteró en su corazón .(Mat. V, 25-28).

Pero además de estos preceptos nos da todos los CONSEJOS necesarios para que seamos cristianos íntegros, para alcanzar la perfección a la que A TODOS los bautizados nos llama con estas palabras: Sed, pues, vosotros, perfectos así como vuestro Padre Celestial es perfecto (Mat. V, 48).

Nos aconseja principalmente que imitemos su Vida diciéndonos. Si alguno quiere venir en pos de mí (y tener parte en mi gloria), - renúnciese a sí mismo, y - lleve su cruz cada día y SÍGAME (Luc. IX, 23), sentencia qué resume la Ascética, como se expone en el Curso Superior E.V.C. de Religión por Correspondencia en las lecciones XI a XIV,

Negarse a sí mismo es evitar el pecado y negarnos todo aquello que puede llevarnos a pecar.

Tomar su cruz cada día es hacer penitencia, ofreciendo las penas y contrariedades del día a Dios, unidas a la Cruz de Cristo, en satisfacción de los pecados.

SEGUIR A CRISTO, es imitar sus virtudes, desde luego la humildad, la castidad y el amor a la pobreza, virtudes que se oponen a las tres concupiscencias que son causa del pecado y además el servicio de Dios y la caridad.

SERVIR A DIOS, es hacer todo cuanto hacemos con la intención de agradarlo, como Nuestro Señor Jesucristo que todo cuanto hacía lo hacía en Servicio de su Padre.

LA CARIDAD, la Reina de las virtudes, esa tan mal entendida virtud que requiere que amemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente y que amemos al prójimo en Dios, es decir, como El quiere que lo amemos y que nos amemos en Dios a nosotros mismos.

Algunas Religiones ni hablan de amor al prójimo, pero las que lo hacen, pueden compender sus enseñanzas en esta frase: "no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti", frase negativa, pues ordena nada más no hacer mal al prójimo, frase que N. S. Jesucristo desde el principio de su predicación en el sermón de la montaña toma positiva ya no prohibiéndonos solo hacerle el mal, sino ordenándonos hacerle el bien, pues nos dice: Haced vosotros con los demás hombres todo lo que deseais, que hagan ellos con vosotros (Mat. VII, 12), o en otros términos: ama a tu prójimo como a ti mismo.

Pero N. S. Jesucristo quiere que tengamos por el prójimo un amor mucho más grande, quiere que lo amemos como lo amamos a EL, pues refiriéndose a las buenas obras que debemos hacer en provecho del prójimo nos dice. En verdad os digo siempre que lo hicisteis con alguno de estos mis más pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis. (Mat. XV-40).

Y todavía mas, quiere que amemos a nuestro prójimo, como El mismo nos ama a nosotros, pues dice a sus discípulo: un nuevo mandamiento os doy que es améis los unos a los otros como yo os he amado. (Juan XIII; 34).

¡Así, así es como quiere Cristo, como quiere la religión Católica que amemos a nuestro prójimo, como Dios mismo nos ama!

He aquí la altura, al parecer inaccesible, a la que elevó N. S. Jesucristo el código de moral que legó a su Iglesia, en el que encontramos ideas superiores a la naturaleza del hombre, como las siguientes:

- Ama a tus enemigos.

- Devuelve bien por mal.

- Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden.

- Ama a tu prójimo como Cristo te ama a ti.

- El Matrimonio es indisoluble. La que Dios ha unido no lo desuna el hombre (Mat. XIX, 6).

- El celibato por amor a Dios, es más excelente que el estado del matrimonio. Quien sea capaz de ser casto séalo (Mat. XIX, 10-12).

- Los divorciados que se vuelven a casar, son adúlteros.

- Hay que restituir lo robado.

- Quien no está con Cristo está contra Cristo.

- Hacer Buenas Obras en provecho del prójimo, es necesario para salvarse, pues a los que no las hagan N. S. Jesucristo les dirá el día del juicio: Aparatos de Mí malditos, id al fuego eterno (Mat. XXV, 34-44).

- Danos hoy nuestro pan de cada día, especialmente aquel Pan que bajó del cielo para darnos la vida eterna.

Habiendo quedado con lo dicho demostrado que ninguna otra religión como la católica nos ENSEÑA a ser buenos y santos, pasamos a tratar el segundo punto anunciado.

 

2) Ninguna otra Religión como la Católica nos ayuda a ser buenos.

Expuesto lo anterior, cabe hacer esta pregunta: ¿alcanzar semejante perfección le es posible al hombre? indudablemente que fuera del catolicismo la respuesta es NO.

Limitándonos a considerar la virtud de, la castidad cuantos hay que opinan que no es posible guardarla al soltero, ella es inaccesible, dicen, hasta a los que están dedicados al servicio de Dios y esta es la razón por la que los protestantes afirman que los ministros de Dios deben casarse.

El mismo Cristo nos enseña que sin su ayuda le es imposible al hombre alcanzar la perfección, pues nos dice: sin Mí nada podéis hacer (Juan XV. 5) pero con su ayuda sí lo podemos, como le atestigua San Pablo diciendo: "todo lo puedo en aquel que me conforta" (Filp. IV, 28).

Y N. S Jesucristo nos proporciona su ayuda principalmente mediante los SACRAMENTOS, que son 7 Acciones Sagradas que auxilian a nuestra alma en sus 7 diferentes necesidades, pues ella, como nuestro cuerpo, necesita nacer (el Bautismo), crecer (la Confirmación), alimentarse (,La Sagrada Eucaristía), remedios en caso de enfermedad (la Confesión), la vida en familia (el Matrimonio), autoridades que la gobiernen (el Orden Sacerdotal), auxilios espirituales a la hora de la muerte (la Extremaunción), y todos estos auxilios nos los proporciona nuestra Santa religión con sus 7 SACRAMENTOS.

Para poder darnos cuenta, para poder apreciar como nos auxilian los SACRAMENTOS, necesitamos entender lo que es la GRACIA santificante que nos da el Bautismo y que nos acrecientan los demás SACRAMENTOS.

 

¿Qué es la GRACIA?.

La GRACIA es el DON DE DIOS por excelencia, ella nos santifica, nos eleva del reino humano al Reino Divino, nos hace semejantes a Dios, como lo fueron nuestros primeros padres, semejanza que perdieron al caer en pecado. La gracia hace que la buenas obras que hagamos, con la intención de agradar a Dios, reciban en esta vida una recompensa cien veces mayor y una recompensa divina en la otra vida, por toda la eternidad, pues la gracia nos capacita para la vida eterna.

No tenemos aquí espacio para explicar la riqueza infinita de la gracia pero sí podemos decir que la recibimos gratuitamente por los méritos de Cristo en el Bautismo en el que por medio de ella hace nuestra alma a la vida Cristiana, a la vida de Dios, que nos hace miembros de la Iglesia y se acrecienta después haciendo buenas obras y antes de que seamos capaces de hacerlas, por medio del SACRAMENTO de la confirmación, que nos hace soldados de Cristo, que nos da al Espíritu Santo, comunicándonos la plenitud de sus siete dones, especialmente, el de fortaleza, que nos da fuerza para profesar nuestra fe y para defenderla aún a costa de nuestra propia vida.

Es la gracia la que nos proporciona el auxilio necesario para poder llevar a la practica la moral sobrenatural de la religión Católica.

Pero la gracia, por sí sola, no nos inmuniza contra el pecado, se requiere NUESTRA COOPERACIÓN pues sin ésta podemos caer en pecado mortal.

Pero Nuestro Señor, en su infinito amor por el hombre, concedió a sus Apóstoles el poder de perdonarnos nuestros pecados, instituyendo al efecto el SACRAMENTO del Orden, por medio del cual heredan nuestros sacerdotes dicho poder, e instituyó al mismo tiempo, el SACRAMENTO de la confesión, esa maravilla divina de la bondad de Dios, que los pobrecitos fieles, ignorantes en su religión, suelen ver hasta con desagrado cuando, es por el contrario, el mayor privilegio del hombre, la mayor prueba de la bondad de Dios, pues mediante él se nos perdonan los pecados, se nos restituye a la amistad de Dios y a la vida de la gracia.

Todo cristiano que entiende bien su religión, que se ha dado cuenta de la maravilla de este SACRAMENTO y que cuida debidamente de la suerte de su alma, no deja pasar quince días sin confesarse, aunque no tenga remordimiento de haber cometido ningún pecado.

Auxilia al hombre en las necesidades de la vida familiar el SACRAMENTO del Matrimonio que instituyó N. S. Jesucristo para ayudar a ser felices a los que se casan siempre que cooperen llevando a la práctica las instrucciones que acerca de sus mutuas relaciones les proporciona nuestra Santa Iglesia las que compendiadas les recita el Sacerdote el día de su casamiento. Este Sacramento los ayuda también a usar santamente del acto conyugal mediante el cual

Dios les concede el honor de asociarlo a su obra, trayendo a la vida nuevos seres que hereden su fe, den Gloria a Dios y sean felices en esta vida y en la otra.

Una de las cosas que contribuye mucho a conservar la felicidad de los cónyuges, es que sepan disimular uno a otro sus defectos y estimar sus cualidades.

Y para terminar este artículo hablemos del más grande de todos los prodigios, del rey de los SACRAMENTOS: LA SAGRADA EUCARISTÍA el Pan vivo que bajó del Cielo para santificarnos y darnos vida eterna que como nos lo narra el apóstol San Juan, en el VI Capítulo de su Evangelio, versículos 34 a 72, un año antes de su Pasión Nuestro Señor Jesucristo nos lo prometió diciéndonos: Yo soy el Pan Vivo que he descendido del cielo, quien comiere de este Pan, vivirá eternamente y el Pan que Yo daré es mi mismo carne para la vida del mundo, (51-52).

Y para que no quepa lugar a duda de su presencia real en la Sagrada Eucaristía añade: porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida y para que entendamos bien la necesidad de comulgar para salvarnos, nos dice: En verdad en verdad os digo que si no comiereis la carne del Hijo del hombre y no bebierais su Sangre, no tendréis vida en vosotros (V. 54) y promete la Vida Eterna a quien comulga diciendo: Quien come este Pan vivirá eternamente (V. 59).

Y N. S. Jesucristo con toda claridad precisa hasta qué punto recibir la Sagrada Comunión nos llena de santidad y nos eleva hasta Dios diciéndonos. así como el Padre que me ha enviado vive y Yo vivo por él Padre, así quien me come también él vivirá por Mí y de mi propia vida (Juan VI, 51).

Y son tres los evangelistas: San Mateo, San Lucas y San Marcos, quienes nos dicen que N. S. Jesucristo nos dejó el prometido pan divino, en la ultima cena que celebró con sus apóstoles, en la que ofreció al Eterno Padre su sacrificio, que consumaría al día siguiente en el Calvario, ofreciéndole pan y vino que cambió en su Cuerpo y en su Sangre.

Cambió el pan en su Cuerpo, tomando pan en sus Santas y Venerables Manos, bendiciéndolo, partiéndolo y dándoselo a sus discípulos diciéndoles: TOMAD Y COMED ESTO ES MI CUERPO y ordenó a sus apóstoles que en memoria suya hicieran lo que EL había hecho y les dio el poder necesario para hacerlo diciéndoles: HACED ESTO EN MEMORIA MIA (Luc. XXII, 19), mandato que nuestros Sacerdotes obedecen celebrando la Santa Misa, en la que renuevan la ultima cena, perpetuara el sacrificio del Calvario y se aplican a los fieles y a las Almas del Purgatorio los méritos de la redención.

Con lo tan brevemente dicho, basta para ver, con toda claridad, que ninguna otra religión ayuda al hombre tanto como la Católica a ser bueno, porque no tienen SACRAMENTOS y las que pretenden tenerlos, no tienen verdaderos SACRAMENTOS, salvo algunas Iglesias ortodoxas orientales, que han conservado la sucesión apostólica, pero la ayuda que les proporciona no llega a la altura de los de la religión Católica, como lo prueba la falta de esa unión que es signo característico de la Iglesia de Cristo, pues se han dividirlo en muchas iglesias autocéfalas, siendo 14 las más importantes de ellas.

En cuanto a las iglesias protestantes, su inmensa mayoría, entre ellas la Bautista, que es una de las más importantes, no tienen sacramentos lo que ellas mismas reconocen, otras como las metodistas y presbiterianas, pretenden tener dos sacramentos: el bautismo y la cena del Señor, pero si su bautismo algunas veces puede ser válido, ciertamente que la cena del Señor no lo es, pues ni ellos mismos pretenden que confiere la gracia, dando a la palabra sacramento conceptos por completo diferentes a su verdadero acepción, pues los consideran simplemente como ordenanzas, promesas o juramentos.

Hay Iglesias como la luterana, la episcopal americana y sobre todo la anglicana, que pretenden tener los 7 sacramentos, pero salvo el bautismo, que si es administrado debidamente puede ser verdadero sacramento, pues cualquiera puede administrarlo, todos los demás no son válidos, pues para que lo sean deberán ser administrados por quienes hayan heredado de los Apóstoles por medio del SACRAMENTO DEL ORDEN SACERDOTAL, el poder necesario para administrarlos, poder que por haber sido interrumpida la sucesión apostólica, ninguna secta protestante tiene, ni aún la Anglicana, pues S. S. León XIII en el año de 1896, en su Bula Apostólica Curae, declaró que la ordenación anglicana era inválida, tanto por haberse interrumpido la sucesión apostólica, como en su forma y en su intención.

Y siendo inválido el SACRAMENTO del Orden, lo son todos los demás sacramentos que él confiere.

Queda pues establecido que ninguna otra religión como la Católica, nos enseña y nos ayuda a ser buenos y que por lo tanto SI QUIERES SER BUENO, DEBES SER CATOLICO.

 

RESUMIENDO:

CUANDO TE DES CUENTA:

- De que la MISA es la renovación del Sacrificio del Calvario, que Nuestro Señor Jesucristo ofreció en la ultima cena, cambiando el Pan y el Vino en su Cuerpo y en su Sangre y dándoles a sus Apóstoles la orden y el poder necesario para hacer lo que El había hecho diciéndoles. HACED ESTO EN MEMORIA MIA orden que los sacerdotes obedecen celebrando la Santa Misa;

- De que en la Misa tú no eres un simple espectador de algo que el sacerdote y solo él hace en el altar, sino que tú la concelebras con él y que en ella te ofreces al Eterno Padre, junto con Nuestro Señor Jesucristo, como víctima por la redención del mundo;

- De que en ninguna otra religión, salvo algunas sectas ortodoxas, HAY NADA que para rendir a Dios el culto que le es debido pueda semejarse, ni de lejos, al Santo Sacrificio de la Misa, te darás cuenta de por qué debes ser católico.

CUANDO TE DES CUENTA de la excelencia de la Moral Católica:

- que no permite EL DIVORCIO;

- que culpa de adulterio simplemente al que mire a una mujer con mal deseo;

- que obliga a restituir lo robado;

- que ordena amar a nuestros enemigos;

- devolver bien por mal;

- amar a nuestro prójimo, ya no como nos amamos a nosotros mismos, ni como amamos a Cristo, sino como El nos ama;

- que condena al Infierno a quienes no hacen buenas obras en bien del prójimo;

- que quiere que los ministros de Dios se conserven célibes para mejor servirlo;

- y que esa moral sobrenatural puede llevarse a la práctica gracias a la ayuda que N. S. Jesucristo te proporciona por medio de los SACRAMENTOS, entenderás por qué debes ser católico.

CUANDO TE DES CUENTA:

- de la excelencia de la GRACIA que nos dan los SACRAMENTOS;

- de cómo por medio del sacramento del Bautismo nace el alma del bautizado a una nueva vida, a la vida de la gracia, a la vida Divina, a la misma vida de Dios;

- de que los SACRAMENTOS nos santifican y ayudan en las diferentes necesidades de nuestra vida;

- de esa maravilla divina que es el SACRAMENTO de la Confesión, que nos restituye a la amistad de Dios a la vida divina que nos fue arrebatada por el pecado;

- y cuando te des cuenta en fin, de esa maravilla sobre todas las maravillas que es la SAGRADA EUCARISTIA, en la que Dios, con todo su poder, no puede darnos más, pues se da a nosotros El mismo, entonces te darás cuenta de por qué si quieres ser bueno y feliz en esta vida y en la otra, DEBES SER CATÓLICO.

"instrucción Religiosa y Eucaristía" A.M.D.G.

 


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