Folleto EVC No. 463
EL SERMÓN DE LA MONTAÑA
"Capítulo V al VII del Evangelio de San Mateo".
Autor : R.P. Pedro Herrasti
Nihil Obstat.- México, 26 de marzo de 1956.J. Cardoso, S. J.
Secretaría del Arzobispado de México.
México, D. F., 9 de Noviembre de 1956.
IMPRIMATUR
Lo decretó el Excmo. y Rvdrno. Sr. Arzobispo Primado de México Dr. Dn. MIGUEL DARIO MIRANDA.
Testificó, Rosendo Rodríguez, Srio.
(Explicado por el M. I. Canónigo AUZIET según la interpretación de San Agustín, Folliom, Bossuet, etc.)
Es el Sermón de la Montaña un compendio maravilloso de la doctrina moral de Nuestro Señor Jesucristo. Nunca nadie ha dicho nada, que pueda compararse con él, hasta los mismos enemigos de nuestra religión como Renán, han reconocido que "nadie nunca podrá superar el Sermón de la Montaña".
En él, N. S. Jesucristo va perfeccionando mandamiento por mandamiento la ley de Moisés, pues si éste trataba de hacer bueno al hombre, nuestro Señor quiere que los cristianos seamos perfectos, pues A TODOS nos dice: sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto, y podemos ser perfectos porque para ayudarnos a serlo nos dejó sus 7 SACRAMENTOS.
Para darse cuenta de la excelencia del Sermón de la Montaña, basta con que consideremos simplemente estas dos frases de El: amad a vuestros enemigos. devolver bien por mal. Las que deben sonar como un disparate a los no bautizados.
Es un error creer que las Bienaventuranzas son el Sermón de la Montaña, ellas son tan sólo una parte mínima de él, comprenden únicamente 9 versículos y el Sermón tiene 109, pues comprende los capítulos V, VI y VII, de San Mateo.
Este maravilloso Sermón, como las piezas oratorias bien armadas, consta de 3 partes: El exordio,(V. 3 a 16), El cuerpo del discurso,(V. 17 a VII. 22), y la conclusión,(VII 24 a 29).
Dicho este preámbulo, pasemos a exponer y a explicar el Sermón de la Montaña.
CAPÍTULO V.
-EXORDIO: Las Bienaventuranzas.
1. Y viendo Jesús a todo este gentío se subió a un monte, donde habiéndose sentado se le acercaron sus discípulos.
2. Y abriendo su divina boca, los adoctrinaba, diciendo:
3. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
4. Bienaventurados los mansos ó humildes, porque ellos poseerán la tierra.
5. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
6. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia o de ser justos y santos, porque ellos serán saciados.
7. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8. Bienaventurados los que tienen puro su corazón, porque ellos verán a Dios.
9. Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia o por ser justos, porque de ellos es el reino de los cielos.
11. Dichosos seréis cuando los hombres por mi causa os maldijeren y os persiguieren y dijeren con mentira toda suerte de mal contra vosotros.
12. Alegraos entonces y regocijaos, porque es muy grande la recompensa que os aguarda en los cielos. Del mismo modo persiguieron a los profetas que ha habido antes de vosotros.
13. Vosotros sois la sal de la tierra. Y si la sal se hace insípida, ¿con qué se le volverá el sabor? para nada sirve ya, sino para ser arrojada y pisada de las gentes.
14. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte.
15. Ni se enciende la luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los de la casa.
16. Brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
II-CUERPO DEL DISCURSO Cristo y la Antigua Ley.
17. No penséis que yo he venido a destruir la doctrina de la ley ni de los profetas no he venido a destruirla, sino a darle su cumplimiento.
18. Que con toda verdad os digo que antes faltarán el cielo y la tierra, que deje de cumplir si vuestra justicia no es más llena y más perfecta que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Perfeccionamiento del 5o. Mandamiento.
21. Habéis oído que se dijo a vuestros mayores: No matarás; y que quien matare será condenado a muerte en juicio:
22. Yo os digo más: quien quiera que torne ojeriza con su hermano, merecerá que el juez le condene. Y el que le llamare tonto, merecerá que le condene el concilio. Mas quien le llamare fatuo, será reo del fuego del infierno.
23. Por tanto, si al tiempo de presentar tu ofrenda en el altar, allí te acuerdas que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
24. deja allí mismo tu ofrenda delante del altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y después volverás a presentar tu ofrenda.
25. Componte luego con tu contrario, mientras estás con él todavía en el camino; no sea que te ponga en manos del juez, y el juez te entregue en las del alguacil, y te metan en la cárcel.
26. Asegúrote de cierto que de allí no saldrás hasta que pagues el último maravedí o centavo.
Perfeccionamiento del 6o. Mandamiento.
27. Habéis oído que se dijo a vuestros mayores: No cometerás adulterio:
28. yo os digo más; cualquiera que mirare a una mujer con mal deseo hacia ella, ya adulteró en su corazón.
29. Que si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecar, sácale y arrójale fuera de ti; pues mejor te está el perder uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
30. Y si es tu mano derecha la que te sirve de escándalo o incita a pecar, córtala y tírala lejos de ti; pues mejor te está que perezca uno de tus miembros, que no el que vaya todo tu cuerpo al infierno.
31. Se ha dicho: Cualquiera que despidiera a su mujer, déle certificado de divorcio.
32. pero yo os digo, que cualquiera que despidiere a su mujer, si no es por causa de adulterio, la expone a ser adúltera y el que se casare con la repudiada, es asimismo adúltero.
Perfeccionamiento del 2o. Mandamiento.
33. También habéis oído que se dijo a vuestros mayores: No jurarás en falso: antes bien cumplirás los juramentos hechos al Señor:
34. yo os digo más: que de ningún modo juréis, sin justo motivo, ni por el cielo, pues es el trono de Dios,
35. ni por la tierra, pues es la pena de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad o corte del gran Rey.
36. Ni tampoco juraréis por vuestra cabeza, pues no está en vuestra mano el hacer blanco ó negro un solo cabello.
37. Sea, pues, vuestro modo de hablar, si, sí; no, no: que lo que pasa de esto, de mal principio proviene.
Condenación de la Ley del Talión.
38. Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente:
39. yo, empero, os digo, que no hagáis resistencia al agravio; antes si alguno te hiriere en la mejilla derecha, vuelve también la otra;
40. y al que quiere armarte pleito para quitarte la túnica, alárgale también la capa;
41. y a quien te forzare a ir cargado mil pasos, ve con él otros dos mil.
42. Al que te pide, dale y no le tuerzas el rostro al que pretenda de ti algún préstamo.
Amor a los enemigos.
43. Habéis oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y (han añadido malamente), tendrás odio a tu enemigo:
44. yo os digo más: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os persiguen y calumnian:
45. para que seáis hijos imitadores de vuestro Padre celestial, el cual hace nacer su sol sobre los buenos y malos y llover sobre los justos y pecadores.
46. Que si no amáis sino a los que os aman, ¿qué premio habéis de tener?, ¿No lo hacen así aun los publicanos?
47. Y si no saludáis a otros que a vuestros hermanos, ¿qué tiene eso de particular? Por ventura ¿no hacen también esto los paganos?
48. Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto, imitándole en cuanto podáis.
CAPÍTULO VI
Prosigue el Sermón de la Montaña.
Perfeccionamiento del 1er. Mandamiento.
Rectitud de intención.
l. Guardaos bien de hacer vuestras obras buenas en presencia de los hombres con el fin de que os vean: de otra manera no recibiréis su galardón de vuestro Padre que está en los cielos.
2. Y así cuando das limosna no quieras publicarla a son de trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, o plazas, a fin de ser honrados de los hombres. En verdad os digo, que ya recibieron su recompensa.
3. Mas tú cuando des limosna, haz que tu mano izquierda no perciba lo que hace tu derecha,
4. para que tu limosna quede oculta y tu Padre, que ve lo más oculto, te recompensará.
Modo de orar.
5. Asimismo cuando oráis, no habéis de hacer como hacen los hipócritas, que de propósito se ponen a orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos de los hombres. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa.
6. Tú, al contrario, cuando hubieres de orar, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora en secreto a tu Padre y tu Padre, que ve lo más secreto, te premiará.
7. En la oración no afectéis hablar mucho, como hacen los gentiles, que se imaginan haber de ser oídos a fuerza de palabras.
8. No queráis, pues, imitarlos; que bien sabe vuestro Padre lo que habéis menester antes de pedírselo.
El Padre Nuestro.
9. Ved, pues, cómo habéis de orar: Padre nuestro que estás en los cielos: santificado sea el tu nombre;
10. venga a nos el tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra, como en el cielo.
11. El pan nuestro de cada día dánosle hoy;
12. y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores;
13. y no nos dejes caer en la tentación; mas líbranos de mal. Amén.
14. Porque si perdonáis a los hombres las ofensas que cometen contra vosotros, también vuestro Padre celestial os perdonará vuestros pecados.
15. Pero si vosotros no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará los pecados.
Sobre el ayuno.
16. Cuando ayunéis no os pongáis tristes como los hipócritas, que desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya recibieron su galardón.
17. Tú, al contrario, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu cara,
18. para que no conozcan los hombres que ayunas, sino únicamente tu Padre que está presente a todo, aún a lo que hay de más secreto; y tu Padre que ve lo que pasa en secreto te dará por ello la recompensa.
Dios y las riquezas.
Limpio, todo tu cuerpo estará iluminado.
23. Mas si tienes malicioso o malo tu ojo, todo tu cuerpo estará obscurecido. Que si lo que debe ser luz en ti es tinieblas, las mismas tinieblas cuán grandes serán.
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